Esta mañana estuve chateando por WhatsApp con una amiga que trabaja en un fondo de inversión y que suele estar en la oficina a las 7:30 h. Tras múltiples idas y vueltas charlando del tiempo, le pregunté si estaba trabajando desde casa. Por supuesto que sí, por primera vez en su carrera profesional, y se estaba portando como una niña suelta en una confitería.

El impacto del coronavirus es aún desconocido, pero creo que sin duda cambiará de forma fundamental cómo trabajamos, tal vez para siempre. La mayoría de nosotras se ha tenido que adaptar a marchas forzadas a teletrabajar, lo que puede ser un reto, tanto para los empleados (aunque no para mi amiga) como para los jefes devotos del ‘presentismo’.

Aquellos a los que preocupe que su equipo esté mirando su lista de Netflix y haciendo la colada en horas laborables tiene a su disposición soluciones tecnológicas. Una de ellas es Transparent Business, una compañía de software que permite comprobar la actividad de los empleados contando las veces que se pulsa el teclado y tomando pantallazos del monitor cada tres minutos.

"Hemos comprobado que la productividad aumenta un 20 o 30 por ciento en las compañías que lo utilizan", afirma Moe Vela, director de Transparencia de la empresa y antiguo asesor especial de Joe Biden. El programa permite también que los empleados añadan comentarios: si por ejemplo están mirando Amazon por trabajo (en vez de comprando papel higiénico) pueden así especificarlo.

Pero una estrategia tan draconiana puede ser efectiva solo para tareas basadas en el ordenador, cualquier persona con un rol creativo tiene que presentar un trabajo finalizado. En cualquier caso, como alguien que trabaja en casa desde hace más de 20 años, primero como escritora y más tarde como artista, puedo tranquilizar a esos jefes ansiosos.

‘Gadgets' que te facilitarán la vida en el hogar
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Hay muchas maneras de ser eficiente, pero no son siempre las que te esperas. En la oficina al fin y al cabo también te permites charlas junto a la máquina de café, a veces durante horas, en la creencia de que es parte del trabajo. Cuando trabajaba para la CBS en Londres me pasaba días enteros de charla en la cocina, y tenía que ir a trabajar los fines de semana para poder acabar algo.

En su influyente libro Daily rituals, el autor Mason Currey se fijó en las rutinas de muchas de las mentes creativas más destacadas. Gran parte de esas personas, como el escritor Martin Amis, admitían que solo podían concentrarse unas horas al día, casi sin excepción en las mañanas. Las tardes, según Amis, eran para leer o jugar al tenis.

Pero si eliminas el rato de chismorreos, reuniones innecesarias, el trayecto hasta el trabajo, el descanso para comer y las pausas para ir al baño, la cantidad de trabajo en condiciones 'ideales' que se hacen en una oficina rondará las dos horas, si no es menos aún. Así que no te fustigues si te encuentras wasapeando furiosamente como mi amiga, o sumergida en una vorágine de Instagram –con casi toda probabilidad estarás trabajando más duro que lo que harías en la oficina.

Cuando trabajes en casa encontrarás un ritmo que se adapte a ti. Cuando tengo una fecha límite me despierto a las 5 de la mañana y trabajo intensamente hasta las 10, momento en el que creo que me merezco un paseo o una excursión a la cafetería. Mis tardes son para tareas lentas y pausadas, como la investigación, llevar las cuentas u ordenar mi escritorio.

Pero tal vez prefieras dormir hasta las 11 y luego trabajar hasta bien entrada la noche, o echarte una siesta después de la comida. (No deberías tener miedo de resguardarte bajo el nórdico para una siestecilla, de hecho hace que la segunda parte del día parezca la primera, con esas preciosas dos horas de inspiración). Básicamente todo vale mientras que el trabajo salga.

Hay opiniones enfrentadas sobre si es aceptable vestirse en la oficina doméstica. "Si no te pones sujetador no están usando el cerebro", me dice una amiga, pero muchos de tus colegas que hacen Skype desde casa llevan puesta la parte de abajo del pijama. (Una vez entrevisté por teléfono a un importante funcionario alemán que acabó por confesar que había estado sentado en el retrete durante toda la entrevista. Como cortesía no le revelé que yo había estado tumbada en la cama).

Personalmente, tras haber sido pillada varias veces en pijama cuando alguien llamó al timbre sin haber anunciado antes su visita, ahora opto por leggings y camisas oversize de COS. Parecen casi profesionales al mismo tiempo que valen de pijama si se requiere una siesta vespertina. Mi otro consejo es ponerse barra de labios antes de unirse a una videoconferencia, y antes de nada fíjate en qué va a salir en pantalla, y empieza por quitar de la vista esa botella de vino que te tomaste ayer por la noche . "Estaba en medio de una conferencia por Skype con un cliente importante cuando me di cuenta de que detrás de mi se veían todos mis animales de peluche", me cuenta mortificada una amiga novata en estas lides.

Para acabar, una ventaja inesperada que deriva de pasar tanto tiempo en casa es que empiezas a preocuparte más por lo que te rodea. "Mi casa solía ser donde me derrumbaba tras un día duro", dice una consultora laboral que trabaja hoy desde casa. "Ahora me siento mucho más conectada". Hoy en día pone flores frescas y se acuerda de encender sus velas Diptyque. "Cuando estaba en la oficina todo el mundo me necesitaba constantemente. Me costaba acabar las cosas. Ahora tienen mucho más cuidado con no molestarme".

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