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"No hay tráfico ni ruido de los aviones, no hay contaminación lumínica, solo el sonido del río Tamar y la vista de de los árboles en el jardín de Repton". Existen pocas definiciones mejores del hotel Endsleigh que la que la que ofrecen desde el propio alojamiento. Y es que hablar de un templo del descanso que fue encargado por, nada menos, que la duquesa de Bedford, Georgina Rusell (casada con uno de los hombres de mayor fortuna de Reino Unido, Edwin Landseer), es sinónimo de hablar de exclusividad, intimidad y espacio. Porque en Endsleigh se trata de sentirse noble, y esos son, al fin y al cabo, los requisitos imprescindibles para lograrlo.

Esta residencia, situada en la frontera entre Devon y Cornualles, era la antigua casa de verano de la duquesa, pero ahora es uno de los hoteles Gran Bretaña que más pasiones levantan entre todos los viajeros que buscan escaparse a la campiña y desconectar unos días en uno de los parajes británicos más bellos y auténticos. En su lista de huéspedes cuenta con nombres tan exclusivos como el de la Rosie Huntington-Whiteley, que como nativa de Plymouth que es, siempre escoge los mejores lugares del país para alojarse. Pero la modelo no ha sido la única en sorprendernos pasando por sus estancias, sino que también hemos visto por allí a otra duquesa, la de Griñón. Tamara Falcó, acompañada de su marido, Íñigo Onieva, también nos sorprendía recientemente disfrutando de sus instalaciones en uno de los muchos viajes que está realizando este año. Y no sorprende, pues el Endsleigh es un refugio de invierno de esos de los que da pereza salir, porque su interior abraza con calidez a todo el que lo pisa.

tamara falco devon
@tamara_falco//Instagram

Si el paisaje que le rodea cautiva, dentro, todas sus estancias destilan romanticismo. Hay jarrones de flores en cada una de ellas, y los colores que bañan al hotel coordinan en sintonía con ellos. El verde, lila, beige o gris se fusionan en armonía con muebles de madera, que nos recuerdan que se trata de un espacio de la nobleza.

hotel devon
@hotelendsleigh//Instagram

En Endsleigh distinguimos dos salones con chimeneas, cuadros con pinturas botánicas y una decoración que te hace sentirte en casa. Cerca de uno de ellos se encuentra el comedor que, con paredes empapeladas, también con dibujos naturales, acoge a los comensales para cualquiera de las tres comidas del día, e incluso para la tradicional hora del té. En el menú hay opciones como ostras, lenguado, risotto de calabaza e, incluso, opciones más informales como una selección de sándwiches, como el de pollo o el de (sí) burrata abierta. Además, en el establo del alojamiento se celebran las cenas más exclusivas, donde se festeja las ocasiones más privadas.

No puede haber buen hotel sin buenas habitaciones. Pero es que en este hay tan solo 21 dormitorios, que siguen la misma estética del resto del alojamiento. Paredes pintadas a mano, tapices florales, y, dependiendo de la que sus huéspedes escojan, las hay que cuentan con un baño que antiguamente era una capilla privada. Allí lo único que te despierta, como dicen sus responsables, es el canto de los pájaros.

a bedroom with a bed and a window
@hotelendsleigh

Aunque una vez allí apetece quedarse dentro del hotel, sus jardines, diseñados hace más de 200 años por Humphry Repton como encargo de la duquesa, bien merecen un paseo. Para explorarlos, el hotel cuenta con una sala de botas de agua (y hasta con herramientas de pesca) para que todo el que se aloje allí pueda explorar sus alrededores de manera cómoda, y sin temor a ensuciarse si ha llovido. Calzarse unas es recomendable, pues en esos jardines hay un entramado de avenidas de rosas, cascadas, césped de croquet, mesa de ping pong y hamacas emplazadas en lugares estratégicos que impresiona nada más verlo. Para una experiencia completa, incluso se puede pedir la compañía del jardinero Ben Ruscombe-King, quien explica el recorrido al detalle.

hotel devon dormir donde
@rosiehw

¿Y para una excursión fuera del terreno? El zoológico de Dartmoor, una comida en Cotehele, un paseo por la playa de Widemouth Bay, dejarse llevar por el encanto de las calles comerciales de Tavistock, una visita al Coombeshead Farm, o, por qué no, comprar algún producto del mercado Pannier. Que su localización sea una de las preferidas de la familia real británica guarda sentido.