Más de un siglo después de la celebración de aquel primer 8M en Copenhague, con el que se reivindicaban los derechos de las mujeres y el derecho al voto, esta simbólica fecha sigue siendo más que necesaria. La brecha salarial, el techo de cristal o la violencia de género son solo algunas de las preocupaciones que ejemplifican que a la lucha por la igualdad aún le queda camino por recorrer.

Un camino que transitan mujeres como Mireia del Pozo, experta en diversidad y género y presidenta del Centro de Estudios de las Mujeres de Europa. Del Pozo está estos días preparando las maletas para viajar a Nueva York, donde participará en la 67ª Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer de Naciones Unidas (CSW67), unas jornadas que ella reivindica porque "normalmente la ONU nos queda muy lejano, y es justo todo lo contrario: todo debe pasar por la ONU y sus objetivos de desarrollo sostenible, del mismo modo que por el Parlamento y la Comisión, para luego aplicarlo en nuestros países en ámbitos muy diferentes". Con ella hablamos sobre igualdad salarial, educación, inteligencia artificial y violencia de género digital.

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Uno de sus caballos de batalla es luchar por la igualdad salarial. Según los datos de salarios de la Encuesta de Población Activa (EPA), en 2022, la diferencia salarial mensual bruta entre hombres y mujeres fue del 15,7%, si bien es cierto que ha disminuido un 5,25% desde 2018. ¿Cree que en la igualdad salarial se está progresando adecuadamente?

Estamos avanzando mucho, pero eso no significa que no debamos avanzar más, pues el progreso está siendo demasiado lento. El Covid en sí no ayudó y la brecha salarial entre mujeres y hombres de media anual alcanza los 5.000 euros a nivel global. Si nos centramos en las actividades sanitarias, sube a 21.000 euros, cuando tenemos más mujeres que hombres siendo doctoras. Que a día de hoy tengamos que reivindicar esta equidad salarial es curioso, porque el 8M nació por este motivo y por las violencias hacia las mujeres. Somos muy positivas porque consideramos que sí vamos a ver esta igualdad, porque las distancias se reducen y con la irrupción de la inteligencia artificial está cada vez más cercana.

Más allá del dato, ¿qué repercusiones tiene esa brecha salarial de género en las que no reparamos o que no conocemos?

    Estas brechas las vamos arrastrando más allá de toda nuestra vida económica, de las pensiones. Quiero poner el foco en la maternidad, que en España está dentro de la lista de gastos, y la maternidad no es un gasto, es un beneficio. Que España cambie este tema sería un gran click, pues todo afecta a la mochila que arrastramos durante toda la vida. La maternidad es la gran línea roja. Hemos avanzado en lo que se refiere a legislación, lo tenemos todo, aquí las empresas lo pueden aplicar, y esto afecta directamente a la vida de las personas. El tema viene a nivel de Hacienda, es un fallo de concepción. En el momento que esto cambie, y se ponga como beneficio, será el gran cambio. Los jóvenes nos cuentan que la maternidad se piensa mucho porque está complicado subsistir. Si no hay descendencia, hay que incentivarla y poner el máximo de ayuda.

    En el ámbito empresarial, ¿qué otras formas de desigualdad de género pasan más desapercibidas y también son muy importantes?

      Hay muchas que no se notan porque han quedado naturalizadas o neutralizadas, las hemos aceptado. Por ejemplo algo tan sencillo como que cuando una mujer habla dentro de ciertos comités, no es escuchada o un hombre hace suyas esas palabras. Es un tema que arrastramos desde hace años aunque cada vez pasa menos. La manera de solucionarlo es levantar la mano y, con toda educación, decir: "Gracias por haber hecho tuyas mis palabras". O, sin querer, en una reunión dirigir la mirada a una mujer cuando se piden cafés o agua. Aunque hemos avanzado, quienes más sufren estas discriminaciones son las personas que realizan prácticas, al igual que las mujeres de los 45 a los 54 años. Debemos volcarnos en la lucha contra el edadismo y mirar más por la transversalidad, porque son personas sumamente preparadas y al arrastrar estas mochilas pesadas no se atreven a dar el paso de decir 'Esto no es lo más correcto'. Las personas en la veintena y treintena sí lo tienen interiorizado y le plantan cara de mejor manera. De hecho, en ellos vemos que hay más movilidad, si ven que la empresa no está aplicando la sostenibilidad o la igualdad, se cambian de empresa sin ningún tipo de problema.

      ¿Cree que la educación es clave para que alcancemos la igualdad en todos los ámbitos? ¿Nota que ya ha cambiado notablemente cómo los niños y adolescentes se enfrentan a la perspectiva de género?

        La educación y la formación nos hace libres, nos hace avanzar, y no debe centrarse en los primeros años, debe continuar a lo largo de toda la vida. Y los medios de comunicación aquí tienen una gran responsabilidad. Cuando somos pequeños nos educan desde las escuelas, pero luego los medios de comunicación son los que hacen los input, y las empresas también tienen la responsabilidad de dar esa formación. La juventud tiene ya integrado el tema del género, pero no podemos engañarnos porque hay una radicalización que niega la realidad de las violencias, y además los malos tratos entre menores se han incrementado. Hay mucho trabajo por hacer. La explicación por otro lado también es sencilla: siempre que hay grandes avances, acaban saliendo sectores extremistas.

        ¿Qué tipo de liderazgo sería necesario para una igualdad más real?

          Un liderazgo inclusivo. A menudo se habla de liderazgo femenino, y no es excluyente. Este liderazgo en realidad lo puedo llevar a cabo una mujer o un hombre, no se trata del género en sí sino que se trata de un liderazgo más transversal e igualitario desde la inclusión de la persona. Es un liderazgo más democrático desde el respeto, la inclusión y la libertad, con escucha activa a todas las personas del equipo. Es una comunicación doble, bidireccional, de unos a otros con respuesta.

          En sus ponencias en la ONU la próxima semana hablará del uso de la inteligencia artificial en las empresas para acabar con brechas y sesgos de género. ¿De qué manera se puede aplicar la IA para acercarse a ese objetivo?

            Lo primero que hay que tener claro es que la IA es artificial, no es inteligencia humana, y ha de estar es al servicio del ser humano, no al revés. El ser humano tiene el poder de decisión. Y por lo tanto la IA tiene que ser ética, no le debemos tener miedo. Y es la gran oportunidad para avanzar si se introducen adecuadamente los datos. A día de hoy tiene una serie de sesgos, tal y como indica la Unesco y el Banco Interamericano de Desarrollo. Lo que debemos hacer es cambiar estos datos. ¿Quién introduce los datos? El ser humano, y tradicionalmente se ha hecho desde el punto de vista masculino. Por ejemplo en el campo de la salud se ha visto a la hora detectar enfermedades, la segmentación no era precisa y hay mujeres que se han enterado de que sufren una enfermedad genética porque se le ha detectado a sus hijos.

            Otro de los temas que preocupa actualmente es la violencia machista digital, ¿qué valoración hace de ello?

              Es un tema que nos preocupa. En todas las formaciones y proyectos hablamos de ello de una forma amplia. Si no hablamos de ello, no avanzamos. Muchas veces lo integran sin darse cuenta, y lo que hacemos es abrir los ojos, también en las empresas, que sepan lo que están viviendo en sus casas sus hijos para que puedan hablar, es la única manera, hablándolo todo, como el aumento de las adicciones y la pornografía. Es fundamental que se den cuenta de que esas realidades existen para no caer en los Likes, que tienen el mismo efecto en la mente humana que el consumo de cocaína. De ahí nuestra lucha para que se regule en los centros educativos, siguiendo la línea que han llevado en Francia.

              ¿Cuál es el mayor reto al que se enfrenta el feminismo en la actualidad?

              Aplicar todas las herramientas que tenemos, porque hemos avanzado tanto en todas las áreas que tenemos herramientas desde el punto de vista legal, económico y de la inteligencia artificial. Después de tantos años de lucha, se trata de aplicarlo para llevar a cabo el cambio empresarial que puede transformarlo todo.

              ¿Qué es lo que más le satisface de su trabajo?

                Ayudar a las personas. Detrás de cualquier organización u empresa hay personas, cada una con su historia. Me llega a emocionar ver cómo las personas abren los ojos y se dan cuenta de ciertas realidades y cómo el ser humano tiene el deseo de un mundo mejor.

                ¿Y ese sueño que le gustaría ver cumplido?

                  Que una lacra social tan grande como la violencia acabe de una vez en todos los ámbitos. Por ello es tan necesario remar juntos desde todos los sectores, del mismo modo que ocurre en el cáncer, otra gran lacra que sufrimos en todas las familias.