Desde que NARS anunciase su decisión de abrirse al mercado chino, sus post en redes sociales (sobre todo en Instagram) se han llenado de comentarios de usuarias de la marca indignadas por esta decisión, pero ¿por qué? Pues porque las leyes chinas obligan a que determinados productos, entre los que se encuentran los productos de maquillaje, sean testados en animales para garantizar su seguridad, por lo que NARS abandonará su política en contra del testado en animales en esta región.

Ante el aluvión de comentarios y críticas, la marca publicó un comunicado en su Instagram en el que declaran que es necesario eliminar el testado en animales a nivel global y afirman que han decidido que NARS esté disponible en China porque “creemos que es importante llevar nuestra visión de la belleza y el arte a los fans de esta región. NARS no testa en animales ni pide a otros que lo hagan en nuestro nombre excepto donde lo requiere la ley”. Pero incluso su apoyo al Institute for In Vitro Sciences (IIVS), una organización mundialmente reconocida a la vanguardia de la promoción de métodos para no testar en animales en China y en todo el mundo, no es suficiente para que muchas consumidoras les hayan quitado la etiqueta cruelty free y estén boicoteando sus productos.

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Y es que cada vez existe una mayor concienciación en lo que al testado en animales se refiere. Tanto por una mayor información acerca del trato que reciben los animales que se utilizan en testados (todos hemos visto imágenes de conejos, perro y monos en laboratorios), como por el incremento de firmas de belleza que rechazan esta práctica, la realidad es que el público en general y, sobre todo el más joven, tiende a oponerse al testado en animales. Pero, ¿qué es lo que dicen las leyes?

En Europa nos regimos por la directiva 2003/15/CE. A partir del año 2009 quedó prohibida la experimentación en animales de cualquier producto cosmético o ingrediente de este dentro de la Unión Europea, así como la venta en suelo europeo de cualquier producto cosmético que contuviera ingredientes testados en animales. Pero existen unas prórrogas hasta 2023 y excepciones, como en aquellos productos fabricados antes de la entrada en vigor de la ley, los cosméticos que contengan ingredientes que, a su vez, también formen parte de otros productos pertenecientes a otros ámbitos, también si no hubiere un método alternativo aceptable o en los productos destinados a la exportación a mercados donde el testado en animales es obligatorio.

Se trata en realidad de una ley muy laxa en la que el testado en animales queda lejos de erradicarse por completo, pero lo que si podemos discernir de esto es que el testado en animales no es obligatorio en suelo europeo para garantizar la seguridad de los productos cosméticos. Por ello, hemos hablado con Hilary Jones, directora ética de Lush, para que no explique cómo se puede hacer cosmética sin generar sufrimiento.

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Hilary Jones, directora ética de LUSH

“Nosotros hacemos productos de belleza divertidos, relajantes y para mimarnos. Para nosotros eso no sería posible si testásemos en animales”, nos explica. “Tampoco creemos que las pruebas con animales sean una ciencia exacta. Los conejos, las ratas, los conejillos de indias y los seres humanos son animales muy diferentes, por lo que el testado en otros animales nunca podrá predecir con certeza cómo un producto o medicamento va a reaccionar en un ser humano.” Pero, ¿se puede garantizar la seguridad de estos productos al 100%? Pues sí, y de una forma mucho más sencilla de los que parece. “La gran parte de los ensayos con animales realizados por la industria cosmética se realizan a ingredientes nuevos, utilizados en la búsqueda de avances en áreas como el anti-envejecimiento, etc, así que nosotros evitamos utilizar nuevos ingredientes y productos químicos,” nos explica Hilary. “Nos aseguramos además de que sólo compramos nuestros ingredientes a empresas que no están involucradas en pruebas con animales. Usando todos los ingredientes maravillosos que ya están disponibles en la naturaleza, creamos los productos y los probamos primero en nosotros mismos y después en un panel de voluntarios”.

“Creemos que esta es una manera mucho más segura de probar los productos en lugar de testarlos en animales. Cuando nuestros productos salen al mercado, sabemos cómo reaccionan en las personas, ¡no sólo los efectos que tienen en los conejos o las ratas!”, nos cuenta. “Nuestros voluntarios utilizan el producto y rellenan cuestionarios muy exhaustivos sobre su experiencia al usarlo. Estos cuestionarios son luego examinados por un panel de científicos y médicos especializados en cosmética y que deciden si el producto es seguro para entrar en el mercado.”

Una de las partes más preocupantes de la directiva 2003/15/CE es que permite el testado en animales siempre que la empresa alegue ante la Comisión que los métodos alternativos de prueba de un determinado cosmético son demasiado caros o dificultosos en su desarrollo. ¿Es esto cierto? ¿Son más caras las alternativas al testado en animales? Pues tal y como nos explica Hilary, no tiene por qué ser así. “Que el proceso sea más caro puede deberse a los ingredientes naturales, que suelen ser más caros. Otras veces, puede influir la economía de escala, que hace que las empresas más grandes fabriquen volúmenes enormes de productos con ingredientes muy baratos. De hecho, cuanta más gente apoye a las marcas que luchan contra esta práctica, más grande será el sector. Esto permitirá que los presupuestos crezcan y que las empresas puedan beneficiarse también de la economía de escala. Igual que hacen otras marcas del sector, Lush pone todo su esfuerzo en utilizar los mejores ingredientes y ese es uno de los factores que más influye en el precio de los productos. Sin olvidar, por supuesto, el pago de un precio justo a sus proveedores”.

Además, Lush convoca anualmente el Lush Prize, un programa de colaboración entre Lush y Ethical Consumer, cuyo objetivo es respaldar las pruebas de toxicología sin animales y recompensar a grupos o individuos que trabajen en el campo de la investigación científica sin pruebas en animales, el aumento de la sensibilización del público y la creación de grupos de influencia para poner fin a este tipo de prácticas.