Tiempo de relax: por qué te tienes que apuntar al ritual del baño

Hay pocos momentos de gozo tan naturales, simples y reparadores como el de sumergirte en la bañera. Una terapia ancestral que, de la mano de los iconos pop Cleopatra o María Antonieta, ocupa un capítulo imprescindible en la historia de la belleza.

Mientras la primera utilizaba leche de burra para su ritual a diario, la reina consorte de Francia personalizaba su inmersión con piñones, linaza y almendras dulces. "Los baños calientes se asocian con salud y alivio desde los tiempos más remotos gracias a culturas como la japonesa, la romana o la nórdica", cuenta Raquel Marín, neurocientífica y catedrática de Fisiología. "Uno de los fenómenos conocidos es la liberación de endorfinas desde la piel. Estas son las moléculas que nos generan sensaciones placenteras y de recompensa, lo que contrarresta el estrés y la ansiedad", asegura Marín, autora de los libros Dale vida a tu cerebro y Pon en forma tu cerebro (Roca Editorial). Igualmente aumenta la producción de oxitocina, otra de las famosas hormonas de la felicidad, asociada al bienestar, la confianza y las relaciones afectivas. "Por ejemplo, cuando una persona querida nos da un abrazo
generamos producción de oxitocina", explica.

Los estudios científicos atribuyen infinidad de beneficios a este hábito que solo requiere 15 minutos de nuestro
tiempo y una temperatura óptima del agua de 32 a 35 grados. Desde estimular el sistema inmune hasta aliviar el dolor crónico y muscular o combatir el insomnio. Además, las últimas investigaciones señalan que activa la circulación, reduce la presión arterial y disminuye los niveles de azúcar en sangre después de comer (algo muy beneficioso
para quienes padecen diabetes tipo 2). "También mejora la oxigenación por lo que puede tener efectos calmantes en el cerebro, un órgano particularmente sensible a la buena calidad de la respiración. Ya en la antigüedad, en Japón el baño era sinónimo de ‘limpieza mental’. De hecho, puede venir bien si tienes tendencia a sufrir migrañas y cefaleas», concluye la experta.