A fuego lento. Todas las cosas buenas de la vida se cocinan así. Nunca falla. De hecho, en lo que a gastronomía se refiere, más de una se habrá dado cuenta de que el secreto mejor guardado de las abuelas en la cocina no era, en realidad, un secreto, sino una cualidad: la paciencia. Y es que las prisas nunca han servido de nada en los fogones, donde cada ingrediente tiene su tempo, y los paladares no perdonan.

Sin embargo, cuando lo que se busca es una alimentación saludable sin perder de vista el sabor de la comida casera, y lo que faltan no son ganas, sino horas para hacerlo, solo quedan dos opciones: rendirse a la plancha, las ensaladas y los terribles precocinados o hacerse con una olla de cocción lenta o slow cooker.

“Las nuevas generaciones también necesitan comer (bien) sin dejarse la vida en ello. Nada nos gusta más que un guiso lento hecho al chup chup”, cuenta Marta Miranda, la fundadora del blog por excelencia de las amantes del fuego lento, Crockpotting. Cuando ella comenzó a trastear con este electrodoméstico, en España apenas se conocía, y no había ni recetas ni platos adaptados a nuestro idioma y cultura. “Como llevaba años dedicada a los blogs profesionales y a la creación de contenidos, decidí trabajar este nicho y crear una página de referencia en slow cooking en castellano”, señala. Ahora, miles de personas consultan todas sus recetas y mañas aprendidas durante estos últimos cinco años para aprender esta nueva forma de cocinar, lejos del estrés al que están acostumbrados.

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Este electrodoméstico que lleva años arrasando en las cocinas estadounidenses, formado por una carcasa de metal que se enchufa a la corriente eléctrica y un recipiente extraíble de cerámica, apareció en España hace algún tiempo, ganándose el amor eterno de las familias más ajetreadas. ¿La razón de este inevitable romance? El olor a comida recién hecha al llegar a casa tras una larga jornada de trabajo. Aunque no solo eso, también su versatilidad, dado que permite elaborar todo tipo de platos, y el ahorro que supone su uso debido a su bajo consumo eléctrico comparado con la vitrocerámica convencional. Sopas, asados, guisos, pastas e incluso bizcochos. Cualquier receta puede adaptarse al método slow, programarse y encontrarse lista a la hora de comer.

Edurne Ubani, fundadora de uno de los blogs de referencia de nutrición evolutiva y estilo de vida saludable, Eva Muerde la Manzana es otra gran defensora de la cocina lenta: “Es curioso decir que un electrodoméstico te puede cambiar la vida, pero así fue para mí. La cocción lenta va mucho más allá de un buen guiso, aunque por supuesto es una de sus muchas ventajas. Lo que te regala una slow cooker es algo muy importante en este loco mundo moderno: te da tiempo”, explica. Tiempo para alejarte de los fogones y, como dice Ubani, para dedicar a todas esas cosas que se dejan aparcadas por las prisas.

La gran aliada para una vida saludable

“Para comer sano tenemos que meternos en la cocina y volver a la cocinar desde cero a partir de una materia prima básica (verduras y frutas frescas, pescado, carnes, huevos, legumbres) y prescindir de tantos alimentos procesados que han ido acaparando nuestras cocinas”, señala la experta en nutrición evolutiva. Por eso, familiarizarse con una slow cooker podría ser una forma de recuperar el interés por la nutrición sin tener que invertir un tiempo que, a veces, no se tiene.

“Con la slow cooker podrás crear una atmósfera húmeda para cocinar, reteniendo un aromático y sabroso vapor, que casi recuerda a un tagine. Las quiches quedan cremosas y húmedas (estas se hacen sin la masa, lo cual las hace más saludables, más sencillas e igual de deliciosas que sus primas horneadas). También quedan bien los platos con pescado, ya que se cocinan de forma suave y no se deshacen”, defiende apelando a recetas compartidas en su libro Paleo sin Excusas. Y para los que aún se muestran reticentes a probar las verduras, Ubani aconseja tomarlas a modo de gratinado en capas, y aromatizadas con hierbas y especias.

Pero, además, lo mejor de este electrodoméstico es que te ofrece un atajo sin sacrificar el sabor ni la calidad. “Por ejemplo, podemos coger algunos de los cortes de carne más económicos y convertirlos en auténticos manjares después de varias horas guisando a fuego lento. Pero esas cocciones de 8 o 10 horas no son la única ventaja de una olla lenta. Echa un poco de agua en el fondo de la olla y tienes un baño maría, perfecto para cocinar un flan o unas natillas. En verano podrás asar sin tener que encender el horno y recalentar la cocina”, añade Ubani.

Estofado al aroma de naranja, de Edurne Ubani

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Paleo Sin Excusas

Ingredientes

  • 1 kg de morcillo o carne para guisar cortada en trozos
  • 2-3 cucharadas soperas de aceite de coco
  • 1 zanahoria en rodajas
  • Una cebolla picada
  • Un trozo de jengibre fresco
  • 2 dientes de ajo prensados
  • Una cucharada sopera de tomate concentrado
  • Zumo y ralladura de una naranja
  • Un vasito de vino blanco
  • 750 ml de caldo de pollo
  • Sal y pimienta
  • 3 cucharadas soperas de perefil picado
  • 1 diente de ajo picado finamente

Preparación

Calienta una cazuela a fuego medio alto, pon el aceite de coco, sala la carne, dórala y retírala.

Baja el fuego y añade un poco más de aceite para saltear la zanahoria, la cebolla y el jengibre durante unos minutos. Luego echa el ajo y rehoga hasta que desprenda su aroma. Añade el tomate concentrado y mezcla todo.

Mete la carne en la slow cooker y agrega la salsa con las verduras, el zumo de naranja y el vino. Echa 250 ml de caldo de pollo, sal y pimienta y cocina durante 11 horas. Es posible que al finalizar la cocción haya que reducir un poco la salsa para conseguir la textura deseada.