Desde que comencé mi carrera y presenté mi primera colección, la pregunta más recurrente que me han hecho es si mi propuesta es ropa de mujer para hombre o si “visto al hombre como una mujer”. Parece una tontería, pero ese una lleva implícito una serie de atributos y condiciones que poco tienen que ver con la naturaleza del género, sino más bien con unos cánones de lo que se espera que una mujer represente en la sociedad. Ese una despoja de toda individualidad a más de la mitad de la población, aunque parezca todo lo contrario, y el vestir es una de nuestras vías para reafirmar y mostrar nuestra propia identidad individual.

Creo que la sociedad históricamente ha diferenciado los géneros en la moda de forma muy clara, pero no siempre de la forma que conocemos ahora. No hace mucho, los hombres llevaban tacones y toda la ornamentación que podamos imaginar; luego, esto se atribuyó a las mujeres. Ahora, me preguntan si visto a unos como a otros, a veces con una intencionalidad un poco dudosa.

Siempre he defendido que el único género de la ropa es el marcado por las proporciones del cuerpo y que la estética no tiene género. Creo que precisamente es en esto último donde estamos experimentando más progresos en el mundo de la moda, porque cada vez proliferamos más marcas que hacemos una propuesta sin esos prejuicios que tradicionalmente se nos han ido quedando en nuestro imaginario colectivo. Yo en ningún momento me planteé ser un diseñador transgresor, ni considero que lo sea, simplemente hago mi propuesta para quien le guste, como todos hacemos. Cuando creo en una pieza, lo hago pensando en la anatomía masculina, pero no me planteo si mi cliente se siente chico, chica o de cualquier otra forma, independientemente de lo que le han dicho que nació para ser.

¿Es transgresor que un chico se ponga un top con plumas, con transparencia o que lleve tacones? ¿Es transgresor que una chica se ponga un traje o un pantalón ancho sin marcar su figura con unas sneakers? Creo que la transgresión reside en tener la capacidad de ser uno mismo, en defender esa individualidad y abrazar la individualidad del que tenemos al lado y enfrente. Y no solo en la moda, en nuestro día a día.

#BAZAAR10: una década de moda, arte y belleza
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El mundo de la moda ha experimentado y ha liderado muchos cambios a lo largo de la Historia. En la última década este sector está abrazando esas distintas identidades que han estado silenciadas hasta ahora, y tiene la responsabilidad de normalizar la diversidad en una de las necesidades básicas de cada persona, el vestir.

Son muchas las marcas que se están haciendo hueco con propuestas diversas en pasarelas de todo el mundo, y cada día son más las personas que desde una posición privilegiada están dando visibilidad en los últimos años. Estamos en un buen camino, pero queda mucho por recorrer en éste y muchos otros aspectos, como el de seguir adelante sin destruir el planeta.

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Luis Álvarez / HEARST

La industria de la moda es un gigante con una potencia y trascendencia que pocas veces entendemos, no es una farándula ni una expresión banal, sino uno de los motores de la sociedad porque todos y cada uno de nosotros empezamos el día decidiendo cómo queremos mostrarnos hoy a través de la ropa.

Por eso tenemos una responsabilidad con todos los colectivos, identidades e individuos que forman parte de este mundo. Tenemos que dar lugar y asegurar la libertad de expresión e influir en cada una de nuestras acciones para hacer de la diversidad algo normal y digno de celebrar.