No siempre es oro todo lo que reluce en el país de los sueños, aunque en el castillo de Bestia en La bella y la bestia y Jasmine en Aladdin sea lo más reluciente. Desde que el estudio se fundara en 1923 no son pocas las alarmas que han saltado ante la doble cara de mensajes ocultos en películas dirigidas a un público infantil completamente entregado.
Princesas adolescentes con aspiraciones en la vida limitadas a apuestos príncipes de buena cuenta bancaria, y posición social, o discriminaciones por raza o sexo. Entre las ambiciones y sueños conservadores que reinan en las princesas de Disney se esconden relecturas que no las libran de pecado, pero también se deben tener en cuenta ciertos mensajes positivos, aunque subliminales, de géneros sexuales intercambiables en esta cara B del sello que hace 92 años se fundó en Burbank, California. Su evolución a lo largo de todo el siglo XX es buena prueba del contexto sociocultural al que pertenecieron.
VER VÍDEO
Lista Bazaar: planes y lanzamientos de la semana
Aitana, portada de junio de Harper's Bazaar
Lo que debes saber de 'Los Bridgerton 3'
El libro sobre los sobrinos de Felipe VI