Marisa Berenson protagonizaba en febrero de 1966 la portada de Harper’s Bazaar fotografiada por Hiro. El maestro japonés captaba el perfil de una joven de 19 años de mirada cristalina que apenas estaba dando sus primeros pasos en la moda. Poco antes, había acudido junto a su padre a una fiesta en Nueva York, y Diana Vreeland vio en aquella chica que derrochaba melancolía y determinación a partes iguales, un diamante en bruto. Posó para los grandes fotógrafos de la época, de Richard Avedon a Helmut Newton, y dio el salto al cine de la mano de Luchino Visconti con Muerte en Venecia. De aquella joven que brillaba en un Nueva York hedonista y efervescente Marisa conserva su porte grácil, esa cautivadora mezcla de ingenuidad y pasión que puede con todo y una amplia sonrisa con la que derriba cualquier barrera.

Su abuela, la diseñadora Elsa Schiaparelli, estaría orgullosa de aquella nieta que con 16 años quería ser libre e independiente y cuyo estilo la horrorizaba. No hay nostalgia en las palabras de Marisa Berenson, y sí mucha sabiduría, la de alguien que siempre ha exprimido cada minuto de vida, cada experiencia, y que tiene claro que perseguir un sueño es la mejor manera de mantenerse joven. Lo cuenta mientras se emociona pensando en su próxima faceta, la de productora de cine, que le permitirá ponerse detrás de las cámaras. Acostumbrada a los flashes, es un privilegio verla posar y disfrutar de una profesión en la que, casi cinco décadas después, sigue mostrando la ilusión de los principiantes.

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Javier Biosca
Chaqueta de lana con doble cuello de popelín de algodón de SCHIAPARELLI ALTA COSTURA.

HARPER’S BAZAAR: ¿Cómo recuerda el momento en el que le dijo a su familia que quería ser modelo y actriz?

MARISA BERENSON: Fue doloroso porque el despegue de mi carrera coincidió con la muerte de mi padre. Perderlo me empujó a querer vivir la vida por mi cuenta y a mi manera. Volví a Nueva York con 16 años, y la ciudad era increíblemente creativa. Mi familia estaba molesta y preocupada de que viviera allí, pero yo era feliz, me sentía libre haciendo algo que amaba. Diana Vreeland me protegía, trabajaba con personas fantásticas, como Avedon, Penn, Hiro, Newton y Cecil Beaton.Viajábamos y la atmósfera era muy diferente, menos comercial que ahora, más íntima. Si hacía falta, me maquillaba yo misma.Todo era muy personal, muy creativo, divertido, libre, más experimental...

HB: ¿Ser la nieta de Elsa Schiaparelli tuvo que ver en su decisión de dedicarse a la moda?

MB: No, fue el destino. Me crié en internados en Suiza e Inglaterra, lejos del ambiente de la moda. Y cuando regresé a Nueva York mi vida explotó. Lo llevaba en el ADN, pero ella no estaba nada contenta, las chicas de buena familia no debían ser modelos.

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Javier Biosca
Capa de escamas de organza ensambladas a mano de GEORGES OBEIKA COUTURE, y collar B.zero1 de oro rosa con diamantes y anillo Serpenti de oro amarillo y blanco con rubíes y diamantes, ambos de la colección de Alta Joyería de BVLGARI.

HB: A ella no le gustaba su estilo... ¿le dio algún consejo?

MB: Yo salía con mis shorts, prácticamente desnuda, y mi abuela me decía que parecía una prostituta barata. No me dio ningún consejo, estaba enfadada conmigo, pero yo era independiente y hacía lo que quería hacer, ella también hizo lo mismo.

HB: ¿Cómo influyó en su carácter ser modelo?

MB: Diana Vreeland me dijo: 'Marisa, lo más importante en la vida es la disciplina'. Desde joven he sido muy consciente y disciplinada con mi estilo de vida. Mientras la gente se destruía con las drogas, el sexo y el alcohol, yo meditaba, viajaba a la India, me hacía vegetariana. Era una mujer joven y vulnerable y quería construir una mujer fuerte.

HB: Muchas modelos hablan de la soledad como una de las cosas menos agradables de la profesión, ¿fue difícil para usted?

MB: Crecí sola, y para mí la soledad no ha sido un problema. De hecho, necesito momentos a solas porque me ayudan a recuperarme. En un negocio en el que tienes que estar en todos lados, y que a veces es superficial, necesito la calma. Pensar y crear la energía y el deseo de salir y dar lo mejor de mí.

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Javier Biosca
Chaqueta y falda, ambas de lana y seda, y botas altas de piel, todo de FENDI COUTURE, y anillo Serpenti de oro amarillo y blanco con rubíes y diamantes de la colección de Alta Joyería de BVLGARI.

HB: Vivió la época dorada de Studio 54. ¿Ahora el mundo es más aburrido y menos creativo?

MB: Hoy nos falta libertad en muchos sentidos, somos como robots programados. La gente debería poder expresarse, en la literatura, en el cine... No se puede eliminar algo porque no es políticamente correcto decirlo o pensarlo. El pasado está ahí y es importante verlo para aprender de él, no borrarlo para olvidarlo. Lo encuentro inquietante.

HB: ¿Se siente una mujer valiente?

MB: Soy valiente. Tienes que afrontar la vida sola, por muy bien rodeada que estés. Hay que ser fuerte y atreverse a hacer las cosas. A los jóvenes les diría que no se rindan nunca, todo lo que vale la pena no es fácil. Se necesita trabajo, disciplina, determinación, pasión, amor, fuerza, coraje... y seguir un sueño.

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Javier Biosca
Berenson posa con chaqueta de lentejuelas bicolor de CHANEL y pendientes de metal de MONIES para FAHOMA.

HB: Es un icono de la moda y el cine, ¿cómo lleva ser tan admirada?

MB: No pienso en mí como un icono. Lo importante es lo que puedo transmitir y dar a la gente. Siempre he sido muy existencialista, con 7 años me preguntaba quién era Dios y cuál era mi razón de ser. Me considero una privilegiada por la vida que he tenido, por la gente que he conocido, y siento humildad. Creo que todo lo que haces en la vida tiene que tener un propósito.

HB: Ser modelo o ser actriz, ¿se queda con alguna de las dos?

MB: Me gustan ambas. Ser modelo fue un trampolín, pero me sigue gustando mucho la moda, hay algo especial en ella, trabajar con buenos fotógrafos, con gente maravillosa, entregarse de nuevo, canalizar buena energía y dar lo mejor de ti. Ser actriz para mí es el mayor privilegio, simplemente el mejor trabajo del mundo cuando lo haces con las personas adecuadas y cuando puedes hacerlo, porque no es una profesión fácil en absoluto.

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Javier Biosca
Berenson luce bodi de punto y botas de piel, ambos de FENDI COUTURE, y reloj Serpenti de oro blanco y amarillo, y anillo Serpenti de oro amarillo y blanco con rubíes y diamantes de la colección de Alta Joyería, ambos de BVLGARI.

HB: ¿Qué lección de los genios con los que ha trabajado guarda en el corazón?

MB: Todos han sido grandes maestros en mi vida. Con Visconti rodé mi primera película. Fue poner un pie en el set y supe que ese era mi destino. La primera noche me dijo: 'Si quieres seguir en esto como actriz, tienes mi bendición, eres natural frente a la cámara'. Ese fue el mejor cumplido que podía hacerme. Cuando estás grabando, esa cámara se vuelve humana, es una sensación muy difícil de describir. También he tenido momentos más difíciles, pero son interesantes porque sacan a relucir algo que a veces ni siquiera sabes que tienes, que está muy dentro de ti.

HB: ¿Qué le hace tener energía y motivación para emprender nuevos proyectos?

MB: Mantenerme sana. Soy muy disciplinada en la vida para seguir haciendo lo que amo de la mejor manera posible. Y ser creativa: me gusta escribir, actuar, diseñar joyas, hacer fotografías, y voy a empezar a producir, estaré delante y detrás de la cámara, y eso me emociona.

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Javier Biosca
Vestido de crepé de seda y tocado XL con forma de rosa de gazar en faya de seda, de la colección Un Château de Alta Costura de VALENTINO.

HB: Envejecer es una pesadilla para muchas personas, ¿cómo lo vive?

MB: No es para cobardes. Hay que aceptarlo porque no es posible evitarlo. Lo único que puedes controlar es cuánto tiempo te apasionará la vida, y eso ayuda. Es necesario cultivar un espíritu joven. Ser viejo es una expresión fea, la verdad... Yo me siento vital y joven, quiero hacer un millón de cosas.

HB: ¿Tiene la sensación de que vivimos demasiado deprisa? La gente se queja de falta de tiempo, pero se nos van las horas mirando al móvil.

MB: Es una locura, y muy destructivo para los jóvenes. Si miras la forma en que la gente se comunica hoy en día, ya no se miran, no se hablan, no se tocan... Es triste, están muy solos en su pequeño mundo. Hay que leer, interesarse por la cultura, disfrutar de la naturaleza y descubrirnos unos a otros.

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Javier Biosca
Marisa baila con vestido de jacquard de lamé de DIOR ALTA COSTURA.

Peluquería: Manuel Fernández (Cool Producciones). Maquillaje: Jose Belmonte (Cool Producciones). Producción: Beatriz Martínez Velasco. Asistente De Fotografía: Enrique Escandell.