Dos siglos después de su muerte, la escritora británica Jane Austen cuenta con toda una legión de seguidores que disfrutan analizando cada una de sus obras, los matices de sus diálogos, el parecer de sus personajes y la actualidad de sus textos. Son los austenitas, auténticos fans de una escritora que sigue levantando pasiones, de la que se ha estudiado mucho pero que también se puede seguir descubriendo desde ángulos muy distintos.

Y eso es lo que ha hecho en su última obra la escritora Espido Freire. Ganadora del Premio Planeta por Melocotones helados y autora de Diabolus in Musica, Soria Moria y Llamadme Alejandra entre otros títulos, la autora bilbaína, excelente conversadora y gran compañera de viajes, recorre en Tras los pasos de Jane Austen (Ariel) algunos de los territorios que marcaron la vida de la autora de Orgullo y Prejuicio.

De Steventon a Oxford, de Chawton a Bath, viajamos con ella a Inglaterra y hablamos sobre una autora que ha dejado huella en su literatura y es fuente inagotable de inspiración y reflexión para tantas personas.

¿El interés por reeditar 'Querida Jane, Querida Charlotte' es el germen de esta nueva obra de Jane Austen?

    Sí, es el germen. Llevo muchos años estudiando la figura de determinadas autoras también por una búsqueda de referentes constantes. Y hace más de 15 años me acerqué con un formato que tenía claro, que era el viaje por sus entornos. Había una especie de deseo en mí de volver a recuperar ese libro porque me parecía que ahora era un momento más adecuado, sobre todo con el conocimiento que se tiene de Jane Austen, para darle una segunda vida. ¿Qué ocurrió? Al leerlo me di cuenta que era adecuado para el conocimiento que tenía en aquel momento, pero habían pasado muchos viajes, muchas lecturas y una madurez vital que hacían que interpretes las historias y los personajes de otra manera, y era evidente que no podía reeditar el libro tal cual y quedarme satisfecha. Me centré en Jane Austen para hablar desde una perspectiva distinta y el salto entre uno y otro es total hasta el punto que no tienen nada que ver salvo el respeto, el amor y la devoción de esa figura, y la idea de que esos lugares marcan la obra y la emoción de su escritura.

    ¿Por qué el entorno en el que vivía Jane Austen es importante para conocerla a ella?

    Jane Austen no se hubiera podido dar en ningún otro país en ese momento ni en ningún otro entorno social. Si hubiera sido una señorita de Londres no hubiera escrito como lo ha hecho, si se hubiera criado en ese tiempo en España y Alemania, tampoco. Y tenemos ejemplos contrastados de otras autoras que nos indican que la visión de Jane Austen de la realidad y del mundo está claramente marcada por la familia a la que pertenece, el entorno en el que se mueve y el momento socioeconómico que está viviendo Inglaterra entre finales del siglo XVIII y los primeros veinte años del siglo XIX. Es un momento muy peculiar en el que conviven la Revolución Francesa, las guerras napoleónicas, y son los últimos coletazos de una sociedad que va a ser devorada por el Romanticismo y en el caso de Inglaterra por el Victorianismo. Se han oscurecido determinados aspectos de Jane porque es lo que encajaba mejor con la sociedad posterior. Al recuperar el entorno y los lugares entendemos mejor la brillantez, la ironía, la diversión y el espíritu crítico que tenía la autora. Arrancamos toda una capa de ñoñería, historias de amor y una capa de una pátina bastante amarillenta que tienen algunas de sus novelas y nos quedamos con una autora mucho más viva e interesante.

    ¿Recuerdas el primer libro de Jane Austen que cayó en tus manos y cómo fue esa primera lectura?

    La primera fue Orgullo y Prejuicio, tendría más o menos doce años. Y me gustó pero no me entusiasmó. En aquella época estaba mucho más interesada en literaturas de extremos, en las Brontë, Shakespeare e incluso Galdós. No leía mucha literatura infantil y juvenil, más bien Edgar Allan Poe, Prosper Mérimée, Bulwer-Lytton, eran lecturas decimonónicas con una carga de pasión enorme. Fue más adelante cuando empecé a valorar cuál era el mérito de la novela de Jane Austen. La primera vez fue una aproximación infantil. A los 19 años cobré un interés marcado por ella, es un modelo de autora en lo personal muy diferente a otras, no tiene nada que ver con una Mary Shelley apasionada que se escapa de casa, o con el halo trágico que tiene Emily Brontë, con la locura de Virgina Woolf o incluso con la independencia y el rompe y rasga de Emilia Pardo Bazán, es otra cosa.

    ¿Qué papel ha jugado Austen en tu camino como escritora?

    Yo intento tener un estilo propio así que si rastrean en él huellas de Jane Austen es posible que no las encuentren. Pero hay un elemento del que yo he aprendido mucho y tiene que ver con la percepción psicológica del personaje, personajes que sienten, piensan y no hablan. Si rastreas Melocotones helados o De la melancolía muchos tienen esas características. No es una influencia obvia, pero Austen me ha enseñado estructura interna de novela, percepción psicológica de personaje y después los diálogos son todavía ahora de una percepción formal extraordinaria y una frescura enorme. Incluso Emma Thompson cuando recibió el Oscar al mejor guion por Sentido y Sensibilidad decía que debería haberlo compartido con Jane Austen.

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    Este libro es una manera diferente de descubrirla: no es un ensayo al uso, tampoco es un libro de viajes, ¿cuál es el aspecto más original de esta obra?

    Quizás no sea yo la más adecuada para decirte qué es lo más original, pero lo que sí lo diferencia de otros es la propia mirada, hablo de Jane como una autora habla de otra autora, no como una académica o como una historiadora. Sino como una escritora que analiza y que ve cuáles son los 'truquis' de otra escritora. Mi interpretación de Jane Austen es muy personal, fundamentada, cuando no lo es lo digo, cuando estoy expresando una opinión lo digo y cuando me estoy dejando llevar por una emoción también lo digo, y creo que he conseguido un texto muy ameno, en el que te digo 'vamos a llevar a cabo este viaje, vamos a divertirnos'. La historia de la literatura es muy divertida y precisamente una de las cosas que ofrece Jane Austen es que puedes leerla en planos muy diferentes, si quieres romance está ahí, pero también crítica social, reflexión sobre la madurez, una visión ética, hay evasión, fantasía…

    ¿Qué es lo que más has disfrutado escribiendo esta obra?

    El momento en que mientras estructuraba el libro me daba cuenta de que yo también tenía determinados prejuicios y según iba escribiendo los iba venciendo. Por ejemplo, todos estamos de acuerdo en que Jane murió soltera y a una edad en la que era considerada una solterona. Pero de haber vivido 10 años más no sabemos si hubiera seguido así. Su hermana no se casó porque había vivido un gran amor, quería ser fiel a él y tenía una renta propia. Jane, que no tenía un duro hasta que empezó a publicar, empezó a tener dinero y por tanto podía ya elegir, y una de las razones por las que no se casaron con ella fue su carencia de dote. Con 10 años más hubiera sido una mujer con mucho dinero. De haber continuado viva y no haber tenido esa enfermedad horrible, quizás no hubiera sido el epítome de la mujer soltera sino una mujer casada. Es posible que hubiera reenfocado su literatura hacia un aspecto totalmente distinto. Esos 'y si' son muy interesantes porque me obligan a replantearme que yo también me he hecho mi imagen de Jane y 'oye, que no me la toque nadie'. Yo propongo toquetear en este libro esa imagen que mucha gente tiene, presentarles algo más real, y yo también me someto al mismo test de resistencia. Es interesante ver que se ha intentando a toda costa poner a Jane como una mujer guapa, aunque solo hay dos retratos de ella, uno de espaldas. Sabemos que era atractiva pero necesitamos que sea guapa. Esa necesidad de proyectar una imagen de que es guapa, al igual que sus heroínas, me resulta muy interesante. Y muy reveladora de la sociedad en la que vivimos.

    De todos los escenarios que recorres, ¿hay alguno que sea tu predilecto o en el que te quedarías a vivir una larga temporada?

    Sin duda Chawton. Winchester me gusta mucho pero ahí iría por otras razones, es donde Felipe II se casó con su prima y fue el único rey consorte español que hemos tenido en Inglaterra junto con Catalina de Aragón. Bath también es maravilloso por su historia romana, que es otra de mis fascinaciones, se conserva maravillosamente bien y la conozco muy bien, la gente de las tiendas me saluda (risas) y Chawton es tan bonito como parece. No sé cómo será vivir en esa vecindad pero igualmente conozco hasta al gato de Jane Austen. Para mí ir allí o a ver las tumbas de madre e hija es casi como no te voy a decir que ir a la aldea de mis padres pero muy parecido.

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    Durante un tiempo has organizado viajes con lectores para compartir los paisajes de Jane Austen. ¿Cómo es esa experiencia tan cercana y tan intensa con lectores que admiran a Jane?

    Los últimos eran en octubre y los tuvimos que cancelar, pero es un proyecto que continúa. Para mí es una manera muy fascinante de hablar de aquello que me gusta y que la gente me escuche. Tenemos un guía oficial que se encarga de los aspectos prácticos, y yo voy dándoles mi visión de aquello que estamos viendo y que conozco. Y por las noches tenemos encuentros y tertulias no exactamente literarias aunque a veces lo acaban siendo, depende del perfil de viajeros. En los de Jane Austen tengo auténticas fanáticas y algún fanático que nos deja con la boca cerrada. Aunque hay gente que cree que soy tirando a tímida, soy expansiva y extrovertida, y no callo ni debajo del agua. Para mí es el perfecto entorno para hablar con gente distinta, compartir aficiones, y se generan unas dinámicas muy interesantes. Durante la pandemia hemos estado en contacto con los grupos de viajeros, es casi como un vínculo de antiguo alumno. En algunos viajes como el de Jane Austen es habitual que vengan tías y sobrinas, como el regalo de graduación. Y otras veces vienen mujeres que han pasado por una etapa de extrema dureza como un mastectomía, un divorcio o una viudez, que se animan por primera vez a salir al mundo 'solas' pero no solas. Hay historias conmovedoras que para mí es un orgullo generar o compartir.

    Eres una apasionada viajera, ahora que los viajes están en suspenso, ¿los libros son la mejor alternativa para calmar esa necesidad de viaje?

    Sí, lo que ocurre que para mí siempre lo han sido, para mucha gente ha sido un descubrimiento durante la pandemia porque habían dejado de leer y han vuelto a hacerlo y se ha abierto esa posibilidad. Para mí no solamente es el ocio, es mi trabajo, el espacio en el que continúo estudiando y trabajando. El viaje real no lo sustituye nada, el encuentro con el otro, el desafío a tus prejuicios, pero nuestra mente es tan rica que puede generar esa experiencia de los recuerdos o de la fantasía, y eso es extraordinario.

    Aunque el contexto histórico que aparece reflejado en sus obras ha cambiado mucho, hay temas que siguen de plena actualidad, ¿cuáles destacarías?

    Cuando se es joven, todos los sentimentales. En eso no hemos cambiado, la expectativa de si me mira, las elecciones erróneas, la espera, todo sigue igual. Cuando pasamos esa etapa, aunque hay gente que no la pasa nunca, la crítica social y el análisis de una sociedad basada en las apariencias y el postureo. Y la necesidad de conocer a quién tienes enfrente. Sus personajes dependen de tener buenos juicios, de saber de quién pueden fiarse y de quién no. Y eso es algo que continúa siendo esencial. Era una sociedad muy interconectada con unas bases muy frágiles como la nuestra, con una necesidad de ver y ser vista, nosotros no vamos a bailes pero tenemos las redes sociales, y luego el ansia de ser una misma que recorre todas sus novelas, descubrir quién eres, qué quieres y si está en consonancia con la sociedad. Porque son novelas en las que aunque el amor es un eje principal, en ningún caso las protagonistas renuncian a ser quiénes son ni por el amor ni por el status social. Y cuando algún personaje secundario lo hace, vemos el dolor con el que lo cuenta la narradora.

    No todos los autores pueden presumir de esa verdadera legión de seguidores, que son los austenitas. Es un fenómeno curioso, ¿por qué la autora se presta a ese fervor?

    Es un movimiento netamente anglosajón y nosotros lo hemos adoptado por imitación. En España ese tipo de fervor se suele referir más a la obra que al autor, como El Quijote, y no tanto Miguel de Cervantes. Es una manera de convertir la literatura en suya, que tiene también mucho de recreación histórica. Y eso ha ido calando en España. Otra cuestión es que muchas veces los autores nos hemos sentido muy solos, eras el que leía de tu casa, el que leía de tu clase, y cuando se crea un club de lectura te das cuenta de que hay muchos más bichos raros a tu alrededor. Y eso genera una unidad muy particular. Y Jane se presta por la facilidad de lectura aparente, no es una lectura hostil como pueda ser Joyce, que también tiene sus seguidores. Hay mucha adaptación audiovisual que facilita que sepas que te va a gustar porque ya te gustó la serie o la película, y su obra es corta. Entonces en lugar de centrar la fascinación por una lectura aquí lo puedes hacer por una autora porque sus novelas se pueden leer en un par de años.

    ¿Jane te sigue fascinando para seguir investigando y que venga alguna obra más sobre ella? ¿Cómo está tu relación con Jane después de este libro?

    Seguiré investigando, no sé si en cuanto a una obra ensayística más, porque hay más formatos como cursos y conferencias, en temas de empoderamiento de mujer… pero a estas alturas tiene mal remedio. Mis autores pueden crecer pero no desinteresarme. He quedado satisfecha de lo que he hecho, no me planteo ahora un nuevo ensayo, pero el de las Brontë sí que es posible.