Solo con ver una foto de Tulum ya sabemos que ese lugar de México es lo más parecido al paraíso en este mundo: playas de arena y aguas transparentes, hoteles de los que no querrás salir, restaurantes llenos de encanto, vestigios mayas, cenotes mágicos... ¿Quién se puede resistir a un destino así?

Sus 9 kilómetros de playas de aguas turquesas y cristalinas son su mejor reclamo. A diferencia de otras zonas del Caribe, en ellas no se acumulan los resorts sino hoteles boutique tan especiales como Azulik, con sus cabañas hechas de ébano y su espíritu eco: el agua de todo el complejo procede de un cenote propio, y en cada una de las cabañas hay bañeras mayas para disfrutar del atardecer mirando al mar y rodeado de velas. Aunque si Azulik tiene un rincón espectacular (y muy instagrameable) ese es su restaurante Kin Toh, un espectacular espacio suspendido sobre los árboles donde se puede degustar comida mexicana elaborada con ingredientes locales.

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Otro de los hoteles que nadie se quiere perder es Casa Malca, un oasis en medio de la jungla con impresionantes obras de arte propiedad del dueño del hotel, el coleccionista Lío Malca, y con mucha historia detrás. Fue el lugar escogido por el narco Pablo Escobar en los años 80 para su espectacular retiro, y cuando murió cayó en el olvido hasta que el actual dueño lo ha convertido en un lugar de ensueño.

Si es difícil elegir hotel en Tulum porque todos son a cual más espectacular, los restaurantes no se quedan atrás. Casa Jaguar, situado en medio de la selva, es el rincón perfecto para dejarse imbuir por el espíritu mexicano y saborear delicias como el pulpo con salsa macha o la cecina con nopales. Y sus jungle parties con música en directo son memorables.

Otros dos imprescindibles de la escena gastro de Tulum son Gitano, donde los tacos y los ceviches se pueden acompañar de 50 variedades de mezcal diferentes, y Hartwood, el mejor lugar para probar la rica cocina de Yucatán.

Restaurante Gitano Tulumpinterest
Cortesía Gitano

Aunque en este rincón de la Riviera Maya el mantra está claro: relax, relax, relax, merece la pena realizar algunas visitas. Las ruinas mayas son cita obligada por su peculiaridad: no son las más grandes ni las más impresionantes, pero si tienen un emplazamiento único, sobre un acantilado que mira a ese mar turquesa del que cuesta apartar la vista.

Otro plan perfecto es acercarse a conocer un cenote, pozas naturales que pueden estar a cielo abierto o bajo grutas, auténticos paraísos para bucear y hacer snorkel. Casa Cenote es uno de los más populares, porque está cerca de la playa y rodeado de manglares.

Otra cosa que te llamara la atención es que quienes viven allí están realmente concienciados con la preservación del hábitat natural de las tortugas. Que casi todos los hoteles y restaurantes cuenten solo con la tenue iluminación que regalan las velas no es casualidad. Y es que las luces artificiales pueden despistarles y hacerles alejarse de su hábitat natural. Aquí los nidos de tortuga se marcan y señalizan y se puede ver como desovan las tortugas. Un auténtico regalo de la naturaleza.