Pan, una relación de amor y odio en la mesa
Algunos restaurantes lo veneran hasta convertirlo en un plato más. Otros, en cambio, lo eliminan del menú y no dejan ni las migas. ¿Es necesario decantarse?
El mundo de la gastronomía está lleno de decisiones: ¿dulce o salado?, ¿chocolate o sorbete de limón?, ¿con cebolla o sin cebolla?... Muchas de ellas, además, no permiten medias tintas, o estás conmigo, o contra mí. Y, por si fuera poco, una nueva moda aparece en el panorama culinario, y lo hace con bicefalia: la loa al pan y el destierro más absoluto.
Al mismo tiempo que cada vez más cocineros prefieren descartar cualquier tipo de pan en sus menús, los hay que convierten a sus bollitos en un plato por sí mismo. Por un lado, los que defienden los sabores de los platos preparados y evitar llenarse el estómago de pan. Por otro, los que entienden este alimento como todo un arte que merece un hueco destacado, y no solo un acompañamiento o un aperitivo empapado en el mejor aceite.
Ambos extremos pueden ser irreconciliables pero, ¿tenemos que elegir bando? Unos y otros nos ofrecen la oportunidad de relamernos del gusto, y los auténticos sibaritas no decimos que no a estos restaurantes en los que el pan brilla por su ausencia o por ser la estrella del menú.
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