Durante su cita con Harper’s Bazaar en París para la sesión de fotos que acompaña a esta entrevista, Emmanuelle Seigner irrumpe en la sala como un torbellino, con una ondulada melena rubio platino rozándole los hombros y un descarado rojo de labios: la quintaesencia del Hollywood dorado sobre la percha del inimitable allure francés. "Es que vengo de interpretar a Marilyn", sonríe. La obra en cuestión, Bungalow 21, del dramaturgo Éric-Emmanuel Schmitt (en cartel en el Théâtre de la Madeleine), se retrotrae a un significativo periodo en la vida de la bombshell: su encuentro en el Hotel Beverly Hills de L.A., junto a Arthur Miller, con Yves Montand y Simone Signoret (a quien da vida la hermana de Emmanuelle, Mathilde) y su triángulo amoroso con el matrimonio francés. "Cada una de nosotras ha tenido su propia carrera y ahora nos hemos encontrado. Ha sido maravilloso trabajar juntas, ya no tenemos edad para enfadarnos", afirma, radiante, la actriz.
En su caso, su trayectoria (nada menos que 54 títulos), si bien adscrita indefectiblemente al cine de autor francés, cuenta con sonadas perlas de los grandes estudios que no tardaron en convertirse en títulos de culto: Frenético y Lunas de miel (que lleva al paroxismo el dicho de que del amor al odio sólo hay un paso) han quedado grabadas a perpetuidad en las retinas de todo cinéfilo, y encabezan también las preferencias personales de la actriz gala. "Las películas a las que más cariño les tengo son Frenético, Lunas de miel y La Venus de las pieles". Adaptación libre de la novela homónima que Leopold von Sacher-Masoch publicó en 1870, esta última se basa en una interesante sinécdoque: la relación entre un director de teatro y la actriz a la que somete a prueba para su obra, a su vez adaptación de la citada novela sobre un hombre que desea abandonarse a una mujer que lo domine emocionalmente. A medida que ambos van leyendo el texto dramatúrgico, los dos niveles de realidad se solapan y las fronteras entre los protagonistas de la película y sus alter ego se diluyen.
"Lo que me gusta de ella es que es muy feminista. Al principio es el hombre, el director, quien tiene el poder, pero luego la actriz se hace con él. Es una película redonda, con sólo dos personajes y cuatro paredes. El cine es un oficio frágil, porque intervienen muchos parámetros: el director, los actores, los personajes... Y esa vez lo conseguimos". Significativamente, el todo del film sugiere un tercer nivel exógeno, ya que Seigner actúa bajo la dirección de su marido, Polanski. Pero Seigner zanja rápidamente el tema, sin acritud, pero con firmeza: "Esta película no tiene nada que ver con nosotros".
La discreción con la que vive la actriz es notoria, así como su reserva hacia todo aquello que tenga que ver con su marido, a quien la unen seis películas y 34 años de vida conyugal. "Lo que menos me gusta de ser actriz es promocionar las películas ante la prensa y en festivales. Justo lo que estoy haciendo ahora", ríe. No es de extrañar: la sombra del affaire Polanski nunca ha dejado de planear sobre ella. Por eso ha sido toda una sorpresa que, con mayor o menor tino, la actriz decidiera publicar el pasado agosto su visión del asunto en Una vida incendiada. Un testimonio que su autora describe como "una fusión entre un diario íntimo y un atestado judicial", y que ha reavivado el fuego en torno a uno de los casos judiciales que más han dividido al mundo del cine, levantando ampollas en la sociedad francesa.
Sea como fuere, la pasión por la interpretación le viene de cuna. "Mi padre y mi tía eran actores en la Comédie Française, así que crecí entre bambalinas". A los 14 años ya hacía de modelo, y el cine no tardó en llamar a su puerta: a los 19 rodó Detective a las órdenes de Jean-Luc Godard. "Me encanta interpretar a personajes bien definidos y con buenos cineastas: Ozon, Olivier Dahan, Julian Schnabel... Entre las nuevas generaciones también hay mucho talento. De los clásicos me habría encantado rodar con Kubrick, pero la cosa está un poco difícil", ríe. Justo la huelga del gremio del cine nos impide hablar de su nueva película, Pet Shop Days, de Olmo Schnabel: "Me encantaría, pero no debo. Es crucial apoyar esta huelga para que se respeten los derechos de todas las partes. Nuestro futuro depende de ello.Por eso no he ido al Festival de Venecia".
Cuando le pido que haga un repaso a sus espléndidos 57 años, su tono se vuelve nostálgico. "El mundo es muy diferente al que era. Antes había más libertad; por ejemplo, se podía fumar en cualquier parte. Hoy hemos renunciado a muchas cosas en pos del bienestar de las personas, así que el mundo es más seguro, pero también más homogéneo, más frío. Me da la impresión de que antes la gente era más feliz". Sobre aquellas causas que merecen su atención se muestra profundamente individualista: "Intento vivir el día a día, hacer lo que debo y cuidar a la gente que quiero. No me corresponde ocuparme de todo el mundo, no valgo para eso. Y no me gusta que los actores larguen discursos a diestro y siniestro. Si hacemos bien nuestro trabajo hacemos soñar a la gente, lo cual de por sí no está nada mal".
*Este reportaje se hizo antes de que se convocara la huelga de
Peluquería: Sarra Na (B. Agency). Maquillaje: Kathy Le Sant (Call My Agent). Manicura: Lilly (Noob Agency). Producción: Beatriz Martínez Velasco. Asistente de fotografía: Ginevra Carrozzo. Asistente de estilismo: Greta Macchi.
