No cabe duda de que las actrices se juegan mucho en la alfombra roja. El estilo que demuestran cuando asisten a una gala de premios o al estreno de una de sus películas no repercute únicamente en los contratos publicitarios que puedan obtener con marcas de moda y belleza, también tiene consecuencias directas en el número de espectadores que acuden a las salas motivados por el ruido mediático generado por determinado filme e incluso se refleja en la cantidad de papeles posteriores a los que puede optar. Porque si bien el talento de un actor se demuestra ante la cámara, sus dotes de promoción son tanto o más valoradas en un momento en el que el like en redes sociales tiene muchas más implicaciones que la de engordar el ego.

La nueva generación de rostros que brillan en Hollywood y más allá de las colinas de Los Ángeles parece haberlo entendido muy bien. Cada vez son más las actrices –y actores– que se emplean a fondo en una gira de promoción que puede acabar llevándolos a los Oscar o, por el contrario, desplomar la taquilla de sus más recientes trabajos. Y si existe un factor que determine el éxito de un tour de promoción, sin duda son los looks que los protagonistas lucen en alfombras rojas, premieres y photocalls. Zendaya es una de las que mejor lo sabe y, junto a su estilista Law Roach, no desaprovecha la oportunidad de convertir sus apariciones públicas y la ropa que luce en ellas en una extensión de sus trabajos. Solo hay que ver cuando se transformó en un robot luciendo un traje vintage de Mugler en el estreno de Dune 2 en Londres (una aparición que, según WWD , generó 13,3 millones de dólares en exposición mediática para Mugler) o cuando, un par de años antes, se convirtió en una mujer-araña durante la promoción de Spider-Man: Sin camino a casa. Ahora que ha empezado la gira mundial de su nueva película, Rivales, no ha dudado en lucir varios estilismos con guiños evidentes al tenis y su estética, temática principal del filme. ¿Su más reciente apuesta? Un vestido de Loewe creado por JW Anderson para ella en el que, además de un impresionante escote, luce la sombra de un tenista estampada sobre la cadera. Incluso se ha teñido el pelo de rubio dando comienzo a una nueva etapa en su vida profesional que tiene un claro reflejo en su imagen.

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Los anglosajones no han tardado en recurrir al término Method Dress para definir esta creciente tendencia por vestirse como lo harían sus personajes si saltaran de la pantalla al mundo real. El concepto hace referencia al método interpretativo popularizado por Marlon Brando o Al Pacino en el que el actor se sumerge en la piel de su personaje incluso cuando las cámaras dejan de rodar o el director grita 'corten'. Así, en los últimos tiempos hemos pasado de actrices que arqueaban las cejas cuando eran preguntadas acerca de la firma de su vestido en la alfombra roja –reclamando la atención para sus papeles, no para sus estilismos– a aquellas que han entendido el poder de la moda y piensan aprovecharlo. Naz Pérez, experto en cultura pop y crítico de cine, lo resume así para el diario The Telegraph: "Hemos pasado de preguntar de quién vistes a qué historia cuentas a través de tu ropa".

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Zendaya es experta en convertir su propia imagen en parte de la promoción de sus películas.

Margot Robbie es otro ejemplo de manual (quizá el mejor). La protagonista y productora de Barbie ha sido la mejor embajadora de la película marcándose una de las campañas de marketing mejor orquestada de la historia del cine. Para lograrlo la moda ha sido su gran aliada. De la mano de su estilista, Andrew Mukamal, Robbie ha recorrido el mundo convertida en un trasunto de Barbie dejando para el recuerdo looks que ya son icónicos: desde el Schiaparelli que la transformó en una Barbie de los sesenta hasta el Chanel rescatado de los años noventa pasando por el Versace a medida que lució en Seúl para emular a una muñeca de los ochenta. Son solo unos pocos ejemplos del increíble trabajo que convirtió cada aparición de la actriz en fuente de noticias, memes y aplausos para el que podría ser el armario mejor ejecutado –aunque para algunos haya resultado un poco empachoso– de un tour de promoción (tal ha sido su éxito que incluso se ha lanzado un libro, Barbie(TM): The World Tour, recopilando sus estilismos). ¿El golpe de efecto final? Plantarse en los Oscar enterrando su era 'Barbiecore' con un sencillo vestido negro.

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Margot Robbie y algunos de los looks más impactantes de la gira de promoción de ’Barbie’.

Si bien el Method Dress nació en tiempos del Hollywood dorado, cuando los diseñadores de vestuario que trabajaban para los principales estudios –MGM, Paramount o Warner Brothers– vestían a Grace Kelly, Audrey Hepburn o Elizabeth Taylor con vestidos inspirados en los trajes que usaban sus personajes, durante un tiempo lo prioritario en la alfombra roja fue sacarse partido. Las actrices querían verse guapas apostando por siluetas favorecedoras y vestidos 'bonitos'. Ahora, por encima de eso, cuenta que el diseño escogido tenga una narrativa detrás. De ahí que triunfen los diseños de archivo que dan pie a hablar de diseñadores de culto y colecciones icónicas y, por supuesto, los looks que recrean el imaginario de la película o serie de la que los actores han venido a hablar.

Lily Gladstone, que optó al Oscar a mejor actriz por su papel en Los asesinos de la luna, también demostró cómo una recién llegada a Hollywood puede competir en atención mediática con compañeras mucho más conocidas gracias a su apuesta por vestir diseñadores nativos americanos (y su empeño para que el público entendiera que los protagonistas del filme son los osage). También las apariciones de Dakota Johnson durante el estreno de Madame Web son dignas de mención. Tal y como explico su estilista, Kate Young, la idea era hacer guiños sutiles a la temática sin convertir la gira en una fiesta de disfraces. Lo lograron siguiendo una paleta cromática protagonizada por el negro y el rojo e impresionantes diseños firmados por Gucci o Annie's Ibiza que recreaban la textura de una tela de araña.

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Dakota Johnson, convertida en una mujer araña en el tour de promoción de ’Madame web’.

Queda claro que estar guapa en la alfombra roja ya no es suficiente. En 2024 se espera más que eso: contar una historia a través de aquello que se viste y que esa narrativa se sustente, a su vez, en los pilares de una firma de moda y una inspiración acordes a quién los luce y por qué los luce. El riesgo se premia por encima de la belleza entendida en su acepción más clásica y la premisa es extensible al armario masculino donde Timothée Chalamet es probablemente uno de los mejores embajadores del Method Dress. Estén atentos a sus pantallas (las del cine y las del móvil) para ser testigos de un año en el que las alfombras rojas prometen ser, más que nunca, las grandes generadoras de titulares y tendencias.

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Zendaya y Timothée Chalamet, dos expertos en convertirse en extensiones vivientes de sus personajes.