Las 35 fotos más bonitas de la historia de amor de Carolina de Mónaco y Stefano Casiraghi
Hoy se cumplen 32 años de la muerte de Stefano Casiraghi, el que fuera su segundo marido y padre de los tres hijos mayores de Carolina de Mónaco. Durante los ocho años que duró su relación, fueron una de las parejas más bellas y admiradas de la realeza. Repasamos su historia de amor en fotos.
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Unos amigos comunes fueron los encargados de hacer las presentaciones entre Carolina de Mónaco y Stefano Casiraghi. Con apenas 25 y 22 años, ambos protagonizaron desde el primer momento una de las más bellas historias de amor, que duraría menos de una década y tendría un trágico final. Carolina llegaba a esa relación tras su divorcio de Philipe Junot y la muerte de su madre, Grace Kelly, en un accidente de tráfico. No eran tiempos fáciles para la princesa, que se había marchado a estudiar a Londres y que, según los medios, vivía un romance con Robertino Rossellini.
Casiraghi fue para ella un nuevo comienzo en muchos aspectos. En él encontró un hombre con el que compartía intereses y que estaba dispuesto a adaptarse a la vida de una royal. En apenas un año, Carolina de Mónaco se quedó embarazada y el 29 de diciembre de 1983 Carolina y Stefano se casaban en Mónaco, devolviendo algo de felicidad al clan de los Grimaldi. La princesa vestía un sencillo vestido de Marc Bohan para Dior, corto, en color champán, manga larga, escote cruzado y una fina diadema a juego. Una estampa que era la viva imagen de la felicidad.
En junio del siguiente año nacía su primogénito, Andrea, y dos años después ampliaban la familia con la llegada de Charlotte. El último hijo de la pareja, Pierre, llegaría al mundo en 1987. La pareja compartía su amor por el deporte: Stefano y Carolina esquiaban a menudo y él participaba en competiciones náuticas, juntos eran habituales del club náutico de Montecarlo, de la estación de St. Moritz, y de los desfiles de moda que Carolina no se perdía.
Guapos, jóvenes y enamorados, eran el retrato de la familia perfecta, e incluso había quienes apuntaban a que sus hijos tenían que ser los herederos del pequeño Principado, ante la ausencia de hijos por parte de Alberto. Pero la historia tuvo el final más dramático e inesperado el 3 de octubre de 1990. Aquel día no había buena mar pero Stefano se subió a su embarcación en Montecarlo para participar en una de las las pruebas del mundial de off-shore. Una violenta ola volcó la embarcación y el marido de Carolina de Mónaco falleció casi al instante.
La noticia cogió a la princesa en París. Su imagen vestida de negro, con mantilla de encaje, gafas de sol y agarrada al brazo de su padre en el funeral de su marido hablaba por sí sola: Carolina había perdido al gran amor de su vida. Ella se refugió en la Provenza con sus tres hijos pequeños. Después vendría su noviazgo con Vincent Lindon y su boda con Ernesto de Hannover, pero tres décadas después de su muerte, la historia de amor de Carolina y Stefano perdura como una de las más bellas de la realeza.
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