Maria Grazia Chiuri en Valentino: 17 años y 8 hitos
‘Couture’, tachuelas y sirenas: emblemas que encierran las casi dos décadas de la italiana en la etiqueta. El idilio entre Chiuri y Valentino termina así.
‘Couture’, tachuelas y sirenas: emblemas que encierran las casi dos décadas de la italiana en la etiqueta. El idilio entre Chiuri y Valentino termina así.
Las tachuelas
En bolsos, sneakers, vestidos, trencas… Estos clavos, máxima tendencia en 2012, si bien deben su debut estilístico al punk de finales de los 70; a aquella época convulsa y salvaje en la que los New York Dolls, los Sex Pistols o The Clash ponían fin a toda clase de convencionalismo; responden a Chiuri en materia de normalización.
Los famosos ‘Rockstud’ de Valentino los ideó ella.
Antes de asumir la dirección creativa de la etiqueta de Garavani junto a Pierpaolo Piccioli en 2008, Chiuri lideró el equipo de diseño de accesorios de la casa.
La primera vez
La primera colección de Valentino con Chiuri y Piccioli como creativos, la de alta costura primavera-verano 2009, corroboró aquello que el personal de la etiqueta mantuvo por adelantado: el dúo, fiel al ilusorio de la casa, sabría relevar al “último emperador”.
Rojos y marfiles y volantes y drapeados mediante, los sucesores de Alessandra Facchinetti recuperaban los orígenes de la etiqueta y reemprendían el viaje.
A destacar: los vestidos largos con aperturas laterales y los vestidos de coctel con flores en el ruedo y caída de chifón.
El accesorio estrella
Y la delicadeza pasó a un segundo plano; en los diseños, hasta entonces románticos y edulcorados, y en las campañas. El ademán subversivo de Chiuri en la cúspide de Valentino se clarificó con la ayuda de Terry Richardson.
El irreverente fotógrafo firmó la campaña de accesorios de Valentino de 2013.
El accesorio estrella
Y la delicadeza pasó a un segundo plano; en los diseños, hasta entonces románticos y edulcorados, y en las campañas. El ademán subversivo de Chiuri en la cúspide de Valentino se clarificó con la ayuda de Terry Richardson.
El irreverente fotógrafo firmó la campaña de accesorios de Valentino de 2013.
El damero y la geometría
Vestidos de ricos estampados, figuras geométricas en blanco y negro y suéteres; la colección de otoño-invierno 2015/2016 de Valentino, aquella cuyo show de presentación cerraron Ben Stiller y Owen Wilson, fue un éxito.
Chiuri y Piccioli urdieron la muestra inspirándose en Emilie Louise Flöge, la mujer de Gustav Klimt, y en Celia Birtwell, la compañera sentimental del diseñador favorito del Swinging London, Ossie Clark.
Las sirenas (de Pudelka)
Fue en septiembre de 2015 cuando conocimos a las sirenas de Valentino. A Maartje Verhoef, Grace Simmons, Hedvig Palm, Vanessa Moody y Clémentine Deraedt. Tras el objetivo: Michal Pudelka.
Esta fue la primera campaña que fotografió Pudelka. Entonces tenía 25 años y era un completo desconocido.
Las sirenas (de Pudelka)
Fue en septiembre de 2015 cuando conocimos a las sirenas de Valentino. A Maartje Verhoef, Grace Simmons, Hedvig Palm, Vanessa Moody y Clémentine Deraedt. Tras el objetivo: Michal Pudelka.
Esta fue la primera campaña que fotografió Pudelka. Entonces tenía 25 años y era un completo desconocido.
La costura
Para Chiuri la costura sí es un arte. Algunos de los vestidos que la italiana ha urdido para Valentino en sus siete años como creativa le han costado 490 horas de trabajo.
Corpiños, tules y terciopelos, lemas latinos –“El amor lo conquista todo”–… La pericia de Chiuri para la alta moda quedó ya clara en la temporada primavera-verano 2015.
Memorias de África
África sí. También artistas de principios del siglo XX como Brancusi y Picasso. Las propuestas de primavera-verano 2016 de Chiuri y Piccioli para Valentino fueron variopintas. Los estampados gráficos, pintados a mano con absoluta atención, y el arte tribal colmaron la muestra. Hito: artesanía y costura al mismo nivel.
Shakespeare enamorado
La última colección de Maria Grazia como co-directora creativa de la etiqueta, presentada ayer mismo en París, fue un homenaje a Shakespeare en el cuarto centenario de su muerte.
Concediendo por tanto un viaje en el tiempo como colofón final, Valentino subía a la pasarela unas propuestas de estética isabelina –por los majestuosos vestidos– que evocaban la vestimenta de las cortes reales de la época shakesperiana y, en silencio, Chiuri se despedía.
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