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Hacer mochilas que no fueran aburridas. Con ese propósito nació en 2012 Lefrik, marca especializada accesorios de esos por los que te preguntan cuando te los pones. Elaboradas a partir de botellas de plástico recicladas, las mochilas y bolsos de viaje de esta marca madrileña combinan un diseño minimalista con la practicidad que se espera de un complemento pensado para llevar media casa a cuestas. "Vimos un hueco en el mercado para crear mochilas que tuvieran un componente moda y nos lanzamos", cuenta a Harper’s Bazaar, Curra Rotondo, CEO de la marca y usuaria empedernida de mochilas que, antes de lanzar Lefrik, experimentó en sus carnes la dificultad de encontrar diseños en colores que no fueran "demasiado sosos" o de dar con modelos que aportaran algo más que funcionalidad. Partiendo de su experiencia previa en firmas de complementos como Fun & Basics y aunando fuerzas con su socio, David Ruiz de Andrés, decidió lanzar una marca bautizada con un nombre "corto que se pudiera pronunciar en todos los idiomas, no nos encasillara con nada y tuviera el dominio .com libre para vender online, que en aquel momento eso era importante", rememora esta empresaria y diseñadora.
Más de una década después del nacimiento de estas mochilas que cuentan con el reconocimiento de PETA como uno de los mejores productos de viaje veganos, Lefrik se ha consolidado como una marca de referencia para aquellos que entienden la mochila como algo más que ese accesorio al que se recurre en escapadas, periplos deportivos y días de asueto y la incorporan en sus looks diarios. "Queríamos huir de la mochila que te dan de promoción y hacer un producto que combinara bien y que, además, tuviera un compromiso con el medioambiente", detalla Rotondo, que se formó en Economía, pero cambió los números por la moda. Con el propósito de lograr que esa botella de agua de plástico que se acaba tirando después de un par de días en la nevera se convirtiera en una mochila con años de vida, ella y Ruiz de Andrés, fundador a su vez de la compañía española de renovables Grenergy, entre otras empresas, se pusieron manos a la obra para crear una marca con propósito.
Diseñadas en España, donde la marca tiene un equipo de diez personas contando las dos que trabajan en la única tienda física que poseen hasta la fecha y que está ubicada en el madrileño barrio de Malasaña, las mochilas de Lefrik viajan desde Asia, donde las botellas de plástico se transforman en el tejido que sus clientes llevarán después a la espalda. "Cuando empezamos nos costó dar con fábricas que trabajaran con tejidos 100% reciclados. En Asia son pioneros así que fui allí donde pudimos crear nuestros propios textiles y donde seguimos haciéndolo". Fabricar en el continente asiático también favorece los precios competitivos de Lefrik: su modelo estrella y best seller, la mochila Scout Mini, ronda los 50 euros dependiendo del color. "Pensamos que lo sostenible tiene que ser también asequible, porque si no, nunca va a poder ser algo real y si no conseguimos que esa moda sostenible pueda llegar a más gente nunca se producirá un cambio". Más allá de colores sólidos tan fáciles de llevar en el día a día como el azul marino, el camel o el granate, las mochilas de Lefrik también hacen concesiones a los estampados y la creatividad.
Además de los cuadros vichy o las rayas marineras, este verano presentarán dos mochilas diseñadas en colaboración con dos artistas plásticas que prometen conquistar a los clientes más atrevidos. "Tenemos en plantilla a una diseñadora que conoce muy bien la marca y entre ella y yo vamos diseñando los nuevos modelos y coloridos, pero también nos gusta colaborar con otros perfiles para dar a conocer su trabajo", cuenta la CEO. Y al ser preguntada por aquellas ciudades y países donde mejor venden, lo tiene claro: "Cataluña es la comunidad en la que más vendemos y estamos creciendo mucho en el norte, en Galicia o Bilbao, porque son mochilas impermeables. A nivel internacional, Inglaterra y Estados Unidos son nuestros mejores clientes seguidos por Italia o Alemania". De ahí que no sea raro para Curra toparse con sus diseños cada vez que viaja. "Una vez estando en Luxemburgo con mis amigas pasaron dos personas que llevaban Lefrik. Ellas bromeaban diciéndome que lo había preparado porque es una ciudad bastante pequeña para toparte con dos de nuestras mochilas. Eso es lo que más ilusión me hace".
Con el objetivo de explorar la parte más femenina de Lefrik y ampliar su colección de bolsos, así como persiguiendo el propósito de incorporar tejidos hechos con fibra de piña o manzana que imitan la piel, Curra Rotondo empieza 2024 orgullosa de lo logrado hasta el momento. "Emprender es estar superando retos constantemente, pero vender en Estados Unidos, por ejemplo, ma hace sentir orgullosa porque nunca pensé que lo lograría". No cabe duda de que en su cruzada contra las mochilas aburridas ha salido ganando.
