Mariela Garriga (La Habana, 1989) se come la cámara. Lo hace como misteriosa mujer del pasado de Tom Cruise —su personaje en Misión imposible—, en la séptima entrega de la saga. También como Giannina Facio, la novia italiana de Miguel Bosé en el biopic de su vida. Le pasaba igual cuando, de adolescente espigada, llamaba la atención de los ojeadores que le proponían ser modelo. "Hice mi primer anuncio con 13 años", explica con calma y esa mirada suva curiosa por todo. La niña Mariela creció en Cuba "muy feliz", señala. Pero su infancia acabó pronto. "Mi madre dejó de caminar de improviso. Yo, que no sabía ni freír un huevo, me vi cuidando de mi hermano y haciéndome cargo de la casa", cuenta, para enseguida apostillar, "ahora mi mamá está bien. Pero ese fue el cambio más brutal de mi vida. De la niñez, directa a la edad adulta".
Para sacar adelante a su familia, aceptó trabajar como modelo aunque no sabía nada de moda. "Sí conocía a Dior, porque siempre me gustó mucho su fragancia J'Adore. No se podía conseguir en Cuba, obviamente. La pedía a quien viajara y se la pagaba. Ese fue mi primer perfume", relata. Hoy el círculo se ha cerrado y luce el maquillaje y las creaciones de la maison. Cuando digo que su vida es de cuento, sonríe y matiza: "Cada persona del mundo es especial y tiene un libro que contar. Lo que pasa es que hay quien tiene voz y quien permanece en el anonimato". De su carrera de modelo, surgió la de bailarina profesional. "La directora del ballet de la televisión cubana me vio en un anuncio y me ofreció hacer un curso —recuerda—. Nunca quise ser artista, quería ser arqueóloga. Pero mi vida tomó otro rumbo", apunta, y admite que "siempre me he sentido, no vieja, pero sí más madura que mis compañeras o que mis amigas. Analizo las cosas antes de actuar, miro más al futuro, no voy a lo loco".
La búsqueda de oportunidades la condujo a Italia donde, además, encontró a Stefano Mongardi, su marido. Amable, elegante y guapo, mantiene un perfil discreto. Se conocieron muy jóvenes, en Milán, en una agencia de modelos. "Me mandaba mensajes, pero no le hacía caso. Pensaba, 'todos los italianos son iguales'", confiesa. Él insistio. "Me pidió amistad en Facebook y vi por su perfil que no era un loco. Hablamos de historia y sabía tanto... con él no necesito Google, es mi enciclopedia", asegura. Los dos sueñan con tener tiempo para viajar, afición que comparten, "en nuestro top está ir a Ibiza y Formentera".
En Italia, un director de casting vio dotes en ella y la animó a ir a clases de teatro. "No quería ser actriz", pero probó "y algo se movió en mí. Debería hacerlo todo el mundo, sirve mucho para la vida adulta, te enseña mucho de ti". Ya fascinada, "quería ser Meryl Streep", se mudó a Nueva York a formarse como actriz y guionista. La producción también le atraía. "Nunca veo la negatividad de una situación, sino las soluciones. Eso es bueno, porque producir es resolver problemas", explica. Ya ha producido dos documentales. En el último, E. L.I., participa la actriz Paz Vega. En su currículo hay series como NCIS: Los Angeles o Ley y Orden. Además tiene pendiente el estreno de la octava parte de Misión imposible. En ella seguirá "disfrutando de las escenas de acción. Me encantan porque me enseñan nuevas habilidades y me mantienen entrenada. Ir al gym me aburre". Como subraya, "aprender" es su deporte favorito. Esa es su esencia, lo que la convierte en una mujer con un futuro brillante que seguramente, escribirá ella misma.
Estilismo: Diego Serna. Producción: Beatriz Martínez Velasco. Asistente de fotografía: David Moreno.