El programa de televisión Fama, ¡a bailar! tuvo la culpa de que Ana María Ortega (Masquefa, Barcelona, 1994) y Laura García (Ogíjares, Granada, 1994) sean hoy dos de los tres españoles que han conseguido llegar a las series olímpicas clasificatorias de breaking [este baile urbano debutará como disciplina deportiva en los Juegos Olímpicos de París 2024]. Ana Furia y Raw Law, apodos con los que son conocidas en el mundillo, respectivamente, apenas tenían 14 años cuando se estrenó la primera temporada del talent show que marcaría sus destinos.

En Masquefa, el pueblo de Ana Furia, abrieron una escuela de baile a raíz del furor que había despertado el programa. Impulsada por la pasión que compartía con su hermano, el hip hop, se apuntó a una clase para probar y poco después lo cambió por el break dance, un baile tan desconocido como exótico en su pueblo de 8.000 habitantes. "En ese momento era la única que hacía breaking. Para entrenar me tenía que ir a Barcelona y volver en el bus nocturno. Era una odisea y mis padres pensaban que aquello me estaba llevando por el mal camino", cuenta la B-Girl [así se conoce en el argot del breaking a las chicas que lo practican] a Harper's Bazaar. Una experiencia similar vivió en el extremo opuesto del mapa Raw Law, apodada así por un juego de palabras, en inglés, entre su estilo 'crudo' y su nombre. La granadina asistió a un taller de breaking durante una excusión del instituto y quedó impactada. "Mis amigas estaban enganchadas a Fama y, entre unas cosas y otras, nos apuntamos a clases. Yo iba un poco a mi rollo porque ellas querían hacer hip hop y yo, break, así que veía vídeos en Youtube hasta que contacté con un B-Boy y nos apuntamos a clases en Granada. Así empecé a entrar en la escena", recuerda después de 16 años bailando.

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La b-girl barcelonesa Ana Furia.

Unidas, sin saberlo entonces, por un programa de televisión y muchas cejas arqueadas cada vez que repetían en voz alta que ellas bailaban breaking, sus destinos confluyen ahora en las preolimpiadas. Ellas son las dos españolas que optan a representar a nuestro país en esta categoría junto al B-Boy Xak. "Me alegra mucho que de toda España estemos dos chicas en el preolímpico. El breaking ha sido una disciplina mucho más vinculada a los hombres y por fin eso está cambiando", cuenta Raw Law. "Estoy muy contenta de estar con ella porque hemos compartido este camino desde el principio", añade Ana Furia. Las dos se conocen desde hace años y han competido la una contra la otra, pero es ahora cuando han afianzado su amistad. "No hay competitividad entre nosotras", coinciden ambas. Es más, aseguran que aprovechan para "desfogarse" cuando hablan y se "retroalimentan positivamente" como dos mujeres que están "en el pico de la cima". "Da igual quién vaya a las Olimpiadas porque el objetivo es mayor: representar a España", opina la catalana.

La forma en la que ambas afrontan el horizonte olímpico y su futuro en la escena breaking, eso sí, es bien distinta. Después de que esta disciplina se convirtiera en deporte olímpico, una noticia que recibieron con sorpresa y cierto escepticismo al principio, se creó la Federación Española de Baile Deportivo y varios bailarines pudieron optar a una plaza en el Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Madrid. Ana Furia es una de ellas. La B-Girl lo dejó todo, su ciudad, su familia y amigos y un trabajo en emergencias médicas para mudarse a Madrid y vivir junto a otros deportistas en este centro dedicado al deporte de altos vuelos. "Soy la única allí que se dedica al breaking y mi día a día es bastante aburrido porque hay poca vida social. Por las mañanas entreno unas tres horas y por las tardes tengo más entrenamiento y citas con el fisio o el psicólogo. Es duro, pero a mí es lo que me gusta". Su plaza representa un gran avance respecto a las condiciones previas que vivían los B-Boys y las B-Girls en España, que entrenaban en la calle o en el metro, espacios vinculados a este baile desde sus orígenes, porque carecían de ayudas y lugares acondicionados para desarrollar su talento.

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La b-girl cordobesa Raw Law.

Raw Law enfrenta los Juegos Olímpicos y su futuro profesional desde otro ángulo. "Tengo mi vida en Granada y la quiero mantener. El hecho de que me dieran el rango de atleta de alto nivel me abrió muchas puertas para volver a la universidad a estudiar lo que siempre había querido: fisioterapia. Yo no quiero dedicarme al breaking 100% porque en España no es fácil y tienes que adaptar tu baile para trabajar en el teatro o el circo. Yo quiero seguir entrenando y compitiendo, pero trabajando como fisioterapeuta", asegura. Para las dos, sin embargo, el breaking significa mucho más que un baile o un deporte. "Ha sido mi salvación. Se lo debo todo. Tuve un problema de salud que me mantuvo durante un tiempo en el hospital y mi motivación era ponerme bien para volver a bailar. Cuando me vienen ciertas inseguridades, me pongo a bailar y lo disfruto tanto que consigo callar esos demonios", confiesa Ana Furia, que ha llamado la atención de Nike, marca que la esponsoriza, y ahora puede vivir de su pasión.

Lo suyo es una excepción y la dificultad de poder dedicarse a este baile de forma profesional en nuestro país es uno de los hándicaps que hace temblar el relevo generacional. "Antes bailábamos en la calle y los niños nos veían y les pedían a sus padres que les apuntaran a clases. Ahora hemos perdido un poco esa conexión con lo urbano, pero creo que las Olimpiadas serán un detonante que animará a bailar a las nuevas generaciones como a nosotras nos pasó con Fama", afirma Laura. Para su compañera, que el breaking sea deporte olímpico está sirviendo para que muchos comprendan el esfuerzo, tiempo y sacrificios que requiere. "A raíz de los Juegos Olímpicos se nos está dando más valor y apoyo y se nos mira con diferentes ojos. Mucha gente asociaba este baile con las drogas o la delincuencia y no es así".

A la espera de saber lo que ocurrirá en la clasificatoria de mayo, decisiva de cara a las Olimpiadas, aunque la última palabra se decidirá en junio, las B-Girls reflexionan sobre el poder de la moda cuando bailan. "Para mí la ropa es superimportante. Tiene que ser cómoda y, además, me tengo que ver bien con ella. Me da seguridad a la hora de expresar mi danza", afirma Ana. "Eso sí, no le cojo mucho cariño a ninguna prenda porque se rompen mucho con los movimientos y tengo que renovar vestuario constantemente", ríe. Raw Law le concede la misma magnitud: "Me encanta la moda y estoy siempre buscando tendencias guapas. Creo que quien viste mal, baila mal. Si no tienes preocupación por vestirte bien y estar fresh tienes muchas carencias", concede.

Ana Furia y Raw Law son los referentes femeninos que ellas no tuvieron. Las que inspirarán a bailar a las niñas del mañana. "Me escriben muchas chicas y les contesto intentando motivarlas. Siempre les digo que el breaking no es algo fácil ni que te dé un resultado rápido, hay que ser muy constante, pero no hay que desistir", apunta Ana. Su propia experiencia y la de Laura son la mejor prueba.