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Si algo me define es la obsesión por perfumarme varias veces a lo largo del día. Muchas veces en opinión de mis compañeras de trabajo. No demasiadas en la mía. En mi bolso, siempre hay una fragancia, en spray, versión roll-on o incluso crema, pero nunca salgo de casa sin mi pintalabios rojo y alguno de mis perfumes. Y aunque confieso que me gusta innovar y que no me caracteriza la fidelidad a una única marca o aroma, también que los cítricos son mi perdición. Una vez me dijo una de mis colegas de profesión, ella sí toda una experta perfumista de esas que con solo acercase a ti ya te dice la marca de lo que llevas puesto, que ya no tenía edad para bañarme en cítricos. Me debió calar el comentario porque desde entonces cada vez que me perfumo me acuerdo (bien) de ella.
El limón, la naranja, la lima o el pomelo, combinados con plantas, frutos rojos o incluso violeta, como uno que he descubierto hace poco, tienen la capacidad de relajarme, de hacer que mi entorno me resulte más agradable y de renovar mi energía (de ahí que me rocíe varias veces a lo largo del día). El otro día leía cómo afecta directamente al cerebro funcionando como un chute de energía revitalizante. Entre los ingredientes más comunes de los perfumes cítricos encontramos la bergamota, naranja dulce y amarga, yuzu, lima, limón, mandarina, pomelo o verbena. Toda una explosión de aromas que se consiguen ejerciendo presión en frío sobre la cáscara de todos ellos. En cuanto al dónde, cómo y cuando aplicar los perfumes cítricos, en realidad poca diferencia con cualquier otro. Lo ideal es hacerlo justo después de la ducha ya que, con la piel limpia e hidratada, la fragancia se fija mejor. Y dónde, aunque cada una tendrá sus manías ya que el tema de los perfumes el algo muy personal, lo cierto es que los expertos aconsejan hacerlo en los puntos de pulso, es decir, aquellas partes del cuerpo como el interior de las muñecas, de los codos y en la parte alta de la nuca.
Los perfumes cítricos más adictivos
De entre mis preferidas y recién llegadas a mi vida, encabeza la lista Eau de Fleurs de Cédrat, de Guerlain. Esta particular fragancia en realidad tiene poco de nueva porque fue creada en 1920 por Jacques Guerlain, así que podríamos decir que es un clásico atemporal. Si te gusta el limón, no dudes en hacerte con ella porque es como si cada vez que la usaras exprimieras uno. En mis momentos de tensión, que en una redacción a veces son muchos, es un gran aliado para volver a restaurar el equilibrio.
Junto a ella, Blu Mediterraneo Arancia di Capri, de Acqua di Parma, una fragancia cítrica, esta vez con el aroma inconfundible de la flor de naranjo, con notas de petitgrain, cardamomo, caramelo y almizcle. Aunque la uses en pleno invierno, te trasladará al verano mediterráneo en Capri de forma inmediata. Un aroma que está en la misma línea de mi último descubrimiento gracias a una conversación de pasillo con una de las expertas en moda de Harper's Bazaar: Eau D’Orange de Álvarez Gómez. Esta es una de esas fragancias que podrás usar incluso para ir a dormir o compartir con tus hijos, si los tienes. Mi lista continúa con Escale à Portofino, de Dior, un perfume que pido cada año por mi cumpleaños y que uso siempre en las noches de verano y días de guardar. Y aunque no se puede decir que Petite Chérie, de Goutal sea un perfume cítrico propiamente dicho, yo lo incluyo aquí porque el resultado es el casi el mismo: un chute de energía y frescor, esta vez con toques más dulces que se desprenden de una base de pera irresistible. Como la lista continúa, he aquí mis recomendaciones (algunas de ellas con aromas frutales, aviso):