Cuando en diciembre de 2007 inauguraron las oficinas de Google España en la madrileña Torre Picasso, la gran mayoría de los trabajadores de este país no podían creer lo que veían. Biblioteca, sala de juegos, duchas, servicios de fisioterapia, habitáculos insonorizados para videoconferencias, teletrabajo, zonas de descanso, cantina… Tan solo tres meses después de que dieran a conocer sus instalaciones recibieron más de medio millón de solicitudes para incorporarse a la empresa. Esto no hizo más que poner en duda la conciliación laboral y familiar en nuestro país, y hacerse una pregunta: ¿estamos frustrados con nuestro empleo? Los datos son aterradores. Para el 87% de las personas, su trabajo es más una fuente de frustración que de satisfacción.

El psicólogo estadounidense Barry Schwartz recogió en Why We Work una estadísitica aún más enervante: casi el 90% de las personas adultas pasan la mitad de sus vidas haciendo cosas que si pudieran no harían, en lugares en los que si pudieran no estarían. Según las encuestas parece que somos esclavos del sistema laboral, donde solo el 13% de los trabajadores se sienten verdaderamente comprometidos en sus trabajos. ¿Qué está sucediendo? ¿Cuándo consideramos que nuestro trabajo se convierte en lujo? Las jornadas exhaustas de horarios ilimitados, la falta de conciliación laboral y familiar, la presión por la productividad, el descrédito de la meritocracia y la escasa movilidad funcional en la empresa han hecho que nos planteemos cuestiones como la de regresar de la ciudad al campo, reciclar nuestro futuro profesional o, simplemente, no adquirir ningún compromiso con tu contratador.

Sin embargo, a lo largo de la última década, las empresas se han hecho estas preguntas y han querido mejorar sus condiciones para aumentar la productividad y, sobre todo, la felicidad y el bienestar de los empleados. ¿Cómo? Los ejemplos más acertados los encontramos en España. La consultora inmobiliaria CBRE, líder en Real Estate, comprendió que debía aumentar la calidad de los servicios a sus empleados para mejorar la productividad. De esta forma, colocaron en sus oficinas del Paseo de la Castellana de Madrid sillas con pedales para ejercitar las piernas, asientos columpios, mesas abatibles para corregir las posturas cervicales, robots que permiten las videoconferencias en movimiento, gimnasio, actividades físicas gratuitas, zonas de descanso… «En la medida de que tengamos a los trabajadores más felices y cómodos en el espacio de trabajo se incrementa la productividad en un 30%.

Lo importante es que hagas tu trabajo y cumplas tus objetivos, calentar la silla no es una opción», dice Muriel Altunaga, Global Workplace Solutions de CBRE. Que te cuiden debe ser una obligación de las empresas, pero, por supuesto, también va en función del sueldo. Este tipo de iniciativas promueve la felicidad de los empleados y repercute en la productividad de la compañía, se reduce la rotación y consiguen un fuerte sentimiento de pertenencia. En la compañía cervecera Mahou existe la llamada ‘Política de las 18.30’, como tarde todos los empleados deben salir a esa hora, y a las 18.15 suena una música para avisar de que se acerca la hora de salir de la oficina.

Palibex es una empresa de transportes del municipio de Villaverde que acaba de salir en las páginas de Financial Times por su gran crecimiento. Albergan la mayor colección de arte urbano de España, cuentan con fisioterapeutas y nutricionistas para sus conductores, y al cumplir un año en la empresa el trabajador pasa a ser indefinido. Su lema es sencillo: «Trabajamos para crear un entorno favorable, para que la gente sea más feliz y tengan mejor vida». La empresa más llamativa de todas es Liberty Seguros, la primera que creó un Departamento del Bienestar y ha obtenido el galardón al mejor lugar de España para trabajar según el instituto Great Place to Work, que estudia y premia los mejores centros de más de 45 países. Pagan a sus empleados si acuden al trabajo cada mañana en bicicleta (0,37 euros el km), ayudando así a la sostenibilidad del planeta y a luchar contra el cambio climático, contratan a monitores en los días sin colegio, para que los pequeños estén atendidos mientras sus padres trabajan en las mismas instalaciones, y han creado un Área de Training, que ha demostrado que entre sus empleados se ha disminuido el colesterol, la hipertensión y el absentismo laboral.

Pero, ¿realmente es que nos aprecian o es que así les salimos más rentables? Es una tendencia progresiva que las empresas se ocupen (y preocupen) cada vez más de sus empleados. Así lo asegura el Instituto Nacional de Seguridad, Salud y Bienestar en el trabajo. No es necesario ser una gran empresa para promover la salud de sus trabajadores. Jerónimo Maqueda, presidente de la Comisión Nacional de Medicina del Trabajo, asegura que actualmente la depresión es la segunda causa de absentismo laboral en nuestro país, la primera son los trastornos músculo-esqueléticos, nos encontramos con una población que va envejeciendo.

Hoy por hoy por normativa no se les obliga a las empresas a tener una responsabilidad social corporativa, pero los hechos conducirán a ello en los próximos años, y es que con buenas prácticas en la empresa se puede llegar a reducir un 40% el absentismo laboral. Iris Córdoba Mondéjar es la general manager at Global Sport Innovation Center powered by Microsoft y fue reconocida como una de las mujeres más influyentes de la industria del deporte y las startups. Para Iris, «el trabajo se convierte en un lujo cuando realmente sientes que lo que estás haciendo aporta valor al sector que representa y cuando ese valor te reporta en satisfacción personal». O sea, de aquí podemos deducir que también las relaciones laborales son satisfactorias cuando no es algo unilateral, solo por parte de la empresa, sino que también viene de nosotros.

La escritora Julia Hobsbawm afirmó el pasado año en la Bazaar At Work Summit que «deberíamos proteger nuestra agenda como a nuestro propio cuerpo y no permitir que nadie lo invada sin nuestro permiso expreso». De esta opinión es Kristina Blahnik, CEO de Manolo Blahnik, quien advierte: «Cree tiempo de flujo en su diario y protéjalo contra la tentación de las interrupciones, necesita tiempo y espacio para desarrollar una estrategia creativa». Desde planificar el vestuario a desconectar de tus e-mails durante un día y aprender a decir no.

Son cuestiones que debemos plantearnos los empleados. Córdoba Mondéjar continúa diciendo que «el trabajo se convierte en lujo cuando tienes un equipo en quien confiar, en quien delegar con flexibilidad al cambio y sensibilidad al cliente. Si lo proyecto a nivel personal, es un lujo cuando puedes compatibilizar con tu propósito en la vida –y acaba–. El lujo mayor es cuando llegas a casa y tus hijos se sienten orgullosos de ti, entonces todo cobra sentido». Y es que «trabajar mucho en algo que odias se llama estrés, trabajar mucho en algo que amas se llama pasión», asegura a Harper’s Bazaar Alicia Asín, cofundadora y consejera delegada de Libelium, experta española en Inteligencia Artificial, IoT y Big Data, y que recibió un premio en 2018 para mujeres innovadoras de la UE. «Un trabajo que nos empodere, nos realice, nos dé la oportunidad de conocer nuevas personas, lugares y conceptos, pero que al mismo tiempo nos permita tener una vida al margen de él, es un verdadero lujo. Esto último es clave, al igual que pasa con las parejas: aspiramos a estar con alguien que nos llene y nos aporte, pero que no absorba al 100% nuestra personalidad para que podamos seguir creciendo», remata Asín.

Para Susana Voces, vicepresidenta de Restaurantes de Deliveroo España, «el lujo es saber para qué trabajas y no se mide por las cosas que poseemos, sino por la coherencia entre tu propósito individual y las tareas que realizas, en el lado profesional, y por los afectos que cosechas, en el lado personal. Así entendido, el mayor lujo en un trabajo es sentir que estás sirviendo a tu propósito y, gracias a ello, generando bienestar entre las personas de tu equipo, y más allá de las paredes de la empresa, entre los clientes a los que sirves». En definitiva, la visión y los valores de la empleada y la empresa deben encajar y reconocerse, sentir que ‘estás en casa’.

Así lo reconoce Luisa Alli, directora de comunicación y miembro del Comité Ejecutivo de IKEA en España, para quien hablar de lujo es también «hablar de políticas que mejoran las condiciones laborales, incluso por encima de las del sector, medidas que fomentan la conciliación, la diversidad, la igualdad, la flexibilidad y oportunidades de promoción que sean iguales para todos y todas». Por ello, debemos finalizar con un perfil que aúna gran parte de todo esto. En 2008, Telefónica España abrió toda una ciudad para sus 12.000 empleados en el distrito madrileño de Las Tablas. 22 hectáreas con 13 edificios de oficinas, centro comercial con supermercados, restaurantes, guarderías, peluquerías, farmacia, gimnasios y hasta su propia parada de metro, todo enfocado y puesto al servicio de sus propios trabajadores.

Cuentan con el servicio Fazilita, que permite a los empleados desde arreglar la tapa de un zapato de tacón, hacer una copia de llave, comprar detalles para un cumpleaños que tienes después de trabajar o un servicio de mensajería que se necesita con urgencia. Se trata de que los trabajadores tengan todos los servicios a mano para conciliar la faceta laboral y personal, y su propósito no es más que retener el talento. Pero, ¿todas las empresas ponen a nuestra disposición estos servicios? Reflexiona y pregúntate ¿es mi trabajo un lujo?