Otoño, esa época en la que es demasiado pronto para llevar botas pero aparentemente demasiado tarde para ir todavía sin medias y si lo sigues haciendo: la gente (alguna gente) te mira raro. Así, una época que desconcierta a propios -uno no sabe qué ponerse por las mañanas- pero sobre todo a extraños. Unos meses en los que a juzgar por cómo viste la gente en la calle es difícil descifrar en qué época del año estamos (unos todavían van en manga corta, otros ya han sacado los anoraks) aunque la mayoría, independientemente de la temperatura, y por mucho que se alargue el verano, en cuanto entra oficialmente el otoño cambia completamente el chip. Y he aquí el gran dilema de este tiempo en tránsito. ¿Hay que vestirse acorde con la temperatura o sacar el arsenal de la estación que toca y aguantarse si luego, en este caso, mueres de calor? La respuesta más inteligente sería la primera, pero todos sabemos que no suele ser así, que es muy cansino vivir pegado al termómetro y ante una semana en la que dos días hace bochorno, otros dos refresca, y el resto NS/NC preferimos apechugar con las consecuencias de haber hecho el cambio de armario antes de tiempo. De todos modos la mejor manera de no encontrarse ante esta disyuntiva es no hacer nunca tal cambio. En este sentido la clave está en alternar piezas de una y otra temporada de la manera más coherente posible, que no es fácil.

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Leandra Medine o por qué tiene todo el sentido del mundo llevar sandalias en esta época del año.

A favor de no llevar medias
Estando como están de moda las faldas a media pierna y las botas altísimas, ¿para qué llevar medias? Con las primeras te puedes permitir prescindir de cualquier tipo de panty y rematarlas con botines. Si eres más de minifaldas siempre están las kilométricas botas por encima de la rodilla para compensar. Todo es cuestión de calibrar la cosa con lo que te pongas de cintura para arriba.

Alternar sandalias y botas
Teniendo en cuenta que llevamos botas en pleno agosto no es una idea tan loca eso de llevar sandalias hasta bien entrado el invierno. ¿O sí? La opción de añadirles unos calcetines siempre está ahí para cuando el frío empiece a instalarse en tus pies pero te sigas resistiendo a llevar zapatos cerrados.

Superposiciones: cinco capas mejor que una
Ahora que las chaquetas se llevan de todas las maneras posibles menos puestas, es el momento perfecto para sacarlas a la calle todas a la vez: cuando no te las pongas una encima de otra, hazlo sobre los hombros (lo mismo pueden ser cazadoras que americanas o jerséis) o amarradas a la cintura (camisas y también parkas). Y he aquí, en el fabuloso mundo de las superposiciones, donde cobran sentido los abrigos sin mangas.

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Típica estampa otoñal (por Gigi Hadid): vestido de algodón fresquito + abrigo de pelo.

A pelo
Si pasas de llevar mil prendas y te urge sacar ya tu chaquetón preferido del altillo: hazlo, no te cortes, pero recuerda llevar debajo algo que no abrigue demasiado. Vamos, que no te emociones. Así que si te da por estrenar ya el abrigo ese de pelo al que le tienes tantas ganas, recuerda ponerte debajo una camiseta sin mangas y punto.

Pañuelos y fulares
Te salvarán siempre de un apuro cuando, de entrada, has salido algo fresca de casa. Lleva uno, o mejor dos (uno fino para el cuello aprovechando que están tan de moda y un fular tipo manta para poder echarte a los hombros) siempre en el bolso por si acaso.