A veces, en el universo de los famosos, ocurre que los hijos se convierten en pequeñas extensiones de sus progenitores. Lo hemos visto en numerosas ocasiones, por ejemplo, con el clan Kardashian al completo, con la hija de Jlo que ha acompañado a su madre en el escenario en más de una ocasión o con los de Madonna. Sin embargo, entre todas estas pequeñas estrellas, hay una que en los últimos meses ha despuntado entre todos los demás: Blue Ivy. La hija de Beyoncé y Jay-Z ya apuntaba maneras desde muy pequeña y cuando se subió al escenario de la Super Bowl con su célebre madre más de uno ya auguraba aquello de "ha nacido una estrella". Tablas no le faltan a la mayor de los hijos de la pareja, eso está claro.

66th grammy awards show
JC Olivera//Getty Images

Esta vez, su aparición en los premios Grammy ha sido uno de los momentos estelares de la gala. Con su madre entre el público, esta vez en calidad de invitada y no de nominada, Blue Ivy subió al escenario para acompañar a su padre mientras recibía el premio Dr. Dre Global Impact Award, quien, con cierta tendencia a la polémica, aprovechó el momento para lanzar una queja por ser Beyoncé la que más premios Grammy ha recibido y que ninguno de ellos haya sido al mejor álbum (suponemos que Taylor Swift tiene algo que ver en esto).

Sin embrago, con su impresionante vestido de Vivienne Westwood, Blue Ivy consiguió eclipsar el poco acertado discurso de su padre. Todos los ojos estaban puestos en la niña que, con solo 12 años recién cumplidos, parecía mucho más mayor. Si nadie pone en tela de juicio la belleza del corsé victoriano y la falda abullonada de este look, en las redes sí se cuestiona si era un look acertado para una niña tan pequeña. Numerosas voces aseguran que fue una sobreexposición, quizá no necesaria, para alguien que aún ni ha llegado a la adolescencia mientras que otra gran parte, en su mayoría los millones de seguidores de Beyoncé, aplauden la elección. El debate está servido.