Hasta el sábado 14 de marzo nuestra vida era muy distinta a la actual. Pasear, quedar con la familia, coger el transporte público o acudir a tomar algo con amigos a un bar eran planes habituales. Pero el decreto del estado de alarma prohibía salir a la calle salvo para realizar tareas básicas como acudir al trabajo, hacer la compra o ir al médico. Desde entonces, muchas personas no han vuelto a pisar la calle y ante la posibilidad de reanudar los paseos a partir del 2 de mayo, el miedo a salir a la calle puede detenernos.

Irene Giménez, especialista en Psicología en el Institut Dra. Natalia Ribé, augura un cóctel de emociones al pensar en ese regreso a la calle: "Es evidente que aflorarán los miedos, la ansiedad, las preocupaciones… pero también el cariño y la alegría al ir viendo de lejos a las personas de nuestro entorno, de nuestro barrio, y ver que están bien. Aún es pronto para evaluar las consecuencias a nivel psicológico del confinamiento en los distintos sectores de la población. En este regreso a las rutinas se hará también visible la capacidad de ciertas personas para adaptarse a las adversidades que vayan aconteciendo", explica.

Pero el temor al contagio, al propio y en algunos casos a contagiar al otro si lo vemos más vulnerable, va a estar ahí. "También el miedo a ser etiquetados como población de riesgo contagiosa, como gente mayor, o si alguien sabe que lo hemos pasado o que en nuestra familia alguien lo pasó", apunta José Ramón Ubieto, profesor colaborador de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC.

Nos han repetido que nos quedemos en casa para protegernos. Toca deshacer ese nudo

No hay que temer al miedo, porque es una emoción necesaria que nos protege y nos hace responsables a la hora de tomar medidas distanciamiento social, el uso de mascarilla, el lavado frecuente de manos, etc. Pero cuando sobrepasa los límites en frecuencia e intensidad "puede ser limitante, dando lugar a la aparición de fobias. En el caso del confinamiento, una de las posibles fobias a las que habrá que prestar especial atención será justamente la conocida como agorafobia. Nos sentimos seguros dentro de nuestro hogar. Nos han repetido constantemente que nos quedemos en casa si queremos protegernos y proteger a nuestros seres queridos. Ahora toca ir deshaciendo lentamente el nudo, lo cual no es fácil", explica Irene Giménez.

Aunque no sea una tarea sencilla hay distintos consejos que nos pueden ayudar a deshacernos de ese miedo paralizante a salir a la calle. Un primer consejo sería enfrentarnos a ello de manera gradual: "Podemos ponernos pequeñas metas a la hora de salir, e ir aumentado poco a poco tanto el tiempo, como la distancia o el tipo de actividad, siempre de manera acorde a la normativa oficial de desconfinamiento y aplicando rigurosamente las medidas de protección", apunta Giménez.

Podemos ponernos metas y practicar técnicas de relajación

Los momentos previos a esa primera salida también son importantes y hay distintas maneras de prepararse para ello, ahonda la experta: "Cualquier técnica de relajación nos facilitará reducir la sintomatología ansiosa, siendo las técnicas estrella la respiración diafragmática y la relajación muscular de Jacobson. Con la primera, conseguimos una respiración menos superficial y evitamos hiperventilar, por lo que nuestro corazón tiene que trabajar menos y nuestra frecuencia cardíaca disminuye. Con la segunda, conseguimos mediante la contracción/relajación de diversos grupos musculares, una desactivación fisiológica".

El mindfulness también es otra herramienta que nos puede ayudar, tal y como apunta Carlos Rey, psicólogo y fundador de UPAD Psicología y Coaching: "De igual modo que a los sanitarios españoles les han enseñado estrategias de relajación o mindfulness para gestionar sus capacidades mentales a la hora de desarrollar su trabajo durante esta pandemia, ante una carga descomunal de tareas y pacientes, el ciudadano de a pie también se puede beneficiar de ese tipo de técnicas para afrontar ese tipo de actividades que impliquen mayores niveles de riesgo de contagio".

Compartir nuestros miedos y preocupaciones con las personas que nos rodean también puede ser beneficioso, pues nos puede ayudar a ver las cosas desde otro punto de vista o incluso a relativizar nuestros pensamientos. No todas las personas van a sentir el mismo miedo: las habrá que estén deseando salir, y otras que prefieran dejar pasar la oportunidad y seguir en casa. ¿Quienes están más predispuestos a sentir miedo? Irene Giménez apunta que "los perfiles más ansiosos y con menor capacidad de adaptación frente a las adversidades, menos resilientes. También puede darse en personas sin antecedentes en este aspecto, o que hayan podido sufrir los estragos de la enfermedad por Covid-19 en algún ser querido. También los grupos de mayor riesgo por razones obvias (personas mayores, inmunodeprimidas, etc.)". José Ramón Ubieto también añade a "aquellas personas que se hayan sentido vulnerables por vivencia de rechazo, como emigrantes sin papeles o personas con estigma de salud mental".

Una vez que nos hayamos preparado previamente en casa con técnicas de relajación para ese primer paseo, hay otras recomendaciones que nos pueden ayudar. "Respetar las normas y las medidas de protección establecidas. Debemos ser muy estrictos en ese aspecto, porque evidentemente la amenaza es real, pero podremos ir adaptándonos a cierta nueva normalidad si hacemos las cosas correctamente", apunta Giménez.

También focalizar nuestra atención: "Disfrutar del paisaje, si tenemos oportunidad de caminar por parques o jardines, respirar aire puro, sentir mi cuerpo desplazándose, pueden ser algunas opciones para mantener mi mente en lo que si me puede ayudar a lograr mis objetivos, que no son otros que disfrutar del aire fresco, sin descuidar las recomendaciones de las autoridades sanitarias", añade Carlos Rey. Si aún así el miedo sigue siendo paralizante, es recomendable consultar con un psicólogo.