Si estás en ese momento vital en el que querrías probarla pero todavía no sabes si será buena idea, te explicamos pros y contras y posibles escenarios.

Para empezar, has de saber que, al principio, el uso de la copa menstrual te resultará raro. Cuando la vayas a cambiar, seguirás un proceso diferente al del tampón o la compresa –estos últimos son desechables, la copa no–, por lo que incluir en tu rutina ese nuevo hábito, a priori, te parecerá extraño. Incluso incómodo. Hasta puede que te haga desertar. Pero vayamos por partes.

Colocación

Para colocarla correctamente, la fórmula más extendida es presionar un lateral de la copa y doblarla en forma de C.

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Para introducirla en la vagina, tendrás que ayudarte también de los dedos, por lo que estaría bien tener un lavabo al lado para lavarte las manos previamente. La copa vuelve a su estado natural una vez dentro de la vagina, así que no deberás tener miedo de manchar (aunque más adelante trataremos esa cuestión).

Antes de la regla y después, tenemos que esterilizar la copa, hirviéndola durante 10 minutos aproximadamente.

Talla

Las diferentes marcas de copas menstruales establecen la orientación de la talla según hayamos tenido un parto o no. En función de ello, por lo general hay dos, pequeña y mediana/grande (aunque algunas firmas establecen 4, según otros criterios). Infórmate muy bien de esto cuando elijas tu marca de copa.

Duración

Se recomienda usar la copa un máximo de 12 horas, dependiendo también de tu cantidad de flujo. No estaría mal que aprovecharas un día de estar por casa para orientarte sobre ello. La gran ventaja de la copa es que no requiere un cambio tan continuado como un tampón o compresa, por lo que, si se da el caso, puedes estar un día entero en la oficina sin cambiarte y ya hacerlo en casa. El inconveniente que surge al cambiarla es la incomodidad que supone no tener un grifo justo al lado, pero no es imprescindible. Cuando la cambies, puedes vaciarla con cuidado en el innodoro, limpiar cualquier exceso con papel y volverla a introducir. Luego podrás salir del baño y lavarte las manos fuera (con esto planteamos el escenario en el que los wc están aislados del lavabo como una vía factible, pero no la mejor).

Extracción

Esto es importante: para extraerla no se tira del "rabito" que tienen integrado, sino que tendremos que usar los dedos para pinzar la parte de abajo de la copa. El rabito sirve para orientarte sobre dónde está la copa cuando vayas a retirarla. Para ello, tendremos que tener las manos lavadas, pues tocaremos la parte exterior de la vagina.

Problemas que pueden surgir

Que se desborde tu flujo

Sí, esto puede ocurrir. Y puede ser por varias razones: que no hayas elegido bien tu talla de copa, que te la hayas colocado mal y no se haya abierto bien dentro de tu vagina o que las paredes de la copa sean muy blandas. Para resolver las primeras cuestiones, todo es práctica. Para la segunda, asegúrate de elegir una copa con las paredes firmes y que tenga una resistencia en forma cilíndrica a su alrededor, como esta:

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Que no te la pongas bien a la primera

De hecho, esto te va a ocurrir (aunque hay copas que vienen con aplicador para facilitar este trabajo). Mucha paciencia. Con la práctica (si te quedas con la copa), serás experta.

Que te moleste el "rabito"

Si notas que el rabito de tu copa te molesta, puedes cortarlo un poquito. También hay copas con un rabito mucho más fino y flexible, quizás esa sea la mejor para empezar.

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© Enna

Que te cueste quitártela sin mancharte

Puede que esto también te ocurra, por eso te recomendamos, aunque sea en la primera regla, cambiarte en casa para estudiarte y que esa toma de contacto inicial te resulte lo más cómoda posible.

Después de todo esto, te aseguramos que querrás usar la copa para siempre. Por cierto, es reutilizable y dura unos 10 años, así que imagina lo que ahorrarás en compresas y tampones.