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Joyas: ese otro gran reclamo (aspiracional) de las firmas de moda
Ni bolso, ni zapatos. Ni siquiera gafas de sol. El accesorio definitivo de las firmas de moda son las joyas. Y no precisamente piezas de alta gama, sino bisutería de diseño y relativamente barata.
Imposible no recordar, al tiempo que Riccardo Tisci deja Givenchy, una de las colecciones más icónicas en sus 12 años al frente de la casa: aquella en la que perforó con toda clase de pedrería la cara de sus modelos, a mitad de camino entre viudas negras al estilo victoriano y cholas californianas. Sus aretes de nariz tipo septum se vendieron como churros y fueron la joya del momento. Igual o más que aquellos grandes pendientes geométricos en forma de V con los que Nicolas Ghesquière se estrenó al frente de Louis Vuitton, o esos adornos con los que Céline suele acompañar sus catálogos y desfiles temporada tras temporada; bien sean zarcillos, pulseras, o collares, objetos de culto y reclamo aspiracional a la altura de sus bolsos, zapatos y deseadísimas gafas de sol.
No hay que obviar, en este sentido, el papel que juega la bisutería en la estética -y estrategia comercial- defendida hoy en día por firmas como Gucci, Miu Miu, Dolce & Gabbana o Chanel. Tampoco en relación a un renovado Saint Laurent, cuya mejor manera de familiarizarnos otra vez con su clásico logo es a través de broches fantasía, un olvidado accesorio que recuperó Alexander Wang en su época como director creativo de Balenciaga y por el que sigue apostando fuertemente Demna Gvasalia; y esas gargantillas o chokers, tan de moda, introducidas también como gancho de precio accesible y diseño actual por Maria Grazia Chiuri en el nuevo Dior, para que convivan con su oferta de alta gama (tal y como pasa en la principales enseñas de lujo)...
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