A veces pasamos por la vida tan deprisa, que tiene que venir un libro a recordarnos qué es vivir. Cómo ocurre todo, tan rápido, tan imperfecto, tan leve y complejo. La literatura, cuando es grande, condensa en sus páginas la esencia de una época y sus anhelos. Dos amigas, la tetralogía de Elena Ferrante, consigue todo eso. Te pellizca en el estómago con tu propia finitud: esto es vivir, pelear y amar. Y todo pasa. También lo bueno pasará.

Ella, Elena Ferrante, es la misteriosa autora de moda que firma con pseudónimo. Nadie sabe quién es esta escritora italiana. Sólo conocen su identidad sus editores, Sandro Ferri y Sandra Ozzola, quienes siempre han respetado su anonimato. Lo único que se da por cierto es que nació en Nápoles, es madre, filóloga y tiene más de 60 años.

Nadie sabe quién es, pero desde que en 2012 publicó el primer volumen de la saga, le han salido amigas (y amigos) por todo el mundo. En The New York Times incluyeron el último libro, La niña perdida (publicado en España el pasado octubre) como uno de los 10 mejores de 2015; en The Guardian aseguran que es la primera autora italiana digna de ganar el Nobel; escritores como Juan Marsé, Zadie Smith y Ken Follet se declaran sus admiradores, igual que Gwyneth Paltrow y James Franco, quien publicó un selfieseñalando el primer libro, La amiga estupenda, como la excusa por la que iba impuntual a una fiesta: "Llego tarde, pero es que este libro es maravilloso". Así de adictivas son estas cuatro novelas.

Entre las quinielas por descifrar su identidad, algunos han señalado que se trata de Elsa Morante, cuando lo único cierto es que fue la propia Ferrante la que explicó a una revista (las pocas entrevistas que ha concedido han sido siempre por mail) que había escrito Dos amigas bajo la influencia de Mentira y sortilegio.

Otra sospecha que también ha sido negada una y otra vez es que se trata de la obra de uno o varios hombres; algunos señalaron en su momento al escritor napolitano Domenico Starnone, que no tardó en negarlo. Estas teorías masculinas han molestado especialmente a Ferrante: “¿Has oído hablar de que un libro firmado por un autor hombre es en realidad fruto del trabajo de un grupo de mujeres?”. "Se tiende a encerrar a las escritoras en un gineceo literario. Es difícil encontrar un comentario que rastree la influencia de una mujer en la obra literaria de un hombre", dijo en la mencionada entrevista.

Pero volvamos a lo importante: la literatura. Los cuatro libros que componen la saga (La amiga estupenda, Las deudas del cuerpo, Un mal nombre y La niña perdida) cuentan la historia de Lenú y Lila, la vida de estas dos amigas. Todo comienza cuando una de ellas desaparece por completo. Y ese "por completo" hay que leerlo literal: Ha borrado a conciencia todo rastro suyo en la Tierra. Cuando la otra se entera, decide tomarse una extraordinaria revancha: se sienta frente al ordenador para escribir su historia juntas. Su memoria, su recuerdo, es lo único que nadie puede borrar. Desde su infancia en un barrio pobre de Nápoles en los años 50, hasta su juventud, su maternidad, sus miserias y ambiciones. Esa vida, decíamos, tan leve, tan imperfecta y compleja. Esa vida por la que pasamos acelerados hasta que nos la recuerda un libro como este, desde su principio hasta su final.

La de Ferrante, y en esto también hay quorum, es una escritura honesta y transparente. Ella misma confesó -en otra entrevista vía mail- que poco le importa el estilo al escribir, que no se pierde en él. Lo suyo es un fluir limpio, consigue contar con sencillez algo tan complejo como la entera vida humana. "Lo más difícil es poner en palabras sin domesticar la verdad de un gesto, de un sentimiento, de una serie de acontecimientos para llegar a caminos nuevos de expresión sin caer en la pereza de reducir una historia a una bolsa de clichés para el consumo masivo", explicó a The Paris Review. "Ni siquiera la verosimilitud asegura un relato bien construido, sino que se trata de la energía que uno como escritor es capaz de imprimir en cada frase. Cuando esto de verdad sucede y funciona, no hay ningún estereotipo capaz de eclipsar la verdad literaria".

Y así consigue Ferrante atraparte, sin trucos narrativos, honesta y sencillamente. Tanto, que te acompaña durante mucho tiempo después de haber terminado el último de los cuatro libros, cuando descubres que aún las echas de menos.