Prau asturiano. Cae la tarde. De entre los árboles, con madreñas, xilecu negro con pedrería bajo un torso descubierto, medias, ligero y un solo slip, aparece Rodrigo Cuevas (Oviedo, 1983) entonando algo así como una copla freak-pop de raíces asturianas. Se contonea y flirtea con el público, comienza a quitarse las medias y el liguero, el xilecu… y así hasta hacer un striptease integral. Se cuelga de un árbol al acabar la actuación y todos, enfervorecidos, aplauden y gritan entusiasmados.

rodrigo cuevas el enfant terrible asturiano
Fernando Roi

¿Quién es este chico que ha revolucionado en un instante el gallinero? Por entonces, hay quienes aquello les pudo parecer extraño, descarado, hasta blasfemo… pero supuraba arte. Hoy, frente a nosotros, se sienta él. Igual de procaz, atrevido y hasta deslenguado. Pero ahora, más de cinco años después de darse a conocer, las cifras, los discos y los galardones, hablan por sí solo de este artista multidisciplinar, difícil de categorizar, ambiguo y versátil, que ha dejado en la escena cultural contemporánea una huella imborrable. Dejó atrás el dúo musical La dolorosa compañía, para lanzarse en solitario y, tras varios discos y sencillos -Yo soy la maga, Prince of Verdicio, un EP homenaje a Tino Casal, Manual de cortejo y Manual de Romería (Sony), este último elegido como Mejor disco de 2023- y ser nombrado Premio Nacional de Músicas Actuales, no hay escenario que se le resista. Sus espectáculos escénicos: Electrocuplé, El mundo por montera y el último, Trópico de Covadonga, colgaron el cartel de sold out en todos sus conciertos. Pero no dentro de nuestras fronteras, Cuevas viaja con su música, mezcla del folclor asturiano y gallego, la electrónica y el pop (me atrevería a decir que es inútil clasificarlo) de Colombia a Francia, de México a República Checa, Bélgica o Alemania.

rodrigo cuevas el enfant terrible asturiano
Fernando Roi
Rodrigo Cuevas con camisa de seda de MANS.

Desde luego, una de las características más notables de la obra de Cuevas es su capacidad para desafiar las convenciones y romper barreras artísticas. En sus espectáculos no sólo se limita a cantar, sino que también integra elementos teatrales, de danza y performance, creando así experiencias inmersivas que despiertan la imaginación y provocan profundas reflexiones sobre la identidad, la tradición y la contemporaneidad. A través de su música, busca preservar y revitalizar las raíces folclóricas de su región, dándoles nueva vida y significado en el contexto más moderno. Es, sin duda, un artista necesario.

rodrigo cuevas el enfant terrible asturiano
Fernando Roi
El artista con jersey de lana de Blauer y modelo con calcetín de Falke.

Harper’s Bazaar: No siempre fue fácil el camino que elegiste, han sido muchos años de trabajo, estudio y creación, pero al fin 2023 llegó para reconocer y premiar tu talento. El esfuerzo ha merecido la pena…

Rodrigo Cuevas: Bueno, yo no lo vivo como un esfuerzo, la verdad. Porque esfuerzo tampoco hice mucho [risas]. Sí, realmente todo esto fue fácil para mí, porque siempre hice lo me apetecía en cada momento. Pero bueno, sí que ha sido trabajando mucho.

HB: Porque detrás del personaje y de la persona, hay muchos años de estudio, de perseverancia, de investigación.

RC: Sí, es así. Comencé estudiando piano en el conservatorio, que fue lo que me dio la capacidad de trabajo, de ahí me fui a Barcelona a seguir preparándome. Más tarde me fui a vivir a Galicia, donde estuve ocho años, y allí fue donde me acordé de lo que quería: vivir en el pueblo y tener animales, cabras, ovejas… Y también fue donde descubrí el mundo de la música tradicional, comencé tocando la pandereta y cantando, y vi muy claro el camino musical y artístico que quería recorrer. Porque hasta entonces no lo tenía para nada claro: trabajaba en una panadería, daba clases de acordeón, de baile y tal. Poco después regresé a mi tierruca natal, Asturias, y aquí estamos.

HB: ¿Cómo encuentras esa veta donde tienes que ahondar, pensando más en el público que te rodeaba?

RC: Nunca pensé en el público porque jamás pensé que esto le pudiera gustar a nadie. Lo hice simplemente por curiosidad, porque me divertía. Y creo que es lo que hay que perseguir, ¿no?, la curiosidad. No creo en ese lenguaje de perseguir tus sueños, porque eso solo crea frustraciones y gente que se pega contra un muro que no pueden saltar, yo creo que es mucho más interesante perseguir la curiosidad y jugar con las cosas como cuando eres niño, y no tener miedo jamás. Yo tenía entonces también una edad muy buena, los 22, 23 y 24 años para no tener miedos y perseguir la curiosidad. Luego ya, cuando te haces más mayor, es más difícil desprenderte de esos miedos.

HB: No diría que Rodrigo Cuevas tenga miedos…

RC: Pues fíjate, tengo ahora más miedos que antes, ¡qué triste! ¿no? Tengo miedo a volar, aunque lo estoy corrigiendo, pero también tengo miedo a fracasar. Pero a ver, que mira que yo me regocijo en el fracaso y me encanta, y es donde mejor salgo parado. En el error y en el fallo. Pero ese miedo es más bien a que no guste un disco y no salgan bolos, y que toda la gente que va contigo trabajando no tengo sustento.

HB: Eres un poco inclasificable: folclor astur, gallego, leonés, electrónica, pop… ¿Nunca te dio miedo a la mezcla?

RC: No, ni me da. Como tampoco aspiraba a tener público. Yo no escuché música comercial ni me sentí como dentro del mainstream. Me interesaba mucho más no serlo ni que me conociera nadie. De ahí que no tuviera miedos en ese sentido.

HB: Nunca pensaste en llegar al público, pero el pasado año van y te conceden el Premio Nacional de Músicas Actuales…

RC: Bueno, eso fue increíble, la verdad, no me lo esperaba para nada y encima te llama directamente el ministro: ‘Hola, Rodrigo, tengo que darte una noticia’. Sinceramente, no me lo creí, le respondí: ‘Sí, ya, claro, el ministro…’ [risas]. Y sí, lo era. Fue una gran sorpresa y también un gran punto de inflexión en mi carrera. Pero vamos, dicen que los premios no son tan importantes, y jamás me esperé esto, ni me lo esperaba ni lo buscaba. Lo hacía sólo por divertirme.

rodrigo cuevas el enfant terrible asturiano
Fernando Roi
El cantante con gafas de sol de Komono.

HB: Hablas a través de tus conciertos de inclusividad, diversidad… ¿Qué piensas cuando te llaman activista LGTBIQ+?

RC: Yo activista no soy. Lo que hago es dar mi opinión. La gente está acostumbrada a que la mayoría de los artistas de la dramaturgia o las artes escénicas, sean más políticos, dan más su opinión, pero los artistas de la música tienen pavor a expresar sus pensamientos, a perder público. A mí no. Hay una parte del artista que te puede gustar o no, y hay opiniones que te pueden gustar o no, pero estamos en una democracia y todo el mundo tiene derecho a tener una opinión formada. No hay que tachar a nadie de nada, juzgarle por su opinión. Entonces yo intento educar a la gente un poco para que podamos ser personas libres.

HB: ¿Y no cree que eso está siendo cada vez un poco más complicado?

RC: No, eso es mentira. Yo creo que tenemos más libertad que antes, es cierto que hay una cierta crispación y una percepción que no teníamos hace 15 años, pero básicamente por las redes sociales. Antes no había forma de que la gente te respondiera, ahora está a la orden del día. Los colectivos más oprimidos ya no están en sus casas viendo por la tele cómo hacen chistes sobre su condición, ahora pueden responder. De ahí que muchos piensen que hay una dictadura, que no podemos decir nada ni hacer chistes de nada.

HB: Cierto, pero es como si hubiera una ‘sobreopinión’, ¿no?

RC: Es que ya todo nos molesta. Opinamos de todo y es como, ‘oye, chico, no opines de todo si no sabes’. Para tener una opinión hay que tener criterio y pensamiento crítico, conocer el tema. La cuestión es que siempre se ha opinado de todo, pero en el ámbito doméstico, y se quedaba en casa. Ahora es público a través de las redes sociales y la gente dice muchas tonterías sin contrastar.

HB: ¿Te pasa a ti en concreto?

RC: Sí. Mucho. DE haters, comentarios negativos… Pero si es alguien al que quiero, al que le tengo cariño o respeto, pues puedo responderle, ni no sé quién es, me da igual. Yo suelo responderles a estos: ‘Ay, perdón, dejaré de hacer música para que no tengas que perder el tiempo haciendo estos comentarios. Ahora mismo dejo de hacer mi trabajo y tú tus comentarios’.

HB: Con Manual de Romería, tu último álbum firmado con Sony, ya tienes cerradas muchas fechas por todo el mundo. Pero ya habías recorrido escenarios muy diversos, ¿cierto?

RC: Bueno, yo ni me lo creo. Por Francia hice una gira de veintipico conciertos el año pasado, me adoran allí, no sé, será que les presta lo que hago, se divierten. Y yo soy muy políglota y hago enseguida como que sé hablar francés. O hablo lo que sea, y se mean de la risa. Pero sí que he actuado en México, Miami, Colombia, República checa, donde he estado ya dos veces… Es todo, todo muy loco.

HB: Hay un proyecto precioso que has sacado adelante con otros dos socios en Asturias, La Benéfica de Piloña, ¿puedes contarnos algo más?

RC: Pues sí, es un teatro de 1926 que nos compramos entre tres amigos y que lo estamos restaurando. Hicimos un crowdfunding hace tiempo y comenzamos con el proyecto. Lo abrimos hace un año como centro cultural para el pueblo y es muy guay porque la gente lo está recibiendo con mucha ilusión. Creo que está siendo bastante transformador para Piloña. Para eso está la cultura, para hacer feliz a los demás.

HB: Para terminar, hay quien ha dicho de ti que eres el Freddie Mercury español, ¿cómo te tomas esto?

RC: Bueno, no lo reivindico para nada. Yo creo que hay gente que necesita como buscar todo el rato comparaciones, porque si no se pierden en el abismo de la inmensidad. Y necesitan boyas a las que amarrase. Y tienen que clasificar… ¡Puxe Asturies!