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Guía definitiva para encontrar la camiseta blanca perfecta
La más humilde y básica de las prendas convertida en objeto de culto y producto de lujo definitivo de las firmas y marcas de moda.
Si bien este verano triunfan las camisetas de bandas y grupos musicales -una tendencia que va más allá de la temporada de festivales- así como los tops estampados con nombres de marcas comerciales -de la celebérrima camiseta de DHL firmada por Vetements a la de Coca-Cola que no se quitó Miroslava Duma durante las últimas Semanas de la Moda y que tiene su réplica versión Pepsi en Zara- tanto las pasarelas de invierno, como las colecciones Crucero 2017 presentadas hasta ahora, apuestan por una vuelta indiscutible de la logomanía. Lo hemos visto en Gucci, en Pucci, en Loewe, en Lacoste, en MSGM o en No.21, entre tantas otras. Nombres de firmas bien visibles que incluso llegan a convertirse en estampado. Ahora bien, la paradoja que rige la moda hace que desde hace unos años el superventas y pieza insignia de la mayoría de casas sea, por contra, la simple y llana camiseta blanca. Y eso a pesar de que la marca es en este caso, justamente, difícilmente reconocible. Aquí el sello está en la forma del cuello, la manga, el corte y también la resistencia -así como los cuidados que requiere- y durabilidad.
Este humilde clásico -popularizado por iconos que van de James Dean a Lauren Hutton o Jane Birkin- convertido en básico unisex de lujo, es la pieza de cultoa la que ningún diseñador quiere renunciar ni dentro (recupérese el desfile Primavera/Verano 2011 de Jil Sander por Raf Simons) ni fuera de la pasarela (Alessandro Michele ha hecho de ella el uniforme oficial para salir a saludar tras sus desfiles). La línea de difusión de Alexander Wang, sin ir más lejos, factura el grueso de sus ingresos en concepto de camisetas, sobre todo lisas. Maison Margiela las suele vender en packs de dos o tres (como las interiores) mientras que Dior las borda con una pequeña abeja y Hermès les añade un bolsillo para diferenciarse; The Row consigue agotarlas a más de 250 euros la pieza, igual que Saint Laurent, y hasta firmas tan barrocas como Balmain tienen la suya en el mercado. En fibras sintéticas como el rayón o la viscosa -suaves, ligeras y cuya caída no se pega demasiado al cuerpo- o naturales como el lino y sobre todo: el algodón -más resistente, fresco y transpirable, aunque de más fácil arrugar-; las más demandadas las comercializan de Isabel Marant a A.P.C. pasando por Splendid, Reformation, J.Crew, o la firma californiana James Perse. De entre las grandes cadenas destacan las de algodón orgánico de Zara o H&M, así como las de algodón Supima de Uniqlo.
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