Hoy la ciencia (quienes la hacen) se han visto en la obligación de decirnos lo siguiente: expertos dermatólogos aseguran que el uso excesivo del móvil (además de amargarnos y solucionarnos la vida a partes iguales) ocasiona el envejecimiento prematuro de la piel, manchas en la misma y déficit de sueño, entre otros males. Y especial parte de culpa, asegura Simon Zokaie, director de una prestigiosa clínica londinense, reposa en los selfies.

Exponer regularmente la cara al flash y a la radiación electromagnética que ya generaban los Motorola, “sin lugar a dudas termina por dañar la piel a medio y largo plazo”. “Creo que hay un gran vacío en el mercado de productos que protegen la piel (…) muchas bloggers vienen a mi consulta a preguntarme qué comprar y cómo reducir al mínimo los daños colaterales de llevar una vida tan ajetreada y sobreexpuesta”.

Zokaie decía lo anterior ayer mismo en la FACE Conference, nueva charla sobre la estética facial llevada a cabo en la capital inglesa. El mass media español aseguró ya en marzo que los pediatras, también expertos, no exageraban al tildar de “muy grave” el hecho de que las autofotos (grupales) provocan piojos. Retales de la amistad.

El doctor, creador de la línea cosmética SkinClinic, terminó su charla advirtiendo al público de que él no cura “ese otro gran mal fruto de los selfies” que también sufre: “la cervicalgia, el dolor cervical” de andar todo el día con la cabeza gacha.

En resumen: menos selfies y más salud (y más cremas).