Kim Kardashian: billete de ida a la fama global
A nadie le es ajeno el nombre de Kim Kardashian; ni sus medidas, ni su inclinación por la ropa de firma, ni su gusto por meter carrillo y apretar los labios cuando se hace un selfie, ni que se ha convertido en la famosa por excelencia en los tiempos que corren. Eso sí, que nadie piense que la fama le ha llegado por ensalmo porque la chica ha tenido que ir peldaño a peldaño hasta llegar a ser medalla de oro en el póduim de la celebridad.
Al hilo de la carrera presidencial a los Estados Unidos, el siempre ácido y elocuente Jordi Labanda lanzaba una sentencia en formato viñeta de lo más acertada: el fenómeno Donald Trump es un mal chiste que dura demasiado, lo mismo que pensé de Lady Gaga. Ahora introduzcan (así sea en calzador) el nombre de Kim Kardashian, y jueguen a alterar los elementos, porque en este silogismo el orden de factores no altera el producto. Hablar de ellos es hacer que ruede la rueda.
La hija de Robert Kardashian, el abogado del caso O.J.Simpson, y Kris Jenner, una señora ávida de foco, despertó frente a las cámaras y en prime time. El reality Keeping Up with the Kardashian ha presentado a la familia californiana más famosa de los últimos tiempos; por el simple y mero hecho de ser (familia y famosa). Pero ahí están, copando portadas, admirando desfiles en posición privilegiada, entrando y saliendo de hoteles de cinco estrellas o luciendo palmito frente a un aluvión de flashes. Y entre el elenco de hermanas Kardashian y Jenner, ella –la esposa de Kanye West– es la joya de la corona. Kim Kardashian, una presencia obligatoria en cualquier evento de postín, ha hecho de su vida un arte; y ante tal afirmación convergen seguidores y detractores aunque a algunos pese el chiste de Labanda. Así pasó de 0 a 100 Kim Kardashian, a base de momentos (casi mejor anécdotas) que jalonan su carrera al altar de la fama.
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