El 30 de enero de 1853, Eugenia de Montijo se convertía en emperatriz de Francia sellando su compromiso con Napoleón III (sobrino de Bonaparte) durante su boda Notre-Dame. Fue ese preciso momento, el instante cierto en el que la joven, que por entonces tenía 27 años, ponía inicio a, no solo su camino como una de las mujeres más afamadas de la época, sino su andadura como una de las figuras que más peso tuvieron en el mundo de la moda.

Decían que reinaba influía en las tendencias tanto como sobre Francia (en un contexto en el que la mujer solía estar en un segundo plano, ella participaba en importantes toma de decisiones del gobierno), y era, sin lugar a dudas, la mejor clienta y amiga del prestigioso diseñador que inauguró la Alta Costura, Charles Federick Worth, responsable de la mayoría de looks de su vestuario. Las mujeres de las clases burguesas del momento copiaban su estilo, donde predominaban las prendas con escote barco para resaltar los hombros, las redes para recoger su cabello, los corsés, o la superposición de collares de perlas. Tanta fue su huella que, marcas como Alexander McQueen, incluso llegaron a crear colecciones inspiradas en ella en 2013, y Pilar Dalbat lo hará este año en la MBFW Madrid y en la Semana de la Moda de París. Sin embargo, más allá de esta impronta, hay otra que Eugenia de Montijo también nos dejó a su paso: el palacio que le perteneció durante el siglo XIX en Toledo, reconvertido ahora en uno de los hoteles de lujo más bonitos de toda nuestra geografía patria.

El Eugenia de Montijo, perteneciente al prestigioso sello Autograph Collection del grupo Marriott, al igual que la estética de la emperatriz, destila romanticismo. Ahora que San Valentín está al caer, y la ciudad castellana se encuentra en una localización perfecta para realizar una escapada, este íntimo alojamiento nos ofrece la oportunidad perfecta para desconectar unos días y dormir, literal, como parte de la monarquía. Y no como cualquiera, sino como una monarca superior, pues el Hotel Eugenia de Montijo, restaurado por los arquitectos españoles Bernar y Sainz de Vicuña, junto con el Diseño de Interiores Leitmotiv, recrea diferentes momentos de la vida de la Emperatriz en sus estancias palaciegas. Pasear por él es como adentrarse en su universo, ya que sus espacios respetan la esencia tradicional del patrimonio del edificio, pero cuentan con guiños modernos que se adaptan a los tiempos para satisfacer nuestras necesidades más actuales.

Comer en el hotel Eugenia de Montijo: un homenaje al paladar

Del restaurante Federico al desayuno de The Dressing

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Hotel Eugenia de Montijo / Paolo Evangelista

Combinando tanto accesorios metálicos de diseño hasta lujosos muebles de terciopelo, todo allí está pensado para dar rienda suelta a nuestra faceta más hedonística y disfrutar. Incluso, si no tienes pensado dormir allí, basta con visitar su restaurante Federico, emplazado en el que fuera el Torreón del Palacio, para comprobar su esencia. Allí, los fines de semana puedes reservar un menú de brunch, o pasar directamente a las comidas.

El Federico homenajea con su nombre al diseñador de cabecera de la emperatriz, y toma como base la rica cocina tradicional de taberna toledana (estaremos de acuerdo en que hay pocas mejores), y la conjuga con aires vanguardistas en un espacio acogedor e íntimo, donde prima el producto local de mercado. Salmorejo, anchoas del Cantábrico elaboración artesanal acompañadas de pan cristal, tablas de queso de la Mancha, salmón a la plancha con crema de guisantes y ali oli de ajo negro de Pedroñeras, estofado de perdiz, solomillo 100% Black Angus con Parmentier y pimientos asados, o mejillones la Riviere con funky chips son tan solo algunas de las propuestas de su carta que hacen la boca agua a cualquier comensal.

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Hotel Eugenia de Montijo / Paolo Evangelista

En cuanto a la bebida, Federico tampoco defrauda. Cuenta con una carta de vinos espectacular (con vinos de la Bodega Alta Pavina), Champagne, cava, destilados y una variedad de cócteles que merece la pena probar. Pero, si lo que te apetece es cambiar de ambiente, para terminar bien tu cita romántica, el bar del vestíbulo también es otra opción ideal. Envuelto en techos artesonados, con elegantes tonos de grafito, azul profundo y mármol blanco, y situado bajo una impresionante cúpula de cristal, se impone como el lugar perfecto para disfrutar de un cóctel o alguna bebida y poner el broche final a la noche. Pero si en cambio, decides quedarte a dormir, comprobarás estas dos ofertas del Federico y del lobby se completan en una sintonía perfecta con The Dressing, lugar del desayuno.

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Hotel Eugenia de Montijo / Paolo Evangelista

Inspirado en el vestidor original de la Emperatriz - rodeado de espejos, biombos, vestidos o sombreros con plumas-, The Dressing actúa como el primer espacio donde recargar las pilas por la mañana. Su desayuno es de estilo buffet, y en él encontramos café natural de Costa Rica, y un amplio abanico de delicias, como panadería o pan de masa madre, tostadas de salmón o de jamón ibérico, menú de huevos a elegir o tortitas, entre otras opciones. Y aún hay más, pues para rendir gala a la ciudad sobre la que se ubica, el hotel también dispone del Mazapán Corner, un rincón que cautivará a los amantes del dulce y más golosos.

Habitaciones que son un oasis de descanso

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Hotel Eugenia de Montijo / Paolo Evangelista

Si bien comer es parte indudable del viaje, el descanso también. Y, en eso, en el Hotel Eugenia de Montijo son expertos. Suma tan solo 40 habitaciones de tres estilos y dos suites diferentes, y ofrece a cada huésped la posibilidad de escoger en cuál dormir. Dependiendo de la escogida, puedes despertarte viendo la luz cálida de su histórica ciudad, o con los Montes de Toledo como telón de fondo. Eso sí, en todas ellas te encontrarás un interiorismo exquisito protagonizado por tonos neutros y pequeños toques de color, o detalles como doseles de cama, que respiran el ADN palacial que caracteriza al edificio, destilando lujo y sofisticación en cada rincón.

Paraíso wellness

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Hotel Eugenia de Montijo / Paolo Evangelista

Cuando afirmamos que el hotel Eugenia de Montijo es un paraíso romántico tenemos razones para hacerlo. Como cualquier alojamiento que busque priorizar el bienestar de sus clientes, y ofrecerles experiencias que recordar siempre, este cinco estrellas cuenta con un espacio de Spa, el que ellos mismos denominan "el Baño de Eugenia".

En un entorno de arquitectura romana original, este wellness center de Natura Bissé, ofrece la posibilidad de darse un baño de vapor, de pasar un rato en la sauna, o de relajarse en la piscina de chorros, además de contratar varios tratamientos faciales y corporales o manicura. Toda una experiencia para regalar (o también regalarse) que ha sido avalada como mejor marca de Spa del Mundo, en los World Spa Awards de 2018, 2019, 2020 y 2021.

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Hotel Eugenia de Montijo / Paolo Evangelista

Para completar la experiencia, también se pueden reservar diferentes actividades tanto en el interior del que fuera un palacio, como en los alrededores del mismo y por la ciudad. Talleres de cocina de mazapán o clases magistrales en el bar sobre elaboración de cócteles, aprender el antiguo arte del damasquinado (incrustación de diferentes metales), visitas culturales privadas como El Entierro del Conde de Orgaz con música, cócteles privados en la Sinagoga de Santa María la Blanca o cenas en el claustro de la Catedral.

a restaurant with tables and chairs
Hotel Eugenia de Montijo / Paolo Evangelista

Pasar un San Valentín en casa o en algún restaurante de tu ciudad está bien, pero la experiencia es mucho mejor si cambiamos de aires. No es necesario coger un avión, a veces para sorprenderse no hace falta más que conducir una hora y llegar a Toledo.