Estar escribiendo un libro, sentirte bloqueada, pensar que tu entorno ha creado unas expectativas de tu trabajo que tú misma no puedes alcanzar y envolverte en un malestar emocional que te hace sentirte un fraude. Esta es la historia de 'Valeria', una de las series españolas que más éxito está teniendo en el momento y que se ha posicionado entre las favoritas de Netflix. Su protagonista homónima sufre el síndrome del impostor y, aunque todavía no le habías puesto nombre, probablemente lo hayas padecido en alguna ocasión de tu vida, porque, al igual que Valeria, la cifra de personas que lo han sufrido alcanza ya al 70% de los trabajadores.

Entre los nombres públicos que han reconocido haberlo sufrido se encuentra una gran lista de personalidades reconocidas: desde Michelle Obama hasta Neil Armstrong. Pero, ¿qué es exactamente el síndrome del impostor y por qué se produce? Este fenómeno psicológico obtuvo su nombre en 1978, tras ser descrito en el estudio 'The impostor phonomenon', publicado en el International Journal of Behavorial Science. Según este análisis, padecerlo consiste en interpretar la realidad bajo un prisma de inseguridad que provoca síntomas de incompetencia laboral.


Su origen puede manifestarse en diferentes momentos: desde en el comienzo de la creación de un nuevo proyecto, pasando por un cambio de puesto de trabajo, continuando en el mismo o asumiendo un cargo de alta responsabilidad. En cualquiera de estas circunstancias puede aparecer un temor que hace sentir a las personas, no solo menos competentes frente a estas situaciones, sino también en una posición de desventaja imaginaria que les lleva a pensar que son, como el mismo nombre del síndrome indica, impostores o fakes que trabajan en un cargo no merecido o para el que no están preparados.

"Existen varias escalas que evalúan el Síndrome del Impostor, pero la más usada es la Clance Impostor Phenomenon Scale, que fue desarrollada en 1985. La principal característica es que las personas con el síndrome del impostor (SI) no expresan que “me siento como un impostor”. Es solamente cuando leen u oyen de casos/síntomas similares que sienten entonces que padecen el SI. Esencialmente, alguien puede reconocer que padece el SI cuando uno atribuye su éxito en una tarea (sea una evaluación en la universidad, unos resultados en el trabajo, etc.) a factores externos, incontrolables para la persona, tales como la suerte. Cree que su rendimiento ha estado por encima de sus capacidades y que en las próximas veces que se enfrente a tareas similares va a fallar. Tiene miedo de que la gente se va a dar cuenta de “quien realmente es” y que no merecía ese resultado o estar con otras personas que también son exitosas. Tiene una tendencia al perfeccionismo y no se siente confortable con los halagos o refuerzos por sus logros. Se preocupa constantemente del futuro resultado y la constante evaluación que va a ser sometido/a y de no cumplir las expectativas que tienen los otros sobre sus logros. Suele ser frecuente que esté unido a trastornos del estado del ánimo, ansiedad y depresión, la dificultad de disfrutar de su trabajo y burnout", nos explica el Dr. José Antonio López sobre cómo identificar este síndrome que, por el momento, no tiene un diagnóstico clínico oficial.

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Sobre el mismo, la profesora de Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), Eva Rimbau, comenta: "Las personas sabemos dónde están nuestras carencias, pero no vemos las de los demás. Siempre nos parece que el resto está mejor preparado que nosotros" y achaca esta falta de confianza a la educación imperante: "El problema es que no se habla de los tropezones y los fracasos como de algo que te ayuda a avanzar. Lo norma es no conseguir las cosas a la primera, entonces ¿por qué no aceptarlo como parte natural del proceso?".

Además, este malestar psicológico del síndrome del impostor se presenta mayoritariamente en las mujeres. Un informe encargado por el Access Commercial Finance en Reino Unido confirmó que lo hombres son menos propensos a padecerlo hasta alcanzar un 18% menos de posibilidades que las mujeres.

¿Cuál es la principal que consigue afectar mayoritariamente a la mujer? Las críticas y los juicios por parte de terceros alteran la mente de las mismas consiguiendo quebrantar parte de su seguridad y llevándolas a tener, incluso, que pedir ayuda a quiénes les hacían dudar de sus capacidades. En este grupo, se ven notablemente afectadas las mujeres en entornos académicos, que son incluso más propensas a sufrirlo y a mostrar niveles por encima de la media.

Entre las razones del origen de este síndrome destaca el alto nivel de autoexigencia de las personas, como afirma Marta Calderero, profesora de Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación, también de la UOC: "Las personas perfeccionistas, autocríticas, con miedo al fracaso y que se autopresionan mucho para alcanzar los logros también tienen mayor riesgo de padecer este síndrome".

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Pero además, el síndrome no solo afecta a la visión negativa del trabajo sino que también altera los factores positivos y los logros conseguidos que los afectados ven como golpes de "buena suerte o trabajo duro" en lugar de atribuirlos a sus propias habilidades y conocimientos. El cómputo de todo ello da origen al bloqueo profesional y establece barreras laborales a quiénes lo sufren llegando incluso a conseguir que, como demostró un estudio realizado en 2016 por la Universidad de Salzburgo de Austria, tengan sueldos más bajos, menos ayudas con los compañeros y mayor incapacidad para encontrar o buscar nuevos empleos.

Las personas que sufren el síndrome del impostor y leen o escuchan hablar sobre ello a menudo son capaces de reconocer su malestar e identificarlo, por lo que detectarlo resulta fácil para alcanzar el siguiente paso de superarlo. En este proceso hay numerosas claves que ayudan dejarlo atrás y conseguir una mayor estabilidad emocional.

Es fundamental rodearse de seres queridos que recuerden a menudo la valía de las personas y los éxitos alcanzados por méritos propios. También elaborar listas de aspectos negativos y examinarlos minuciosamente conseguirá dar a conocer si realmente el trabajo se está haciendo mal o es una opinión subjetiva irreal.

También será fundamental compartir la experiencia y conocer cómo otras personas pasan por la misma situación o se sienten de manera parecida. Ayudar a otras personas con menos formación reforzará la autoestima consiguiendo alzar los éxitos que se han alcanzado y demostrando al resto las experiencias que se pueden aportar.

Sobre cómo superarlo, el doctor José Antonio López nos explica lo siguiente: "Es cambiar el marco de referencia del paciente. Se recomienda que el paciente se enfrente a sus dudas y miedos, poniendo énfasis especialmente en superar el miedo al fracaso. Tienen que reducir su tendencia a comparar sus logros con los logros de los demás. Su foco de comparación se tiene que basar en sus propios resultados y satisfacción personal en lugar de compararse constantemente con los otros. Intentar comprender que nunca vamos a cumplir las expectativas de todos y que son las expectativas que tenemos nosotros de los otros, autoimpuestas, las que determinan el sufrimiento. En el caso en el que los síntomas de ansiedad y depresión sean muy incapacitantes, es mejor primero tratar estos síntomas para poder abordar mejor el SI".

Por último, tras seguir todos estos pasos se conseguirá apreciar lo bueno y valorar el aprendizaje obtenido de los fracasos convirtiéndolos así en un punto fuerte a destacar, en lugar de en una debilidad.