¡Viva San Fermín; Gora San Fermín! Como cada año desde hace cientos, esas palabras se han escuchado a las 12 de este mediodía en la Casa Consistorial de Pamplona para dar pistoletazo de salida a una de las fiestas patronales más conocidas del mundo. Unas celebraciones centenarias que cada año reúnen en la capital navarra a más de un millón de personas y que son -y no deberían dejar nunca de ser nunca- símbolo de jarana, diversión, respeto y buenos alimentos.

Algo que empezó a ponerse en duda en 2008 cuando Nagore Laffage murió asesinada a manos de un tal Diego Yllanes, con quien se negó a mantener relaciones sexuales. La alarma saltaba entonces y nos ponía una vez más en alerta sobre una lacra que azota España y que seguimos siendo incapaces de paliar: la de la inaguantable violencia sexista, las agresiones, el machismo estructural, el maltrato y la muerte de mujeres a manos de hombres que se piensan tiranos poseedores de vidas ajenas. No acabó ahí el horror: en los años que siguieron las denuncias por abusos y violaciones se sucedieron imparables, llegando a su punto álgido en la pasada edición de 2016 cuando éstas llegaron a multiplicarse por cuatro. Se detuvo a una quincena de personas y se denunciaron un total de siete abusos, un intento de violación y cuatro violaciones en cinco días de sanfermines. Entre ellas, a ninguno se nos olvidan los hechos relatados por la joven que espera juicio en otoño por la violación grupal que presuntamente habría sufrido a manos de cinco individuos autodenominados como 'La Manada'. Cinco hombres sevillanos -entre ellos uno Guardia Civil- que habrían grabado todo con sus móviles mientras violaban repetidamente a la joven de 19 años.

Ocurrió en la primera noche de festejos y consiguió enturbiar por completo dentro y fuera de nuestras fronteras los días que siguieron. El sábado, otra violación. La madrugada del lunes, otra chica. Y mientras tanto el dolor y la incomprensión recorría no solo sus cuerpos y sus mentes, sino las de todos los asistentes, los navarros y la opinión pública de toda la sociedad española. La repulsa no se hizo esperar y todos los colectivos feministas y administraciones en masa movieron a una gran manifestación en la que se clamó por el fin de tan deleznables actos de violencia machista y se instó a los poderes públicos a hacer lo que fuera necesario porque esto no volviera a ocurrir. Pero el daño ya estaba hecho y la imagen de las fiestas de San Fermín se ha visto inevitablemente puesta en duda. Y es que, como suele ocurrir con casi todo, los violentos y los indeseables -por pocos que éstos sean- consiguen poner en jaque a toda la sociedad.

Es por todo ello que para este San Fermín 2017 se han duplicado los esfuerzos, las alarmas y los recursos para que solo tengamos que hablar del chupinazo, los encierros, las pañoletas rojas y -como mucho- de alguna desafortunada caída o alguna melopea mal llevada. En total, 3.500 agente de policía, mayor presencia de patrullas en las zonas con mayor incidencia de agresiones en otras ediciones y hasta una aplicación especial para este tipo de agresiones, AlertCops, que permite establecer contacto con la policía de forma casi inmediata. Pero no solo medidas de seguridad sino algo mucho más importante: la concienciación ciudadana. Ésta ha sido la vía para que hoy se denuncien en Pamplona tocamientos y otros tipos de actos delictivos que antes muchas mujeres silenciaban o percibían como dentro de la normalidad.

En ese contexto, Ayuntamiento, colectivos y otros actores implicados han querido también centrar la atención en como se presentan estos hechos. Mientras por un lado llaman a los medios a destacar el carácter festivo, popular y familiar de los sanfermines también nos piden a los comunicadores ciertas pautas de conducta que no banalicen los hechos o los justifiquen en el contexto de la fiesta. Separando así el delito sexual del concepto de una fiesta que nada tiene que ver. LLaman así a todos los visitantes y a toda la sociedad a disfrutar de estos nueve días de diversión que están por venir pero entonando bien alto que San Fermín 2017 no es el "todo vale" o la ciudad sin ley. Los sanfermines son y deben ser 400 actividades culturales, gastronomía, encierros y mucha diversión. Son intercambio cultural y turismo. Fiesta, por supuesto que sí. Un reclamo para medio mundo.

Y ninguno deberíamos poner esto en duda. Que hablemos hoy de San Fermín y violencia machista no es más que el resultado de una de las peores lacras que no consigue atajar España. Ni en Pamplona ni en Madrid ni en cualquiera de nuestras ciudades. En lo que llevamos de 2017, han perdido la vida 27 mujeres por este tipo de crímenes a lo largo y ancho de nuestro país. Y no es ni mucho menos exclusividad de ningún territorio, franja generacional o estrato social. San Fermín 2017 tiene que significar pues nuestra mejor oportunidad para demostrar que la concienciación y la alarma ciudadana, la actuación legal y la policial consiguen acabar poco a poco con uno de los mayores estigmas sociales de nuestro tiempo.