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Casarse en 2023 es más caro que comprarse un coche de alta gama. Si antes de la pandemia el precio medio de una boda en España rondaba los 25.000 euros, ahora hay que preparar entre 40.000 y 50.000 machacantes para darse el 'sí, quiero'. Al menos, si se quiere hacer como mandan los cánones actuales: con varios días de celebración (de la preboda a la posboda), música en directo, alguna sorpresa que deje a los invitados boquiabiertos y un fotógrafo digno de que la boda tenga repercusión y espacio en las redes sociales y las revistas de moda. Este aumento en el coste de las bodas en nuestro país, que un estudio de The Wedding Market sitúa en un 70%, ha llevado a que algunas parejas lleguen incluso a hipotecarse para poder pagar su boda. "Actualmente se invierte mucho en los extras que personalizan el evento: la música en directo, la decoración, el seating plan o las distintas sorpresas", explican a Harper's Bazaar Ángel Almendros, CEO; y Sandra Vilar, CEO y fundadora de esta agencia de comunicación y eventos especializada en el sector nupcial.

Sus palabras relatan el fin de las bodas de celebración, convite y barra libre al ritmo de grandes clásicos de ayer y de hoy. Cada vez son más los novios que organizan encuentros y fiestas satélite antes y después del gran día o aquellos que convierten su boda en un espectáculo de luz y color en el que, lo de menos, son los votos. "Existen dos tipos de novios, los que huyen de todo lo que está de moda y los que quieren hacer una boda instagrameable para salir en todas las redes sociales", cuentan desde la empresa de organización de bodas Petite Mafalda. Y, a juzgar por las cifras, el segundo grupo no deja de crecer. "Sin duda, Instagram es una gran fuente de inspiración pero en las bodas, como en la vida misma, esa inspiración suele ser muy aspiracional hasta el punto de tener que pedir un crédito para poder pagar la celebración", confirman estas wedding planners.

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Así, intentando cumplir unas expectativas que las redes sociales y las parejas famosas suelen poner demasiado altas, muchos novios tiran la casa por la ventana en busca de lo que en The Wedding Market denominan el 'efecto wow'. Las últimas tendencias, desde lucir dos o tres vestidos hasta montar un evento equiparable a las fiestas de un pueblo (atracciones, cantantes de renombre y espectáculos audiovisuales incluidos), son las responsables de disparar un presupuesto que antaño solía invertirse en un menú decente, copas gratis hasta el amanecer y un único look nupcial. "Un claro ejemplo lo tenemos con los djs. Muchas veces la propia finca incluye un dj en su precio, pero los novios prefieren asegurarse una buena fiesta contratando a uno más 'top'. Eso puede aumentar el gasto entre 7.000 y 10.000 euros", detallan desde Petite Mafalda.

A pesar de que los invitados se quejan de que cada vez han de hacer regalos más generosos a las parejas –el juego de café de la época de nuestros padres ha dejado paso a bizums cada vez más 'obligados' y espléndidos–, el coste de una boda 'efecto wow' rara vez permite que los novios recuperen la inversión. "Si pensamos en un regalo medio por invitado de 150 euros teniendo en cuenta que solo el precio del menú con la barra libre ronda los 120-150 euros y que a esto hay que sumarle los miles de euros añadidos en otros extras (flores, música, autobuses, invitaciones...), nos atreveríamos a decir que pocas veces los novios recuperan la inversión gracias a los regalos", corroboran las wedding planners.


Si bien el furor por convertir las bodas en grandes fiestas fue multiplicándose en los noventa, década en la que las despedidas de soltero comenzaron a consolidarse y se empezaron a retransmitir en televisión enlaces tan famosos como el del príncipe Carlos y Diana de Gales, las redes sociales y la viralidad de las bodas más espectaculares tienen parte de la culpa de esta obsesión por las celebraciones a todo trapo. Y, a pesar de que en nuestro país han descendido en número (mientras que en 2001 el número total de casamientos en nuestro país fue de 208.057, el pasado 2021 esta cifra bajó hasta los 143.515), no paran de aumentar en grandilocuencia y presupuesto.

Atrás quedan las ceremonias íntimas impulsadas por la pandemia para confirmar el auge de aquellas en las que recrear las luces infinitas de una boda inmortalizada en Pinterest solo se puede hacer a golpe de talonario. Celebrar el enlace en localizaciones exóticas y lejanas (lo que se conoce como ‘destination weddings’) también es una tendencia que ha ido ganando peso los últimos años y que vuelve a recuperar fuerza tras el fin de las restricciones sociales.

Y para adaptarse a las circunstancias y disfrutar de todo lo contratado (la influencer italiana Chiara Ferragni incluso puso un tiovivo en su boda con el rapero Fedez), cada vez más novias optan por cambiarse el vestido. Una opción que puede incrementar el presupuesto otros 1.000 euros, sin tener en cuenta aquellas que invierten en un segundo par de zapatos de firmas como Mui Miu, una de las que está detrás de las bailarinas favoritas de las novias de la temporada. Si, además, los novios se han casado previamente en una ceremonia íntima y postergan la celebración con el resto de los familiares y amigos, no es descabellado hablar de hasta tres o cuatros looks nupciales. Por mucho que algunos diseños actuales estén concebidos para tener una segunda vida más allá del gran día, no cabe duda de que esta parte de la partida presupuestaria queda poco amortizada más allá de aquellas que vean cumplido su sueño, no siempre alcanzado, de ser la novia viral de la semana.