Cuando en 2016 el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza preparaba su exposición Realistas de Madrid, Guillermo Solana, director artístico de la pinacoteca, le prometió a Isabel Quintanilla que algún tendría tendría su propia muestra monográfica. Ocho años después, y aunque la pintora no podrá visitarla (falleció poco después a los 79 años), ha cumplido su palabra. El realismo íntimo de Isabel Quintanilla, la primera exposición monográfica dedicada a una artista española que alberga el museo, se inaugura el próximo 27 de febrero y podrá visitarse hasta el próximo 2 de junio. "Ella era muy prudente y no demasiado expresiva, pero le gustó la idea", recuerda sobre aquel día Leticia de Cos Martín, comisaria de la exposición y testigo de aquel improvisado compromiso en los pasillos del museo que ahora se materializa.

Isabel Quintanilla (Madrid, 1938-2017) es uno de los nombres clave para entender el realismo contemporáneo español junto a otros grandes artistas como su marido y su cuñado, Francisco López y Julio López, sus amigas y colegas María Moreno, Esperanza Parada y Amalia Avia, y el único de este grupo de realistas madrileño que sigue vivo y en activo, Antonio López. Si bien este último, el más conocido, ha eclipsado en muchas ocasiones a los anteriores, esta muestra viene dispuesta a hacer justicia dándole a Isabel Quintanilla el lugar que se merece. "No es frecuente hacer una muestra monográfica o una exposición temporal a alguien cuya obra no pertenece a la colección del museo", explica la comisaria poniendo en valor el trabajo de la madrileña. Ella ha sido la encargada de reunir durante tres años el casi centenar de piezas que podrán contemplarse en la exhibición, uno de los motivos que ha retrasado en el tiempo este proyecto.

la exposicion de isabel quintanilla en museo thyssen
Isabel Quintanilla, VEGAP, Madrid, 2023 / Fotografía: Bayerische Staatsgemäldesammlungen

"En los años 70 Isabel Quintanilla entra en contacto con un coleccionista y marchante llamado Ernest Wuthenow que la presentó en Alemania. Allí su obra empezó a funcionar fenomenal, exponía por todo el país y las ventas iban estupendamente. Ella seguía pintando aquí, pero muchos de los cuadros iban directamente a Alemania sin exponerse en España previamente", detalla De Cos. La ausencia de un registro meticuloso de quién compraba qué ha dificultado el trabajo de recopilar todos esos cuadros desperdigados a lo largo y ancho del país germano, pero la investigación ha merecido la pena. Han aparecido obras nunca vistas en catálogo y otras que ni siquiera su propio hijo, Francisco, recordaba. "Cuentan que a veces guardaba algunos de sus cuadros cuando venían los compradores alemanes porque arrasaban y ella veía como toda su obra se iba para allá", relata la comisaria.

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Isabel Quintanilla, VEGAP, Madrid, 2023 / Fotografía: Jonás Bel
’La Sandía’, 1995.

Entre las obras expuestas, la conservadora destaca Homenaje a mi madre, un cuadro pintado en 1971 que pertenece a la Pinacoteca Moderna de Múnich y que en 2016 no lograron exponer en Realistas de Madrid. "Es una obra de una calidad estupenda. Isabel está en su momento más álgido, la técnica es increíble y recoge muy bien lo que es su pintura, la emoción y el tema". La presencia de elementos vinculados al mundo de la costura (su madre era costurera y sentía una profunda admiración por ella) son, efecto, recurrentes en los cuadros de Quintanilla. Así como la presencia de objetos vinculados al universo femenino. Las piezas de fruta o las flores propias de los bodegones se entremezclan en los suyos con dedales, tijeras, trozos de tela, guantes o pintalabios. También podrá verse la última obra que entregó a su galerista poco antes de morir: Bodegón Siena. "Estará expuesta en la primera sala dialogando con Frutero, un cuadro de 1966, que es muy similar compositivamente. 50 años separan las dos obras y existe una clara evolución, pero permanece el tema y la línea de trabajo que se marcó desde el principio", cuenta Leticia de Cos.

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Isabel Quintanilla, VEGAP, Madrid, 2023
’Nocturno’, 1988-1989

La exposición afronta la obra de Quintanilla como un recorrido temático que no olvida el punto de vista cronológico: arranca con dos piezas de juventud que pintó mientras estudiaba en la Academia de Bellas Artes de San Fernando y termina con sus pinturas al aire libre, desde los paisajes de Madrid, Roma o Castilla hasta su devoción por los patios y jardines. Entre medias el recorrido pasa por los bodegones con especial mención a los vasos de Duralex, seña de identidad y de los que pintó más de 50; los interiores (esos espacios en los que no aparece nadie, pero en los que es posible adivinar quién los habitaba) y una sala compartida con otras tres pintoras del grupo: Esperanza Parada, Amalia Avia y María Moreno.

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Isabel Quintanilla, VEGAP, Madrid, 2023
’Lavabo del colegio de Santa María’, 1968.

La muestra llega para hacer justicia a una pintora que no siempre contó con el reconocimiento merecido. En parte por ser profeta fuera de su tierra exportando gran cantidad de su catálogo fuera de nuestras fronteras y, también, por las dificultades que cualquier mujer experimenta en el mundo del arte. Ella, a pesar de eso, nunca se sintió más ni menos que sus coetáneos y colegas masculinos. "Estaba orgullosa de haber podido sacar adelante sus principios. Siempre creyó en el realismo y en hacer cosas nuevas. Estaba satisfecha de no haber decaído, pese a que no era fácil para nadie, y menos para las mujeres. Muy pocas podían vivir de la pintura y ella, al principio, tuvo que dar clases. Pero su relación con su marido, Francisco López, fue de igual a igual. Nunca tuvo que renunciar a nada y siempre se sintió apoyada por él", opina la comisaria. También con el gran Antonio López tuvo una relación de tú a tú. El pintor y escultor, que ya ha recorrido las saldas del Thyssen dedicadas a su colega, le ha dado su bendición al trabajo de De Cos. "Quédate tranquila porque Isabel está muy bien representada", le dijo. La mejor prueba de que a Isabel Quintanilla le habría encantado su prometida –y merecida– exposición.

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Isabel Quintanilla, VEGAP, Madrid, 2023
’Verano’, 1992.