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Cuenta la leyenda que un 6 de noviembre de 1521 un vecino de la localidad de Olmedo (Valladolid) asesinó a Juan de Vivero, caballero del hábito de la Orden de Santiago, cuando regresaba de ver los toros en Medina del Campo en un punto geográfico que ahora le honra bajo el nombre de la cuesta del caballero. Como la mayoría de los parajes de este municipio y más allá de la tragicomedia que Lope de Vega creó inspirándose en la historia, el suceso del caballero da nombre gran parte de los rincones de sus calles, que todavía mantienen la esencia de la época a tan solo cuarenta minutos en coche de Valladolid.

Olmedo es uno de esos lugares por los que parece que no ha pasado el tiempo. Entre piedra, ladrillos y canto, sus calles acogen a los viandantes y les saludan con casas de las que todavía tienen las cortinas puestas en la puerta de su entrada. Transitar entre sus callejones es dejarse sorprender y encontrarse a cada paso algún detalle inesperado. Su nombre guarda origen en los olmos que le rodean y es conocido, también, por ser la ciudad de "los siete sietes" ya que antiguamente poseía siete arcos, siete iglesias, siete casas nobles, siete fuentes, siete conventos, siete plazas y siete pueblos.

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Javier Prieto//Getty Images

De esos siete arcos, el de la Villa es uno de los más transitados. Da entrada al centro neurálgico del pueblo y se encuentra situado sobre la muralla, de la que todavía se conserva gran parte de su estructura en buen estado. Al lado de este arco, además, se encuentra la iglesia de estilo románico-mudéjar de San Miguel, que llama especialmente la atención, nada más entrar, por su cripta.

Rodeando a esta iglesia, la muralla da la bienvenida a los visitantes a lo largo del Paseo de la Soterraña. Es una construcción de mampostería y hormigón con influencia mudéjar en la que, sobre lo alto de sus cubos, a menudo se pueden ver las cigüeñas cuidando de sus nidos.

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Javier Prieto//Getty Images


Para conocer más la historia del pueblo y la que reinventó luego Lope de Vega, es imprescindible visitar la Casona de los Longué, que es la sede del Palacio del Caballero de Olmedo, lugar en el que se realiza una representación teatral de la leyenda. En la plaza en la que se encuentra, además, se divisa una estatua en su honor en la que se puede leer inscrito en la placa de la piedra que la sostiene: "Al caballero. La gala de Medina. La flor de Olmedo".

Como en cualquier visita, la plaza mayor es un reclamo de todo turista. En su pavimento se encuentra el escudo de las armas de la ciudad, un jardín en el centro de la misma y en sus alrededores conviven diferentes bares con negocios locales, dentro de soportales laterales. Desde este enclave, algunos imprescindibles que observar: la Casa de la Villa (que ahora es centro cultural de la villa), el Palacio de la Real Chancillería y la Casa del Reloj.

Entre paseo y paseo se antoja una parada para tomar algo. Y el lugar, está claro. La calle del Gamazo es estrecha, pero en todo su camino cuenta con una amplia oferta de bares y restaurantes entre los que, si se busca disfrutar de una buena comida, el que se encuentra al final de la misma resulta encantador. Es el de Los Caballeros, un establecimiento en el que se mezcla la tradición con el ladrillo y una atención exquisita. Sus quesos de la zona son, además, de los preferidos por sus comensales.

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A poco más de cinco minutos, otra opción también llama la atención. Probar la auténtica cocina de Castilla es posible en el restaurante asador El Caballero de Olmedo, levantado en el antiguo convento de San Francisco. Tiene dos cartas: una de picoteo y otra más formal de mesa, pero en ambas presenta varias opciones para todos los gustos: lechazos, entrecot, corazones de alcachofas y langostinos, huevos rotos, bacalao o ensaladas. Además, este asador se encuentra en un lugar privilegiado para acoger al turismo: se encuentra a escasos 50 metros del parque mudéjar y, cruzando el puente, justo en frente del hotel balneario Castilla Termal.

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Javier Prieto//Getty Images


El parque mudéjar, que es una parada estupenda para ir también con niños, acoge cada año a más de 50 mil visitantes. Sus 15 mil metros cuadrados enseñan a lo largo de un gran espacio verde diferentes réplicas arquitectónicas del paso mudéjar por Castilla y León en construcciones de ladrillo: desde el Castillo de Coca (Segovia) o el de Mota (Medina del Campo), pasando por la lugareja de Arévalo (Ávila) o la Estación de Villalón de Campos (Valladolid).

Castilla Termal Olmedo: una curación basada en el relax

Terapia termal

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D.R./ CASTILLA TERMAL

Detenerse en cada uno de los monumentos y particularidades de Olmedo requiere tiempo, pero el descanso está garantizado en Castilla Termal, el reclamo más solicitado por todos los que desean disfrutar de una escapada en la localidad e, incluso, en sus alrededores. Es un templo de desconexión, un dormitorio en el que querer quedarse una larga temporada.

El Castilla de Termal de Olmedo, además, fue el primero en nacer de la cadena, que cuenta con otros situados en enclaves de interés turístico, como Soria, Cantabria y otro en Valladolid. Se trata de un edificio histórico que pone, al servicio de cualquier huésped, una oferta de bienestar complicada de igualar. Aúna historia (sus edificios recuperan antiguas construcciones), gastronomía, salud, turismo ecológico y ocio en un entorno único.

El principal atractivo de esta tipología de estos hoteles son las aguas que forman las piscinas de su balneario. Cuentan con propiedades naturales mineromedicinales y, en el caso del de Olmedo, cuyos muros recuperan el antiguo convento de Sancti Spritus del s. XII, emanan del Manantial de Sancti Spiritus.

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D.R./ CASTILLA TERMAL

La piscina termal que saluda a los visitantes en la zona del balneario se trata de un complejo que cuenta con dos piscinas diferenciadas, ambas oscilan de una temperatura entre los 32 y 34 grados. Por un lado se encuentra la interior, en la que se puede disfrutar de un amplio circuito de agua con diferentes presiones y chorros que trabajan diferentes partes del cuerpo. Por otro lado, la piscina exterior, desde la que se accede por la primera, mantiene la temperatura y crea un contraste de sensaciones espectacular e idóneo para centrarse, únicamente, en el entorno ya que la temperatura de su profundidad contrasta a la perfección con la del exterior y se localiza en un ambiente natural magnífico.

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D.R./ CASTILLA TERMAL

También en un recorrido de hora y media se puede disfrutar de un circuito de contrastes de espacios húmedos y secos con contraste de frío y calor en un patio mudéjar castellano con sauna, duchas bitérmicas, pozas o hamman. Y para completar la experiencia diferentes experiencias termales (rituales detox, energizantes con cacao o antioxidantes con vino) y masajes se encuentran en el catálogo (desde los terapéuticos, pasando por los relajantes o los estéticos). Placeres que agradece cualquier cuerpo y que, además, pueden seleccionarse en diferentes planes incluso en bonos regalo en los que poder disfrutar de la experiencia con otras personas, como tu pareja.

Remanso de paz

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D.R./ CASTILLA TERMAL

Nada más entrar al Castilla Termal de Olmedo un hall capilla da la bienvenida son sofás y espacios de relajación en los que disfrutar de una buena lectura. En sus estanterías: libros históricos sobre monasterios o algunos propios que relatan las costumbres y las gentes de Valladolid, como el de Retratos, de Nacho Carretero. Ya presagia lo que está por venir.

La grata experiencia termal y la estética que rodea a todas sus instalaciones se complementa con el descanso que invade sus 82 habitaciones. En ellas el ambiente cálido y relajado está garantizado. Predomina la madera y combina en perfecta sintonía la tradición con el interiorismo moderno. De hecho, algunos de los dormitorios eran antes antiguas celdas del convento sobre el que se levanta y en ellas llegaron a dormir Santa Teresa de Jesús o la reina Juana I de Castilla.

Todas cuentan con vistas a los jardines que rodean al hotel o a la piscina exterior que se abre en temporada estival, pero existe una diferente para cada huésped: desde las habitaciones dobles o triples, hasta las que cuentan con un salón privado, como la superior o las suites.

Producto regional y de mercado

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D.R./ CASTILLA TERMAL

Tres son las opciones de restauración que se pueden contabilizar en el Castilla Termal de Olmedo. Cada una de ellas con una opción diferente para que ningún comensal se quede libre de escoger.

El restaurante El Hontanar centra su sabor en la cocina de mercado y regional ofreciendo a todos los huéspedes del hotel productos para que su paladar conozca la alta calidad de la comida de la zona. Imprescindible, aquí, pedirse una copa del vino tinto Converso, nacido de las primeras cepas de Ribera del Duero.

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D.R./ CASTILLA TERMAL


Además, el Castilla Termal cuenta también con un gastrobar interior de platos ligeros y de una zona de terraza en el patio porticado. Un reducto espléndido para dejarse maravillar por la arquitectura mudéjar del hotel mientras se disfruta de un agradable rato alrededor de una mesa.

Más allá de las grandes ciudades, existen localidades que merece la pena descubrir. Esas que guardan en cada pisada una historia inesperada. La misma que la convierte en un paraje de película. Y Olmedo es, sin duda, una de ellas.