¿Cuál es el precio a pagar para vivir en ‘Big Little Lies’?
California, gente rica pasándolo mal, violencia doméstica, acoso escolar, envidia, poder, alcohol y sexo. Todo tiene un gran precio en ‘Big Little Lies’. Y no sólo el asesinato.
“En todas las casas cuecen habas; y en la mía, a calderadas”. Tan importante y necesaria tuerca del refranero español, sentenciada ya por Cervantes en El Quijote hace varios siglos, tiene uno de sus últimos capítulos en Big Little Lies.
En la serie revelación del año, parida por HBO, los ricos vuelven a llorar con ganas, pero desde el otro lado de las cortinas de sus despampanantes mansiones del norte de California, con vistas al Pacífico. ¿Pueden los dramas de la vida adulta unir a todas las clases sociales? Pueden.
Porque en esta Mujeres al borde de un ataque de nervios, con filtro ‘instagrameable’, pasando por una nueva versión de la saga de las Real Housewives of buenas cuentas bancarias, y una liga de la justicia de cualquier película de superhéroes, todo se cuece a fuego lento. Desde la melancolía que pueda tener un copazo de vino al atardecer, a la hipoteca de la terraza desde la que se frunce el ceño mirando a lo infinito del océano.
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