Io sono il figlio della mia mamma, cantaban los Hombres G, en pleno año 1985 –mi primer y poco afortunado encuentro con la lengua italiana–, mientras en París, en el número 30 de la Avenue Montaigne, sede de la maison Christian Dior, Marc Bohan, por aquel entonces director creativo de la casa, modelaba el curso de la historia de la moda con sus elegantes propuestas, dotando a Dior de un estilo único que él mismo se deleitaba en definir como «sofisticado y simple, con cierto toque de insolencia de vez en cuando». Ese mismo año 85, un jovencísimo emprendedor de nombre Bernard Arnault tomaba la mejor decisión de su vida: invertir 90 millones de euros, la mayor parte de su fortuna familiar, en adquirir la empresa financiera Agache-Willot, propietaria de Christian Dior.

Así, mientras las mujeres más elegantes del mundo exageraban el volumen de sus blazers de corte masculino al ritmo de las hombreras que Bohan proponía, Arnault colocaba el primer ladrillo de su particular Torre de Babel, al convertirse en presidente ejecutivo de Christian Dior, la niña de sus ojos desde ese mismo instante y para siempre. Eran otros tiempos; tiempos de hombres. Nadie podía imaginarse entonces que tendrían que pasar seis diseñadores –por supuesto, todos varones– y 69 años desde el primer desfile de la casa en 1947, para ceder el paso a una mujer. Pero eso es lo que tienen los sueños, que a veces se cumplen; y así, en 2016, sucedió lo inesperado. Entró la mujer y, para mayor sorpresa de todos, no era de origen francés.

preview for Maria Grazia Chiuri y la rebeldía de los 70

Me cito con Maria Grazia Chiuri (Roma, 1964) en ese mismo palacete que inaugurase en 1946 el señor Dior; el mismo espacio de creación que acogiera éxitos y desencantos de aquellos otros protagonistas de este relato, sus herederos Yves Saint Laurent, Bohan, Gianfranco Ferré, John Galliano y Raf Simons. Recorro la misma escalera de piedra y hierro forjado; los mismos pasillos y estancias que ellos, y siento que nada ha cambiado aunque, en realidad, todo sea diferente. Se nota la nueva energía.

Chiuri llega como un torbellino y llena la sala con su risa y su voz, grave y sorprendente. Gesticula y agita las manos al estilo romano, y parece que baila. "Io sono la figlia della mia mamma", creo entender, pero inmediatamente cambia al inglés para confesar que, entre colección y colección –seis por año–, reuniones, entrevistas y proyectos, Maria Grazia saca tiempo de la nada para organizar las citas médicas de su progenitora. "Mi hermano, que vive en Roma como mi madre, no puede organizarse porque tiene trabajo. ¡Como si yo no trabajase!". A lo mejor le inspira una colección –sugiero–, y entonces estalla en una carcajada: "Como en aquellas imágenes de Meisel de cirugía estética… No, por ahora no. La moda es algo aspiracional; un sueño con el que sentirse bien".

Hair, Black, Suit, Standing, Beauty, Hairstyle, Blond, Fashion, Formal wear, Model,
Papo Waisman
Maria Grazia Chiuri posa con esmoquin y zapatos, todo de Christian Dior.

¿Se acuerda de que nos conocimos en el Hotel Ritz cuando estuvo visitando Madrid hace algunos años?
¡Por supuesto! Han cambiado tantas cosas desde entonces… La moda sobre todo. Estamos viviendo en otra dimensión completamente diferente. Me acuerdo muy bien de la primera vez que fui a España, en los albores de mi carrera como directora creativa de Valentino, coincidiendo con el opening de la tienda de Madrid. Es curioso, lo recuerdo como si fuese ayer y, a la vez, echo la vista atrás y me veo tan niña, tan naïve… Jamás pude imaginar lo que iba a suceder después. Ahora soy otra persona completamente distinta. Y es extraño que me sienta así, porque es cierto que estamos hablando de hace 12 años, pero tampoco es que sean tantos. Tengo la sensación de haber vivido mucho… o quizás hayan sido varias vidas diferentes.

¿Qué ve al echar la vista atrás? ¿Cómo es la nueva Maria Grazia Chiuri?
Ahora tengo una conciencia personal sobre mí misma y sobre lo que hago –que nunca es suficiente, por cierto–; y también veo las cosas con más tranquilidad, con una mirada diferente y madura. La experiencia te da la oportunidad de mirar desde otra altura, desde arriba, algo necesario para valorar otros puntos de vista.

Otros puntos de vista, pero siempre el respeto absoluto por los códigos de la maison. Chiuri acaba de presentar una colección dedicada al universo del ballet, que insiste en los hits de Dior: los tonos empolvados, seña de identidad de la casa de costura –recordemos el wrap dress de seda nude, ideado por Marc Bohan para el enlace de la princesa Carolina de Mónaco con Stefano Casiraghi–. Y también el negro sobre blanco, el tul y la silueta del corsé, elementos que vuelven a estar presentes en su propuesta.

¿Respeto u obsesión? Chiuri entorna los ojos, maquillados de intenso negro, mientras reflexiona la respuesta. Me devuelve una mirada serena. Sonríe y se le dulcifica el gesto, y puedo ver a aquella niña libre y espontánea que entró en la moda como asistente de otra de las grandes de Italia, su mentora Silvia Fendi. "La inspiración llega de todas partes. Es muy difícil focalizar de dónde viene exactamente. Viajas por el mundo, ves gente, mujeres hermosas, exposiciones que te emocionan… y, por supuesto, estudias el archivo. Todo ello se refleja en mis creaciones y da como resultado una mezcla de referencias absolutamente natural".

Su universo es de una riqueza extraordinaria y el producto juega un papel protagonista. Me refiero a la importancia que le otorga al corte, la caída de un tejido, la proporción de un bolso…
Me encanta trabajar en el producto y experimentar con él. Desarrollar, por ejemplo, algo tan simple como una prenda de punto; un material que siempre me había gustado aunque jamás lo había utilizado con anterioridad. En esta ocasión, me interesó la idea de confort que aporta el punto, y también quise suavizar esa silueta tal vez más rígida típica de Dior, pero manteniendo su esencia. La misma silueta de satén, si la haces en punto de seda, por ejemplo, es mucho más suave, más ligera y femenina; más fácil de llevar. Por eso es tan importante para mí el equilibrio entre el universo aspiracional de la moda y el producto como tal. Mi objetivo también consiste en desarrollar prendas y accesorios que sean deseables para la mujer contemporánea.

Un nuevo mensaje de empoderamiento, una cita de Isadora Duncan, presidía su desfile de primavera/verano 2019 inspirado en el universo de la danza y en las mujeres que revolucionaron esa disciplina. Decía: "La danza es el movimiento del universo concentrado en un solo individuo".
Para mí, la danza, como la moda, habla del cuerpo, y me interesa muchísimo explorar esa relación. El baile no es más que un lenguaje que forma parte de todas las culturas. Nacemos y bailamos; los niños bailan… Es un idioma universal que pertenece a la humanidad. Isadora Duncan, Pina Bausch, Martha Graham… y ahora Sharon Eyal –encargada de coreografiar la primera performance que Chiuri ha incorporado en un desfile– son coreógrafas que, cada una a su manera, buscan la liberación de los bailarines –una bella metáfora de la liberación de la mujer–, amplificando sus gestos para romper con las reglas tradicionales de la danza.

Y al mismo tiempo aborda el diálogo entre moda y arte, que siempre tiene presente.
Siempre ha existido esa relación, desde los inicios de Christian Dior, que trabajó en numerosas ocasiones en la elaboración del vestuario de los mejores ballets, una de sus grandes pasiones. De hecho, existen miles de referencias maravillosas en nuestro archivo. Me siento muy afortunada. Por otra parte, me encanta la posibilidad que te da la moda de interactuar con artistas y de desarrollar una idea de una manera muy distinta y mucho más completa a como la habías concebido inicialmente. Sobre todo, en este momento en el que, en nuestra industria, todo el mundo explora distintas vías de colaboración. Me interesa la idea de compartir algo para construir juntos algo más importante.

Fashion, Room, Floor, Dress, Photography, Flooring, Ceiling,
Papo Waisman
Maria Grazia Chiuri posa con esmoquin y zapatos, todo de Christian Dior.

Remontémonos a su etapa en Valentino. Usted y su compañero, Pierpaolo Piccioli, devolvieron el esplendor a la gran casa italiana revisitando su estética romántica y femenina, pero incorporando un elemento disruptor: su inconfundible toque rock’n’roll. ¿Cómo definiría su estética hoy, a la cabeza de Dior?
Es una pregunta compleja. Trato de expresar cada día mi punto de vista con Dior, y no es fácil porque la moda no es algo inmóvil; muy al contrario, evoluciona a cada instante. En mi trabajo se siente de manera muy especial ese cambio, que es, en definitiva, un reflejo de la evolución de la sociedad. A la hora de desarrollar mi punto de vista, siento que no puedo obviar la herencia de la casa, que es lo que imprime una personalidad tan marcada a mis diseños, y que se refleja en la feminidad de la silueta de Dior y en la artesanía de cada una de las piezas. Pero al mismo tiempo, tenemos que ser un reflejo del hoy, no olvidar el aire de los tiempos y evolucionar con él, desarrollando piezas contemporáneas que despierten el deseo de la mujer actual.

¿Y cómo es la mujer de hoy? Hablemos de lo que le sugiere la feminidad y de feminismo.
La feminidad hoy es un concepto radicalmente distinto a como era en el pasado. Lo mismo sucede con la idea de feminidad en Christian Dior. Pero hay un detalle importante: yo soy una mujer redefiniendo la feminidad en Dior; mientras que en el pasado la feminidad la definieron hombres. Por otra parte, yo no quiero definir, solo representar a una casa en donde cualquier mujer pueda encontrar algo que refleje su punto de vista sobre la feminidad. Lo que jamás haré es tratar de imponer un único punto de vista. No hay que ser de una única manera o de una determinada forma. Esa es la idea equivocada de feminidad y de feminismo.

¿Ha encontrado usted el equilibrio entre su visión y la visión y herencia de la maison?
Sí. Cuando trabajas en una marca como Dior, con una historia tan enorme y fabulosa, tienes que conocer y respetar su pasado. Tal vez, el hecho de venir de Roma, una ciudad tan llena de historia, me ha ayudado a respetar lo antiguo. A veces, me siento como una comisaria de los archivos de Dior, eligiendo lo que considero más importante para mantener el legado para las generaciones venideras. Pero al mismo tiempo, doy mi punto de vista. Cuando eliges algo, ya estás editándolo, y en este equilibrio está la clave. En la moda, si solo quieres dar tu punto de vista, tienes que crear tu propia marca, y estoy siendo muy franca. En mi opinión, si estás a la cabeza de una marca legendaria, tienes la responsabilidad de custodiar y de transmitir su legado.

¿En quién se apoya Maria Grazia Chiuri hoy?
Sin duda en mi hija Rachele. Es absolutamente mi partner intelectual. Hablamos muchísimo de todo y especialmente de moda, porque estamos las dos obsesionadas [ríe]. También hablo constantemente con mi equipo, con los profesionales que componen el atelier de Dior.

La industria pasa por un momento de gran inestabilidad, con diseñadores saliendo y entrando de las firmas casi a diario…
Probablemente llegue un momento en mi carrera en que piense: "OK, creo que esta etapa ha terminado", o que deba emprender un nuevo reto. Pero tienes que sentirlo. Y tampoco creo que haya que pensar en esos términos. Prefiero disfrutar de lo que hago cada día.

Entonces, Chiuri bebe un sorbo de su té y endereza sus imponentes anillos, dos en cada mano, en perfecta simetría. ¿Es usted supersticiosa? –le pregunto–. "No, en absoluto. Soy más del feeling, de creer en la energía. Siento la energía e intento alejarme de las personas con energía negativa. Buena energía, sí; estoy obsesionada con eso. Cuando siento que alguien no la tiene, digo ‘no, grazie, bye’". Nos despedimos y notamos la corriente. Usted me da muy buen feeling. Se lo juro. Por Dior.

La delicadeza
Shoulder, Dance, Dress, Fashion, Performance, Dancer, Performing arts, Arm, Event, Joint,