Lo que tus vacaciones de verano cuentan de ti
De Sotogrande a Torrevieja, a los españoles nos encanta catalogar a nuestros semejantes. Dime dónde veraneas y te diré quién eres.
España es un país de costumbres y por eso nos gusta tanto. Una de las más arraigadas es la del bien inmueble. Nos pirra comprar una casita; mucho más de lo que acostumbran a hacerlo nuestros vecinos europeos. Parecía que la crisis significaría todo un cambio de mentalidad pero los datos nos cuentan que, una vez recuperado cierto poder adquisitivo, hemos vuelto a las andadas.
Pero es que además somos más chulos que un ocho y no nos vale solo con una primera vivienda en el lugar de residencia. El sueño patrio pasa también por tener en propiedad un apartamentito en la planta 15 de un mastodonte en Benidorm o una preciosa casa de campo a pocos metros del Palau de Casavells; ya según gustos y posibilidades. Cuando además hemos visto reducidas las posibilidades de viajar al extranjero (escapadas invernales aparte), la costa española nos convida a todo un crisol de posibilidades. Compramos, heredamos y si no podemos, alquilamos. Pero lo que está claro es que el español medio necesita un lugar donde caerse muerto en la tórrida temporada estival.
Y si a esto sumamos que para los millennials -sí, otra vez tenemos que tirar de tan manido concepto- viajar se ha convertido en el mayor de los objetivos vitales, podemos llegar a entender que el destino que elijamos cada verano para pasar las vacaciones funcione a modo de marca candente de nuestro estilo de vida. Símbolo de posición y estatus. Pijerío máximo de club de polo, kilométricas playas levantinas atestadas hasta la bandera, calas turquesa de la costa balear o tranquilos parajes del norte peninsular. Dime dónde veraneas y te diré quién eres.
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