El personaje de Gal Gadot en Wonder Woman es seguramente uno de los que más ha hecho por la mujer en el cine de los últimos tiempos pero no hay que olvidar que antes que ella otras heroínas y villanas como Catwoman (el imaginario colectivo recuerda con cariño a Michelle Pfeiffer y Anne Hathaway en el papel) cualquiera de las protagonistas femeninas de X-Men (sin ir más lejos Jean Grey, encarnada por Sophie Turner y anteriormente Famke Janssen) la Viuda Negra de Los Vengadores de Marvel (Scarlett Johansson en su última adaptación al cine) o los personajes interpretados por Tessa Thompson y Cate Blanchett en la apunto de estrenarse "Thor Thagnarok" además de la siempre icónica Trinity de Matrix (Carrie Ann Moss y su fetichista mono de látex) o más recientemente Evangeline Lilly en "Ant-Man y La Avispa", que se está rodando estos días en Atlanta, revolucionaron el género de acción colocando a las féminas al frente de tramas que las ponían en valor por su poder más allá de por sus atributos físicos. Eso sí, todas ellas hicieron y han hecho del mono bien ajustado al cuerpo el paradójico uniforme feminista por excelencia, una tendencia recogida por la moda esta temporada.
Cuando Bella Hadid se presentó a la última gala del MET enfundada en un brillante mono de malla de encaje semitransparente ideado por Alexander Wang -tan extremadamente ceñido era que le tuvieron que coser el diseño encima, una vez puesto - pocos o casi ninguno hicieron una lectura de su atrevido atuendo en clave empoderadora, pero de eso se trataba. De reclamar su anatomía y sus curvas (más o menos pronunciadas) como su mejor arma. Igual que lo han hecho sobre la pasarela durante las pasadas semanas de la moda Versace, Peter Dundas, Dior o Dolce & Gabbana.
Donatella Versace, por ejemplo, lo ha puesto en práctica por partida doble; tanto en su colección de Alta Costura -a la modelo Lexi Boxling enfundada en una espectacular creación de escamas metalizadas rematada por un corsé tipo acorazado para hacerlo todavía más extremado nos remitimos- como en la de Primavera/Verano 2018, y no precisamente por por casualidad sino como homenaje a su hermano, asesinado veinte años atrás, y en reivindicación de los códigos estéticos que caracterizan la casa de la medusa. Entre ellos, y el principal: el sexi más descarado posible como símbolo de la liberación sexual femenina.
Todos ellos han apostado por diversas versiones de esta prenda guante que han tomado prestada de las justicieras de cómic de la misma manera que las mujeres tomaron en su momento prestado el traje pantalón de los hombres y lo convirtieron en emblema de la lucha por la igualdad. Solo que esta vez la reivindicación pasa por poner en evidencia el cuerpo femenino, y no por disimularlo.
