Una de las principales lecciones que hemos aprendido este año es que: ya no importa qué nos ponemos sino cómo lo hacemos. De ahí que ya no llevemos las riñoneras atadas a la cintura sino cruzadas a modo de bolso; le hayamos dado la vuelta a las mallas ciclistas y los shorts de gimnasio haciendo de ellos un pantalón tan socorrido, polivalente y favorecedor como unos vaqueros; hayamos transformado los jerséis en bufandas y nos hayamos puesto dos o tres chaquetas a la vez encima, convirtiendo uno de los memes de moda más graciosos del año -el de Joey de Friends como imagen de Balenciaga gracias al ingenio de siduations- en una realidad, entre otros tanto giros estéticos que hemos ido asimilando poco a poco este 2018.

instagramView full post on Instagram

Poco pensábamos cuando nos acostumbramos a llevar chándal que el fenómeno deportivo se nos iba a ir tanto de las manos y que incluso íbamos a sobrevivir a la fiebre de las zapatillas cuanto más tremendas mejor; pero se nos ha hecho tanto la vista a este calzado - a este y a otros tan inesperados como las botas de montaña- que ya no hay modelo que nos parezca imposible de llevar en cualquier ocasión que se precie. Lo que nos deja una clara moraleja: el feísmo ha muerto, viva el feísmo. Y lo mismo sirve para el convencionalismo visto que otro de los hits de 2018 ha sido cambiarle al función a cierta prendas - pañuelos que hacen las veces de top o mantas que hacen las veces de abrigo- o alterar su orden lógico -sujetadores que se llevan por fuera de camisas o camisetas, manga corta por encima de manga larga-. Vamos, que cada vez es más difícil que te sientas un bicho raro te pongas lo que pongas pero sobre todo te lo pongas como te lo pongas, por muy loco que se le antoje al resto de la gente.


Teniendo en cuenta este año hemos recuperado estilos de los 80 a principios del 2000 - siendo los noventa la época estrella este 2018- hemos aprendido que en cuestiones de moda, ya no estamos tan volcados en la novedad -menos en cuestión de ediciones limitadas-, sino que le hemos perdido el miedo definitivamente a la nostalgia y ya nada nos parece demasiado antiguo como para recuperarlo (tampoco demasiado atrevido o inapropiado). Y los diseñadores están de nuestra parte visto que algunas de las piezas más buscadas de los últimos 365 días han sido reediciones del Saddle Bag de Dior o las sandalias de llamas y otros superéxitos revisitados por Miuccia Prada. Un dato que no viene sino a reforzar el aumento de nuestro interés por comprar en tiendas vintage, y ya no solamente cuando se trata de complementos -sobre todo bolsos y otros accesorios- sino fundamentalmente prendas de toto tipo.

El gusto por las tendencias de antaño y nuestra creciente conciencia con el consumo sostenible -que ya no va tanto por lo de comprar ropa producida de manera sustentable sino de no cerrar nunca el ciclo de vida útil de la misma y perderle el miedo a la segunda mano, es decir: a la ropa usada- han hecho que algunas de las propuestas más deseadas del momento en la calle sean de temporadas anteriores. Empezando por cualquier cosa de Phoebe Philo para Celine aprovechando el tirón del fenómeno creado por la Old Céline, esa cuenta de Instagram que reclama en forma de homenaje aquello de que "cualquier tiempo pasado fue mejor".