¿Por qué todos los diseñadores quieren ser góticos este otoño?
El influjo de Penny Dreadful, los 70 más apocalípticos o los iconos de la calle son algunos de las claves para entender la fiebre por lo lúgubre.
Un futuro negro puede ser también sinónimo de algo nuevo y esperanzador. Este otoño-invierno 2015 la moda recurre al no color -o al total de todos, según se mire- para dar con una fórmula rupturista frente al verano más lánguido de los últimos años. Los motivos, tan dispares como interpretaciones recoge la pasarela. Alexander Wang justifica la ausencia de color por el motivo más racional de todos. ““Si nuestras clientas quiere negro, ¿por qué no hacer una colección íntegramente en ese color?” Hasta ahí, la defensa del color que siempre abogaba Coco Chanel. “Las mujeres piensan en todos los colores menos en la ausencia del mismo. Siempre digo que el negro contiene a todos en sí mismo”. Pero su interpretación dista bastante de la imagen chic de la maison. En su campaña O/I 15 un ejército de zombies visten una versión casi apocalíptica del little black dress con Marilyn Manson y la banda Kiss como referente.
Aún los 70 no nos han dejado, pero el reloj de la máquina del tiempo sigue corriendo. Chloé avanza en la historia del folk desde su ubicación predilecta, Laurel Canyon. El vecindario de Hollywood que vio nacer las canciones de Joni Mitchell cambia de musa con cierta lógica: Stevie Nicks encaja mejor en la resaca bohemia que las letras de protesta dela canadiense. Hedi Slimane encuentra en Siouxie Soux su chica perfecta para dar carpetazo a esa revisión de la década que comenzó con su debut en Saint Laurent Paris. La estética protopunk de pelo enmarañado y maquillaje pictórico que ella misma creó -precursora el Do It Yourself- dan a la firma francesa su nuevo halo de decadencia rockera.
Pero en ese devenir de neos, ya no es cuestión de recuperar décadas, sino siglos. La exposición Death Becomes Her: A century of Mourning Attire que el Metropolitan Museum of Art albergaba este año sobre la vestimenta de duelo en el siglo XIX, vaticinaba un invierno teñido de luto. Un homenaje a la era victoriana que conectaba con el fenómeno de Penny Dreadful, la serie de suspense ambientada en el Londres de finales de ese siglo y que más de un diseñador tuvo que ver mientras cosía su colección. Y es que las piezas de encaje y tul, los cuellos altos y los guardapolvos de Alexander McQueen, Valentino o Alberta Ferretti harían enloquecer a la mismísima Miss Ives.
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