París es la ciudad con la que más se sueña. La ciudad del amor, el lugar perfecto para perderse a orillas del Sena, para trasladarte a otra época por el bohemio Montmartre o para admirar la belleza del mundo desde la Torre Eiffel. Nos invita a trasladarnos constantemente entre sus calles y soñar con vivir en una de las ciudades más bellas del mundo. ¿A quién no le gustaría rememorar la escena de Diane Keaton y Keanu Reeves en Cuando menos te lo esperas cenando en Le Grand Colbert?

El Café de París (Conde de Aranda, 11) es una de las sedes del célebre restaurante de Ginebra en el 26 de la Rue du Mont-Blanc. Y de esta ciudad traen la salsa cada semana, creada en 1930 por la familia Boubier y que es considerada la mejor salsa de entrêcote del mundo realizaba a base de mantequilla y otros 24 ingredientes diferentes. Su atmósfera de decoración tipo bistrot, con bancos corridos en color vino, las mesas de mármol, los techos altos... Nos trasladan a cualquier elegante café de París. Su menú es corto: el clásico pero inimitable entrêcote, a gusto del cliente, es el único plat du jour.

Es el café más famoso de España desde que nació en 1888. El Café Gijón (Paseo de Recoletos, 21) fue el epicentro intelectual de muchos literatos. En sus mesas de mármol negro y sus asientos con fundas en color granate se reunían la flor y nata del arte. E incluso dicen que fue Mata-Hari. Podría considerarse el hermano español del Café Procope de París, primer café literario del mundo. Puedes pasar la tarde cerrando los ojos e e imaginando que detrás de ti está Voltaire o cualquier escritor francés.

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La fachada del Gran Café de Gijón.

Capuccino Grand Café (Plaza de la Independencia, 5) es la sede que esta franquicia tiene en la capital. Cada uno tiene una decoración diferente, pero el de Madrid recuerda a un café parisino. Decorado por Jacques Gringe, nos recuerda al art decó de los años 30. Es perfecto para disfrutar de un petit déjeneur o un pique-nique al caer la tarde. La terraza ofrece un ambiente más parisien si cabe, entre sillas de mimbre y pequeñas mesitas con manteles blancos. A veces, cuando miras a la Puerta de Alcalá iluminada, da la sensación que te trasladas a una noche mágica en esta ciudad en la que te saluda la Torre Eiffel.

Le Petit Bistrot (Príncipe de Vergara, 210) es un pequeño rincón del barrio de Montmartre ubicado en esta castiza calle. Tienen varios locales en la capital, todos ellos liderados por Carlos Campillo –criado en París– y Frédérique Sévèque. Este matrimonio ha trasladado lo mejor de la cocina francesa a sus restaurantes: su exquisito magret de pato a la naranja, los caracoles de Borgogna, la sopa de cebolla o su tarta Tatin harán que viajes a París con el tenedor. Porque no hay que fijarse en la decoración –los restaurantes están vestidos con pequeñas mesitas de madera–. Hay que dejarse llevar por el paladar. Por otra parte, su cuidada carta de vinos hispanofranceses animan a hablar francés con el personal, que es exclusivamente galo.

Oscuro y clandestino. Así es el restaurante que se encuentra en el antiguo tablao flamenco de Lola Flores. Caripen Bristo (Plaza de la Marina Española, 4) fue adquirido en 1993 por Daniel y Françoise Bouté, y desde entonces es una de las direcciones obligadas para disfrutar de una cena francesa. Es lugar de culto para numerosas caras conocidas del mundo del cine, la farándula o la ópera –puedes encontrarte a Marta Hazas a tu izquierda, y a Álex González a la derecha–, que se dan cita entre las velas de las mesas que iluminan esta peculiar cueva. Su magret de pato o los mejillones de roca a la créme se pueden disfrutar hasta altas horas de la madrugada.