Cuando entras en The Foyer, un vestíbulo redondo te da la bienvenida. Una vez dentro, puede que te cruces con alguien. Observas que te rodean varias puertas, y en el pomo de cada una de ellas cuelga un cartel, es el perching o poming. En él se lee: "Please, disturb!", por ambas caras. Esta es la narrativa que crea mi mente al llamar, muy curiosa, a ese vestíbulo, y reunirme en Barcelona con las hermanas Blanca (1993) y Marta Vives (1988), las propietarias de esta especie de hotel boutique, digamos, ficcionado. Y es que The Foyer en realidad nació junto a la costa, como fruto del empeño de la mayor de ellas, Marta, en iniciar una nueva etapa vital.

Una mañana temprano, la barcelonesa se encontraba pasando unos días en un piso familiar y decidió que no se movería de una mesa hasta que no llegara la idea que tanto tiempo llevaba queriendo encontrar, aunque puede que por entonces no lo supiera. El resultado, en sus palabras, es "un hall, que no es un hall. Yo había vivido en Milán, y ahí me había obsesionado mucho con las entradas de los edificios. Era algo que llevaba conmigo. Y lo vi... Esa entrada, un lugar redondo donde hay muchas puertas distintas, muchos sitios a los que ir, y donde la gente se puede mezclar, pero en cada sitio cada uno se sabe su historia". No hablamos de arquitectura.

instagramView full post on Instagram

Puede que de primeras resulte tedioso entender la idea, pero precisamente ese es el propósito. El misterio vive en ellas, sino no serían The Foyer. Aún así, aman a los disturbers, y por eso han fundado la primera empresa de narrativa en la que crean la idea sobre la que pilota cualesquiera que sean las necesidades de sus clientes. "Es una empresa de narrativa y es un atelier, porque nuestra manera de trabajar es más similar a la de una sastrería que a la de una multinacional", cuenta Blanca haciendo hincapié en que ellas acompañan al cliente durante todo el proceso: "estamos en las llamadas, en reuniones, ponemos las ideas. Es algo muy cercano, porque detrás de todo esto ellos saben que estamos nosotras dos siempre".

Si llegas hasta The Foyer es porque es tu lugar, sino no llegas, o mejor dicho, puede que te asomes, pero no entras. De hecho, cuando ambas comentaron la idea a su círculo cercano, nadie confió en ella. Cuando la pusieron en marcha ya fue otra historia. Seguir el instinto es algo que han aprendido que se debe hacer, y el destino les premió por ello. Tan solo tres días después de lanzar el vídeo de su anuncio en Instagram, rodado en el espectacular hotel La Bionda de Begur, en enero de 2022, ya tenían su primer cliente.

"Como marca, tenía que haber intriga en todo esto por cómo es nuestra propia imagen y por cómo es nuestro universo, necesitábamos que estuviera ahí. Muchos nos contactan diciéndonos que les encanta el anuncio, pero que quieren saber más sobre en qué consiste The Foyer, y eso nos encanta", cuenta Blanca, volviendo al lema, "please, disturb!". Eso sí, quien consigue el match contrata un servicio de habitación en el que lo único que tiene que hacer es dejarse llevar y dar el aprobado final o pedir otra propuesta. Poco más, porque el margen que tienen de libertad suele ser ilimitado, como dice Marta: "No solemos trabajar con un briefing cerrado, a nuestros clientes les gusta que aportemos muchas ideas desde el inicio. También hay veces que trabajamos con parte de su equipo, como pueden ser sus departamentos de comunicación o producción. Siendo así montamos un engranaje u otro".

Por si alguien se ha perdido en la lectura, intentamos traducirlo: Marta y Blanca son emprendedoras, ellas montaron una empresa de narrativa que asienta su oficina en Madrid, pero que trabaja para el mundo. En ella, el cliente escoge el servicio, y ellas se encargan de diseñarlo. Puede ser una elección completa, o una más individual: desde crear el discurso y el guion o buscar el sonido que mejor encaje; hasta encargarse del branding, del copywriting, de la ilustración o la producción, entre otras muchas prestaciones.

Una misma forma de estar en el mundo

Ese engranaje surge, precisamente, de una conexión espacio-temporal que se gestó en un momento en el que ambas, de maneras muy distintas, se encontraban en un contexto muy similar. Blanca, que era abogada laborista con background en el mundo de oratoria, del debate y del discurso, sentía que su creatividad le exigía más espacio en su vida. De hecho, durante una temporada vivió un fotograma digno de mención, algo así como un despertar: se mudó sola al barrio Gótico y comenzó a tocar el ukelele. Su hermana dice que canta muy bien.

El nombre de Marta Vives, en cambio, puede que ya te suene de antes. Estudió Periodismo y Arte Dramático, ejerció como actriz, y por si pareciera que no le quedaban suficientes ámbitos en el mundo cultural que tocar, también publicó su libro, Una mujer con la cuna fracturada (Tres Hermanas, 2020). Sin embargo, tras probar también el mundo del guion su camino se giró: "Me di cuenta de que tocaba siempre con la pared de los productores, ellos tenían la última palabra". Así, pasó de trabajar en la narrativa de otros, a proponerle a su hermana trabajar en la suya, en la de ellas. Lo hizo desde la terraza del hotel barcelonés Casa Luz. Su hermana aceptó, y, "con cero euros" y pidiendo favores, comenzaron a planificar la metodología y los servicios que iban a ofrecer en una empresa que tenían claro que debía tener como base disfrutar y pasarlo bien.

Resulta complicado escapar a la pregunta de cómo es trabajar entre hermanas. Sorprende su respuesta. No resultó un impedimento, sino más bien una ventaja ya que, aunque siempre habían tenido buena relación, cada una se nutría de un entorno diferente y eso les ayudó a encajar mejor el puzzle.

De Hermès a La Casa del Libro

Una cartilla de clientes de sobresaliente

En el ámbito laboral, ni siquiera se conocían, pero forman el tándem perfecto, la balanza equilibrada. Blanca ejecuta mejor bajo presión, pero para crear necesita su espacio: "Me gusta estar tranquila, salir a correr o leer". Después, estruja y macera. Su hermana, en cambio, es de esas personas en las que brotan las ideas mientras las están gestando: "La creatividad se me subleva porque siempre está activa. Si tuviera que desconectar me sentiría rara".

Entre los méritos que encontramos en su corta trayectoria de vida como empresa, distinguimos nombres de clientes como La Casa del Libro, Hermès, la Generalitat de Catalunya o, uno de los más virales, la afamada campaña '¿En qué piensan los Papines?', de NEONAIL España con Maria Pombo. Eso sí, cuando alguien les llama y no sienten que pueden seguir su metodología de trabajo, saben que esa relación no va a ser correspondida, por lo que se permiten la licencia de rechazarlo. Como explica Marta: "Notas que lo que esperan de ti no es lo que eres tú, sino lo que ellos quieren".

En la esencia Vives habita la coherencia y la pasión por, no solo llevar a cabo, sino también sentir, lo que hacen. Trabajar con el cliente, en lugar de trabajar para él. Pero, aunque dicen que la creatividad siempre está, lo cierto es su estilo de vida la destila. Basta con escuchar la frase de Blanca para darse cuenta: "Siento que todo lo que aprendo del mundo me sirve para todo". Han vivido en diferentes países de los que respiran influencia, se embarcan en viajes inspiracionales juntas cada cierto tiempo, se rodean de personas que aportan y a las que también ellas aportan, y buscan -y se fijan- constantemente en los inputs que les rodean.

El refrán dice que sarna con gusto no pica. En su caso, The Foyer, se desarrolla gracias a muchos de los estímulos que les remueven cada día. "Trabajamos muchas horas al día, no tiene sentido que no nos guste nuestro trabajo", concluye Marta. Aunque ella se mueve por energías, está claro que el destino también se construye. Porque en la vida hay dos opciones: quedarse sentado y esperar a que sucedan las cosas, o levantarse y ponerse manos a la obra para que sucedan. Ellas son, sin duda, del segundo grupo. Ahora que ya conocemos su narrativa, podemos decir que hemos visitado The Foyer.