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72 horas marcando estilo en Chicago

Vibrante y única, Chicago es la gran ciudad americana a descubrir. Arte urbano, lujo gastronómico e increíbles escenarios arquitectónicos nos esperan en una escapada de tres días.

Por Sergio Cabrera
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Es la tercera ciudad de Estados Unidos pero, sin duda, la más auténtica. A diferencia de Nueva York o Los Ángeles, es mucho más fácil encontrar rasgos de la auténtica América en Chicago que en las que le preceden en el ranking. La primera, por exceso de cosmopolitismo y turistas. La segunda, por longitud, inabarcable, obligando a desplazamientos en coche en todo momento. No ocurre eso en Chicago, donde ciertamente es posible llegar paseando a casi todos lados y donde el turismo, aunque presente, no ha 'echado' a los locales del centro urbano.

Una escapada que permita tres días completos en la ciudad nos va a permitir enamorarnos para siempre de Chicago. De la de siempre y de la más actual porque, además de los grandes monumentos y edificios que llevan dejando boquiabiertos décadas, la gran urbe de Illinois mira al futuro apostando por la tecnología, el arte urbano, las tendencias más punteras y el mejor paladar. Como muestra, esta guía con la que, seguro, querremos volver.

Día 1
Con una diferencia de 7 horas con respecto la España peninsular, la llegada a Chicago obliga a una rápida acción para evitar el jetlag. La comunicación con el aeropuerto es sencilla, en tanto que se puede hacer en metro. Si elegimos coche, dependiendo de la hora, tardaremos menos de media hora en llegar al Downtown (centro urbano histórico) o mucho más que bajo tierra.

El mejor modo de evitar el jetlag, aguantando unas horas y yéndonos a dormir no muy tarde, para al día siguiente empezar bien temprano a descubrir la ciudad. Para ello, elegir el hotel es fundamental, y para comprender mejor la modernización que vive Chicago, dos opciones son increíbles: The Peninsula y Acme.

El primero es el hotel de la cadena asiática The Peninsula en Chicago.No solo es uno de los más lujosos, sino también el que está marcando la nota tecnológica en la ciudad, con habitaciones completamente domóticas que se controlan con una tableta (hay varias en cada habitación) muy intuitivas. Claro que también destaca de este hotel que tenga a Óscar de la Renta como proveedor de las amenities del baño o su impresionante piscina y solarium en la planta 20.

Está a un paso de la avenida Michigan, como también el hotel ACME, de una estrella menos que el primero y que cambia el lujo por el arte urbano, con esculturas y grafitis, portadas de discos y mucho ambiente canalla en su bar de copas, abierto al público. En sus habitaciones, una torre electrónica permite conseguir todo tipo de información o contactar de forma virtual con los servicios del hotel. Basta con apretar un botón y hablar al módulo (como Siri en los iPhone) para que tengamos lo que deseemos.

Si tenemos tiempo de una primera cena, descubriendo el auténtico sabor de Chicago, nada mejor que el Tortoise Supper Club. Está a unos pocos pasos del mítico puente Du Sable, que seguramente será el primer lugar al que nos dirijamos estando en el centro, por su belleza. Así, todo queda cerca. En el Tortoise tendremos la posibilidad de elegir entre una animada barra con todo tipo de cócteles o sentarnos a cenar deliciosos platos de pescado o incluso variadas bandejas de entrantes que invitan al picoteo animado. El ambiente es elegante pero casual al mismo tiempo y permite estirar un poco la cena para irnos a la cama con garantías suficientes de que venceremos al jetlag.

Día 2
La primera mañana es obligatoria para patearnos bien el centro histórico. Lo veremos desde diferentes perspectivas a lo largo del día, así que no habrá rincón que dejemos al margen. Recorrer la avenida Michigan a pie es una de las primeras cosas que hagamos, pero lo ideal es hacerlo también en barco.

La Chicago Architecture Foundation ofrece cruceros por los canales de la ciudad en barcos históricos en los que, durante una hora y media, podemos conocer los secretos de los rascacielos y edificios históricos más importantes con todo lujo de anécdotas y detalles por parte de guías voluntarios. Hay varios con un nombre parecido, pero el auténtico es el del Chicago’s First Lady Cruises.

Para almorzar, el Pierrot Gourmet es perfecto. Está en la esquina del hotel Península, puerta con puerta con uno de los locales clásicos de deep dish pizza de Chicago: Giordano's. En el Pierrot podremos comer una rica ensalada, un buen filete o postres de estilo francés de todo tipo, tanto en su interior como en una coqueta terraza.

Habrá que coger fuerzas para empezar a subir edificios. Con la Chicago CityPass ahorraremos bastante en las entradas a los dos grandes miradores de la ciudad: el Skydeck y el 360 Chicago, cada uno en uno de los dos rascacielos más altos, respectivamente, y con ascensores de vértigo, suelos de cristal y vistas de infarto. El paseo entre ambos permite, además, conocer las calles del centro financiero.

Un tercer mirador nos permitirá rematar el día: el de la terraza-coctelería del hotel LondonHouse, un edificio rehabilitado de estilo art decó cuyas tres últimas plantas han sido reformadas para acoger la terraza-bar más impactante de Chicago. Está justo sobre los puentes y el río, por lo que el atardecer allí es de lo más cotizado. Una copa no supera los 15 €, por lo que no es un lujo para unos pocos. También podremos cenar en su restaurante, con cocina de autor internacional.

Día 3
Llega el turno de conocer los barrios que rodean el Downtown. Es en ellos en los que se cuece el mejor ambiente alternativo y, sobre todo, un rico panorama en arte urbano, del que son buena muestra los grafitis y murales que, como un museo al aire libre, hay por la ciudad. Destaca sobre todo el Graffiti Garden at the 606 de la Bloomingdale Ave., con más de 200 metros de murales artísticos, en un paseo que se hace casi sin coches molestando. Luego, seguiremos viendo arte callejero hasta llegar a Wicker Park, donde también hay una avenida peatonal elevada sobre las antiguas vías del metro (se llama la 606 y fue inaugurada en 2015). El hotel ACME cuenta con un Street Art Tour para que los amantes de los murales y los graffitis, a bordo de un coche privado, puedan recorrer cada una de las localizaciones de toda la ciudad.

No nos iremos muy lejos para almorzar. Los mejores pies nos esperan en un restaurante con terraza que apuesta por la vida de barrio y que siempre está lleno y con gran ambiente juvenil. Se trata del Bang Bang Pie, especializado en las tartas (saladas y dulces) más famosas de Estados Unidos. Ruibarbo, pollo, limón, carne... las hay para todos los gustos y, eso sí, hay que cuidar no pedir más de una o dos porque son raciones grandes.

Tras comer, es el turno de recorrer la costa del lago, empezando por el archifamoso Millenium Park y su gran haba gigante de espejo. Un paseo por los parques de esa zona nos llevará hasta el Field Museum, un interesante centro de Ciencias Naturales; el acuario y, sobre todo, el Planetario Adler, con películas y proyecciones en 3D que no debemos dejar de ver. Además, desde el planetario sale el barco que lleva al Navy Pier, un puerto dedicado al ocio y a la restauración que está de centenario y en el que podremos montar en una bonita noria.

La cena también la haremos en los barrios periféricos. Concretamente, en el RM Champagne, la más elegante champañería y, al mismo tiempo, con un estilo casual y urbano diferente. No hacen falta grandes galas, pero tendremos ante nosotros ostras, marisco, champán francés, quesos de autor... Ambiente romántico, postres exquisitos, música ambiental única... Resulta difícil no querer alargar la noche allí, especialmente si somos amantes de los speakeasy o los bistrós urbanos.

Día 4
Última mañana en Chicago y un buen momento para hacer compras y traer recuerdos a España. Dos rincones son de lo más original para ello. Por un lado, si somos golosos, tenemos la oportunidad de entrar en un universo de caramelos como jamás habíamos soñado en el Dylan's Candy Bar, una macrotienda de dos plantas donde venden todo tipo de caramelos y chocolatinas, incluso distribuidas por colores.

Menos turística, y elegida por críticos como la mejor tienda de un museo del mundo, la del Museo de Arte Contemporáneo de Chicago espera justo al otro lado de la avenida Michigan. Aquí no habrá tanta gente y, en cambio, un sinfín de curiosidades que resultan bastante atractivas. No es de extrañar que tenga ese galardón porque en sus dos plantas hay mil y un objetos a cuál más divertido, interesante, curioso... Nos quedamos casi sin adjetivos.

Con esas compras, poner camino al aeropuerto y desear volver a Chicago es cosa hecha.

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Las mejores vistas del skyline, desde un barco en el lago Míchigan.

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Lobby del hotel The Peninsula Chicago, de los más elegantes de la ciudad.

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Una mariscada en toda regla en el RM Champagne, maridada por el espumoso francés.

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Un cóctel desde la terraza del LondonHouse promete las mejores vistas de la ciudad.

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Una de las tartas de pollo del Bang Bang Pie, un imprescindible en la agenda gourmet.

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Imagen de Chicago desde uno de los miradores más emblemáticos: el 360 Chicago.

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El Chicago’s First Lady Cruises de la Chicago Architecture Foundation.

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Fachada del hotel ACME, todo un guiño a la cultura urbana y underground.

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La coctelería del Tortoise Supper Club siempre está muy animada por las noches.

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Terraza del bistró Pierrot Gourmet, a un paso de las tiendas más importantes.

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Interior del Revival Food Hall, en el centro financiero de Chicago.

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Cócteles creativos en el Broken Shaker, una coctelería a un paso de todo.

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