Narciso, el bello joven de la mitología griega, estando enamorado de su propio reflejo en el agua y absorto en su propia contemplación, no pudo evitar el arrojarse al agua para no separarse de su imagen. Un ejemplo de vanidad llevada al extremo, pero que no difiere apenas del amor que muchas se profesan a sí mismas en las redes sociales, colgando selfie tras selfie, atrapadas por el reflejo de su propia imagen en la cámara interior del teléfono. Pero, ¡ay!, que si Narciso acabó ahogándose, el destino que le espera a la que abusan de esta práctica sin control tampoco es bueno: los selfies pueden acelerar el proceso de envejecimiento.

Para empezar, las pantallas. “La Luz Visible de Alta Energía (HEV), que es la que desprenden los ordenadores y dispositivos móviles, está muy cerca del espectro ultravioleta y teóricamente podría tener un efecto sobre el envejecimiento cutáneo”, nos explica la doctora Josefina Royo de la Torre, directora del Instituto Médico Láser. “Pero para ello sería preciso una exposición muy intensa. Es decir, potencialmente podría influir en el envejecimiento pero a altas dosis de entrega lumínica”, especifica. Un respiro.

Pero este es el menor de los peligros. ¿Te suenan las arrugas de expresión? “Son arrugas que quedan marcadas como improntas en la piel como consecuencia del plegado continuo debido a la contracción de los músculos de la expresión y la mímica subyacentes”, nos explica la doctora Royo. “Son típicas las arrugas de expresión del entrecejo, la frente y las patas de gallo ya que debajo existen músculos potentes que al contraerse con nuestras manifestaciones de expresividad (o de protegernos del sol) producen pliegues en la piel que acaban perpetuándose incluso cuando la contracción muscular no se produce”.

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Ni Bella ni Naomi están a salvo...

Y cuidado, porque entre la repetición de gestos que nos arrugan entran dos que utilizamos mucho a la hora de hacernos selfies. ¿Eres de las que baja el cuello y ladea la cabeza para salir mejor en las fotos? Pues te interesa saber que “existe ya una alteración estética derivada del uso continuo del móvil que se denomina “Tech Neck”, que es debida a la postura que adoptamos cuando usamos el smartphone, que favorece la aparición de arrugas horizontales en el cuello, arrugas que también aparecen con marcada tendencia genética y que se han denominado clásicamente “Collarete de Venus”. Las arrugas horizontales son más frecuentes ahora debido al uso de los móviles”, cuenta la doctora Royo. “Lo cierto es que la piel del cuello es muy delicada y su especial disposición anatómica hacen que la edad se manifieste en el cuello antes que en otras zonas faciales y corporales. Si a esto añadimos la moda de la realización de los selfies en los que bajamos la cara y volvemos a plegar el cuello, añadimos una fuente más de posibilidades a marcar las arrugas del cuello”.

Otro de los gestos más recurridos en los selfies también puede ser uno de los más peligrosos y estamos hablando de poner morritos. “Este gesto se realiza gracias a la contracción de un potente músculo (músculo orbicular de la boca) que es circular y rodea toda la boca. Su contracción produce un fruncido de la piel de los labios que también es característica del gesto de fumar. Por eso, las arrugas perilabiales se han denominado en estética clásicamente “boca de fumador”. Poner morritos continuamente produce el mismo fruncido cutáneo y puede acelerar la aparición de las arrugas peribucales”, nos cuenta la doctora Royo. “Pero hay que hacer muchas veces el gesto para que realmente sea influyente en la aparición de las arrugas”.