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Tanto si tomamos el “lo perdonaría todo excepto una infidelidad” como el “a mí, si me van a engañar, prefiero no saberlo”, podemos sacar algo en claro y es que el riesgo a que una de las partes rompa el “contrato” es una realidad de la que no podemos desprendernos. Una vez cumplido el peor de los pronósticos, nos quedan dos opciones posibles: aceptar la ruptura o aceptar el desafío de intentarlo de nuevo y tratar de volver a enamorarte de tu pareja.

Pero antes de nada, ¿cómo hemos llegado hasta aquí? Tal y cómo explica Fernando Azor Lafarga, director del centro gabinetedepsicologia.com, “la fidelidad es una opción, que, en función de cada uno, se decide alcanzar, fingir o huir de ella”. No podemos hablar de la fidelidad como si fuera una ciencia exacta aunque sí existen factores que ayudan a potenciarla (o a quebrarla). Fernando adelanta que nuestra necesidad de estabilidad, nuestra capacidad de empatía y facilidad a la hora expresar nuestras preferencias para evitar un conflicto, los modelos de relación de pareja que conformen nuestro entorno, nuestro sentido de la lealtad y las metas que compartamos con nuestra pareja son factores que favorecen la fidelidad. Otros menos idílicos como el miedo al cambio o tener una baja autoestima también influyen.

Entre los aspectos que pueden potenciar el engaño destaca el contacto con otras personas y que nos lleva a observar carencias en nuestra relación, el bienestar subjetivo que provoca el juego de la seducción, nuestra propensión a la ira o a las relaciones tormentosas y el aburrimiento que puede surgir en una relación larga.

Si cada pareja es un mundo, cada infidelidad lo es también. De esto dependerá vuestra capacidad a la hora de resolverlo: ¿Ha sido un error puntual o algo prolongado? ¿Iba todo bien o se trata de la guinda a vuestros problemas? Sólo así podréis decidir si quedan ganas y motivos para tratar de reflotar la relación. Lo que está claro es que no tiene por qué ser todo negativo. Estas cinco lecciones son prueba de ello.

No lo habíais visto, pero el problema estaba ahí

Una infidelidad tiende a digerirse como una traición, algo tan doloroso que impide ver más allá, aunque esto no significa que sea el cáncer de la relación. ¿Qué tal si aparcáis el hecho en sí por un momento y habláis sobre cómo estabais antes? “La primera línea de actuación es la del diálogo. Conocer cómo lo vive cada uno y entender las razones principales del bache, aunque no nos guste o no las compartamos, ayudan a aceptar lo ocurrido y a poner soluciones proporcionadas”, nos aclara Fernando Azor. Dejar que afloren los problemas e identificar lo tóxico puede resultar purificador y un punto de inflexión para evitar el naufragio.

O peor: no es la pareja, sois vosotros

Si los reproches os impiden avanzar, no tengáis miedo a pedir ayuda. Puede que esta crisis sea la punta de un iceberg mucho más personal. “En ocasiones la terapia de pareja ayuda a que un profesional guíe a la pareja por los caminos más cortos hacia el dialogo, la negociación y el equilibrio en la relación. En ese sentido el coste puede ahorrar bastante tropiezos, facilitando que las carencias de cada uno no sean un obstáculo para seguir avanzando como pareja”, adelanta el psicólogo. Desconfiar sistemáticamente de nuestra pareja puede implicar problemas de autoestima o tal vez sean unos hábitos de posesión o predilección por el chantaje lo que da forma a tu concepción del amor.

Vuelven la pasión y las primeras citas

Superado el dolor y el impacto inicial, segundas partes suelen implicar una mayor pasión e ilusión. Así nos lo cuenta el psicólogo: “Se busca recuperar lo que se había perdido y se valora más lo que ya se tenía aunque la persona se hubiera acostumbrado a creer que era lo normal o incluso una obligación”. Ojo, esto no quiere decir que el dolor y las dudas desaparezcan de golpe. Más bien lo contrario porque, tal y como explica Fernando, es la necesidad de que nos demuestren que merece la pena volver y el exigirle “pruebas de amor” al infiel lo que impulsa este cambio: “En ese escenario las relaciones sexuales, los momentos para la pareja y la creación de espacios para vivir nuevas experiencias suelen reactivar emociones que se habían perdido, sobre todo en las parejas que llevan muchos años juntos”.

Empezar de cero tiene sus ventajas

Existe una gran posibilidad de que lo vuestro se quede ahí, por eso nunca está de más que nos recuerden que "he perdido al amor de mi vida no encontraré a nadie igual” en realidad no es el fin del mundo. Podríamos pensar en ello como si fuera un despido. La clave está en cómo afrontamos el cambio, aunque sea brusco: hay personas que se enquistan en añorar lo que tuvieron o en odiar a la pareja anterior buscando resarcimientos y venganzas, y hay quien se centra en crear nuevos objetivos e intentar construir nuevas experiencias y recuerdos. Es aquí donde la capacidad individual para hacer frente a la ansiedad, a la pena o la tristeza, juega un papel fundamental a la hora de poder reforzarnos tras una ruptura. El concepto que mejor definiría este hecho es el de resiliencia”, sentencia Fernando. Transformar una situación adversa en una página en blanco.