Mucho se habla de Tinder, Happn o Meetic para ligar y conocer gente afín. Las anécdotas jugosas consecuentes se podrían encontrar casi en cualquier grupo de amigos. Uno va predispuesto a ese socializar. Lo busca. Pero ¿qué pasa cuando tiramos de apps cuyo pretexto es completamente diferente y acabamos conociendo a nuestra media naranja o metidos en un lío tremendo?

Compartir viaje a propósito con un completo desconocido es una tendencia imparable en la actualidad. El principal motivo es obvio: ahorro de costes. Las empresas de servicio y apps en este sentido están en auge y proliferan por momentos. Y lo mejor, o lo peor de todo en algunos casos, son las consecuencias que acarrean.

"Corría el 2012 y yo me había ido a vivir a Argentina en junio. En uno de los viajes que realizaba a España, me vine en Septiembre a una boda el fin de semana. El domingo cogía el avión a Buenos Aires y encima con la resaca de un desamor que dejaba. Me monté en el avión con una llorera considerable. En el pasillo apareció un bombón que también me miraba, parecía una modelo y pensé que en la vida se iba a fijar en mí", explica E.L.

"Cuando nos dieron las tarjetas para rellenar y entregar en la aduana, le pedí un boli, pero en argentino se dice birome. Ella entonces me preguntó si era gallego (español) y le conté mi historia. Yo sabía perfectamente como ir al centro desde el aeropuerto, pero le pregunté cómo ir. Cuando fui a subir al autobús que ya estaba casi yéndose, la vi y ella retiró su bolso del asiento de su lado devolviéndome la mirada. Pero con el cansancio que llevaba, el autobús arrancó y me caí encima del conductor. La vergüenza fue inmensa así como las risas de todos de fondo así que me senté más atrás solo. Me quedé dormido y una vez abajo, me tocó por detrás y hablamos. Me dijo de compartir un taxi y yo no me lo podía creer, hasta tenía algo de miedo".

"Me terminó invitando a desayunar. Uno de los desayunos más bonitos que recuerdo. Le acompañé a su casa, ella a la mía y después cada uno a trabajar. No paré de acordarme de esta chica, un flechazo, durante todo el día. Al llegar a casa, pensé en llamarla. En ese momento me llamó ella y me dijo que saliera al balcón (ella trabajaba al lado). Me asomé y ella estaba allí completamente espectacular. Nos fuimos a cenar, bebimos vino, le invité a probar una crema de Orujo que me traje de España de la que le había hablado y desde esa noche se quedó a vivir conmigo durante cuatro meses hasta que, por cuestiones de trabajo, ella se fue del país y yo no me quería ir de Argentina porque llevaba muy poco tiempo. Seguimos a la distancia un tiempo, pero nos dimos cuenta de que era inviable así. Una historia y una experiencia muy bonita. Ahora hablamos muy poco, creo que se va a casar de hecho, pero fue precioso".

El caso de E.L., que más parece un guión de película, no es aislado. O al menos no debe de serlo. AirDates nació el pasado año (de momento en pruebas y solo para iPhone) como una app para ligar en esos vuelos largos donde el tedio suele poder con cualquiera en algún momento. Que si el libro, la peli, la bandejita con la comida… Pero, oye, qué bien está ese chico dos filas más allá...

Y sí, es una app que también se puede usar off line, tranquilo todo el mundo. Una vez en el avión, se activa el wifi o el bluetooth del móvil para ver si alguien tiene la app instalada y así empezar a chatear.

Qué decir de BlaBlaCar. Es una de las apps líder en desplazamientos compartidos en vehículos particulares. Está presente en 22 países de todo el mundo y, en total, los usuarios han conseguido ahorrar más de 255 millones de euros. A priori, todo son ventajas: compartir coche en el desplazamiento que desee el usuario y consecuentemente gastos, además de conocer a gente interesante (o no tanto…).

J.M. no sólo consiguió eso, si no también a una amiga y doula (mujeres que acompañan a futuras madres en su camino hacia la maternidad a través de apoyo moral y psicológico) para sus recién nacidos.

La historia comenzó hace seis años cuando se dirigía al festival Sonorama en Burgos: "Ofrecí transporte a través de BlaBlaCar y se apuntó ella. Una vez en el coche, se mareó y todo y tuve que salir de la autopista", pero la conexión y el buen rollo fue tal que ahora son "muy amigos; ¡es alumna de mis clases de guitarra y todo!", destaca J.M.

Quién le iba a decir hace dos semanas, a punto de ser padre, que le estaría ayudando y presenciando muy de cerca el embarazo de su mujer.

Seguro que sus valoraciones, opción que ofrece esta web y lo primero que consultan los usuarios cuando eligen acompañante o conductor, fueron más que positivas. De hecho, el 96% son en esta línea. Pero no olvidemos el 4% restante.

Nose, Mouth, Fun, People, Automotive mirror, Eyebrow, Photograph, Mammal, Facial expression, Interaction, pinterest

En marzo de este año fue más que sonada la historia entre la periodista Sabina Urraca y Álvaro de Marichalar. Compartieron trayecto y conversaciones en BlaBlaCar así como una mala experiencia que la periodista luego escribiría en su blog denunciando fundamentalmente la mala educación del ex cuñado de la Infanta Elena.

En esta línea, Pepo es tajante: "Nunca lo volveré a utilizar y nunca dejo que nadie que conozco lo utilice".

En junio de 2016 se puede decir que a este chico le cambió un poco la vida. Su ex novia y él viajaban a Caravaca de la Cruz (Murcia) en el coche de una pareja de 42 (él) y 39 (ella). Todo iba bien hasta que, de noche cerrada, pararon en Hellín (Albacete) a tomar algo.

"Pertenecíamos a mundos distintos y quizás por eso la conversación me parecía todavía más atractiva. Sin embargo, en algún punto que todavía no he logrado identificar, algo se rompió en la cabeza de Roberto. Tras la parada, nos contó que una vez se quedó dormido conduciendo su moto. Al parecer había hecho un viaje a algún punto de Andalucía con un amigo, habían estado bebiendo todo el día y, por la noche, alguien se había puesto bravo con él y 'por no matarle', dijo, cogió la moto y se volvió a Murcia. Por no matarle. Pensé que era una forma de hablar. Acto seguido, y sin que nadie preguntara nada, nos contó que en la época a la que pertenecía el relato que acabábamos de oír, le habían pasado 'cosas chungas'".

"Sin poder tomar aire, nos contó a qué se refería mientras su conducción, que había sido tranquila y cautelosa en la autovía, se convirtió en la conducción de alguien que no aprecia la vida: 120-130 km/h por carretera nacional de dos direcciones, sin iluminación, con cambios de rasante constantes y curvas cerradas", recuerda todavía nervioso.

"Año y medio atrás, cuando él todavía estaba con otra pareja, tres encapuchados que habían estado vigilando la casa en la huerta donde vivía con su ex novia, le pegaron un tiro con una recortada a ésta, le ataron de pies y manos y les robaron el coche y una larga lista de cosas de valor. Al parecer era una banda de españoles que, además, fueron capturados gracias a que este chico se desató, apagó el fuego del coche que trajeron los ladrones con sus propias manos y se conservaron las huellas dactilares. La chica a la que dispararon pudo salvar la vida, a pesar de que perdió mucha sangre. Esta conversación, que entiendo que no es la que se tiene normalmente en un servicio de BlaBlaCar o Amovens, estaba en su punto álgido cuando Roberto se dispuso a adelantar a un camión de mercancías en una zona claramente prohibida para ello. Cuando habíamos rebasado la mitad del camión, apareció un coche de frente, dándonos las luces. En una milésima de segundo fui consciente de que no nos daba tiempo a completar el adelantamiento ni a frenar para que nos pasara el camión y meternos en nuestro carril. Estuvimos a punto de matarnos, sin drama. Estuvimos a punto de estrellarnos de frente contra otro coche. Nadie chilló. Yo sólo dije: ¡Cuidado! ¡Cuidado! ¡Cuidado!".

Dos casos completamente distintos que dejan entrever la especie de suerte a la que estamos sometidos con determinadas apps. Lo importante es ir con cautela así como el control de este tipo de plataformas.

La elección está en poder de cada uno.

Los datos, eso sí, no mienten: una encuesta del 2014 situaba a BlaBlaCar en el número 1 de plataformas de consumo colaborativo más conocidas en España. A lo que se suma la historia de otras como la de Carpooling. Sus creadores decidieron arrancarla en el 2001 como una necesidad de ver a sus novias, que estaban a distancia, y así ahorrar costes. La cosa fue tan bien que en unos años tuvieron que dejar sus respectivos trabajos para dedicarse plenamente a esta nueva empresa que tenían entre manos.

Y es que a partir de la crisis económica, el año 2009 fue clave en España en este sentido. Compartir gastos en los viajes comenzaba a ser una opción casi obligada para muchos viajeros.

J. M. sabe mucho de este tema así como de lidiar con desconocidos. El pasado mes de diciembre pidió una excedencia en su trabajo para dar la vuelta al mundo él solo.

En lo que lleva de camino, ha conocido a personas de muy diversos tipos y procedencias y, en concreto en un autobús en Camboya, también vivió una corta pero intensa aventura amorosa.

"Eran seis u ocho horas de trayecto. En la primera parada, vi a una inglesa a la que le dije algo de pasada hasta que en la siguiente parada, la vi con otro inglés en una mesa y me senté a comer con ellos. Nos contamos nuestra historia y ella estaba entusiasmada, pero él miraba raro y callado. Al subir al autobús y, como yo estaba en medio de una conversación con ella, me dijo que se sentaba conmigo. A su supuesto acompañante no le sentó muy bien, pero se acercó a nosotros igualmente", recuerda.

"Ella y yo seguimos charlando, riendo… hasta que volvimos a parar y yo me fui al servicio. Cuando salí, apareció el chico detrás de mí y me dijo que él la había visto antes y que era suya. Tuvimos un encontronazo desagradable porque la cosa se puso tensa cuando yo le dije que no era su novia y que ella era la que tenía que elegir. Seguimos de viaje y esta chica me terminó dando su teléfono y pasando del otro chico. Al bajar yo le dije que tenía que haber estado más listo y él se ofendió. Pero al final ella y yo terminamos juntos y quedando varias veces durante los dos días que estuve en esa ciudad. Ahora sigo chateando con ella de vez en cuando".

Y, al final, historias como éstas no pasan desapercibidas ni si quiera para las compañías de transportes. La británica Arriva instaló a modo de prueba en el 2010 los llamados asientos del amor en varias líneas que posee en Copenhague. Contiguos, de color rojo y con reposacabezas incluido, pretendían incitar ese flirteo entre los usuarios interesados así como, y en el fondo, un mayor uso del transporte público.

Lo que está claro es que uno no se puede descuidar nunca. No hay que olvidar que el viaje no es solo el destino al que nos dirijamos… Ojo siempre a los desconocidos de al lado…