John Galliano y otros diseñadores malditos que perdieron su marca
Todo se puede perder, incluso tu nombre. El ex creativo de Christian Dior fue el caso más sonado, pero una larga lista de diseñadores acompaña una practica muy común en la moda; que el control de tu línea homónima pase a manos de terceros.
Todo se puede perder, incluso tu nombre. El ex creativo de Christian Dior fue el caso más sonado, pero una larga lista de diseñadores acompaña una practica muy común en la moda; que el control de tu línea homónima pase a manos de terceros.
John Galliano
Ni una disculpa mundial ni alegar una triple adicción al alcohol, los somníferos y al valium, le sirvieron de mucho. El Tribunal Laboral de París daba la razón a la firma Dior en el cese del gibraltareño por su “comportamiento particularmente odioso”, tras hacerse público el vídeo en el que profería insultos antisemitas a una pareja en un café de Le Marais. La indemnización que reclamaba John Galliano por despido improcedente se convirtió en una simbólica victoria económica -un euro- pero de alto contenido moral para la maison.
El actual diseñador de Maison Margiela tampoco pudo hacer mucho para recuperar el control de su marca, siendo su antiguo ayudante Bill Gaytten el encargado de recoger el testigo. Bernard Arnault, dueño del grupo LVHM al que pertenece Christian Dior y la firma John Galliano, declaró con rotundidad que no volvería a trabajar con ellos, aunque su nombre siguiera desfilando en la Semana de la Moda de París.
Martin Margiela
Como todo lo que acontece al creador belga, la marcha de su propia firma sigue siendo, a día, de hoy un misterio. En 1988, el diseñador que rara vez mostraba su cara al público y conceptualizó la moda durante décadas, creó una firma versada en la vanguardia y nuevas estrategia de no-marketing, como la ausencia de nombre en sus colecciones. El miembro de Los Seis de Amberes suplía su anonimato intencionado con una fuerte personalidad en su trabajo, pero no siempre traducida en cifras prósperas. En 2003 fue rescatada por Renzo Rosso, dueño del grupo Diesel que pasaría a controlar económicamente la compañía.
Seis años más tarde, Martin Margiela haría pública su salida de la dirección creativa, asumida por su equipo hasta que el grupo OTB anunciara, no exento de polémica, el nuevo nombramiento de John Galliano (en la imagen, su desfile PV 2016). El paradero actual de Margiela, como no podría ser de otro modo, sigue siendo una incógnita.
Roy Halston
El declive del inventor del glamour aristocrático marcó la década de los 70. Todo apunta a que lo suyo fue un asunto de ambición desmesurada. A pesar de la próspera situación que protegía su carrera, como propietario de Halston y otras licencias que manufacturaban su nombre para calzado y marroquinería, decidió vender la totalidad de su negocio a David Mahoney, presidente de Norton Simon Industries que le abonó 16 millones por su nombre.
El descubrimiento de Studio 54 y la propuesta de una línea mid cost por parte de la cadena JCPenney, hicieron tambalear la buena fama que se había labrado como diseñador de Jackie O o Elizabeth Taylor. Los almacenes Bergdorf Goodman cesaron la venta de Halston por su giro estratégico que derivó en una relación crítica con la nueva cúpula de Norton y su posterior despido en 1984.
Roland Mouret
El caso del ex modelo reconvertido en diseñador y mentor “estético” de Victoria Beckham, aguarda un final feliz. Creador del galaxy dress que conquistó la alfombra roja en los 2000, anunciaba su cese en la compañía de su propio nombre tras la adquisición total de sus socios Shari y Andre Meyers, por desavenencias estratégicas. Se especuló con su entrada en Chloé o Givenchy, pero fue Simon Fuller, el manager de las Spice Girls y Davi Beckham, quien le tendió la mano para relanzar su carrera en solitario como RM by Roland Mouret.
“Cuando Simon y yo comenzamos a trabajar juntos, nos marcamos un plan. Queríamos recuperar mi nombre de forma natural, sin batallas legales. Simon me permitió desarrollar el negocio manteniendo mi propio espacio a la hora de diseñar”. Un cincuenta por ciento para cada uno, lo haría posible. En septiembre de 2010, Mouret adquirió de nuevo los derechos de explotación de su propio nombre. Su nuevo plan de expansión incluiría la inauguración de su primera tienda en Myfair, Londres.
Jil Sander
En el caos que lleva sumida la marca durante más de una década, parece ser que Rodolfo Paglialunga ha traído un poco de calma con sus últimas colecciones. Lo de la firma alemana ha sido un baile de sillas en toda regla; la diseñadora dejó la compañía en dos ocasiones por desacuerdos con su propietario. En 1999 y tras la mala situación financiera por la que atravesaba la firma, Jil Sander vendió parte de la compañía al Grupo Prada, dirigido por el marido de Miuccia, Patrizio Bertelli.
Las diferencias entre ambos propiciaron la marcha de la diseñadora, que regresaría a la firma como directora creativa tras las pérdidas económicas que estaba sufriendo. Pero el sosiego duraría poco: volvería a dimitir dos años más tarde y Prada terminó por vender la marca a un fondo de inversiones.
Thierry Mugler
El diseñador que reinventó la moda francesa junto a Jean Paul Gaultier a finales de los 80 anunció su retirada de las pasarelas en el 2002. El nuevo giro del lujo global, la exigencia de su colección de costura y la expansión su línea de perfumes -a la que sigue dedicándose- pusieron fin a su dirección creativa... Pero no su legado. Si Beyoncé se encargó de mantener latente su nombre, Lady Gaga puso ante sus ojos a su perfecto sucesor, Nicola Formichetti.
Josep Font
La lucha contra tu propio nombre no es sólo cosa de fuera. En nuestro país, el caso más sonado vino protagonizado por Josep Font, que vivió un truculento “divorcio” con su socia capitalista, Carmen Ayats. Se alegaron diferencias profesionales agravadas por la crisis que terminaron en los tribunales. Josep Font demandó a Gabriela S.L. a la que pertenecía por ver su sueldo rebajado, algo que desembocó, según un portavoz de la empresa, en una huelga de patronaje. La resolución judicial fue concisa: Josep Font no podría volver a diseñar con su nombre y Carmen Ayats sería la nueva dueña de la firma. Ana García, una joven estudiante de Diseño que empezó en la firma como becaria, fue nombrada directora creativa para seguir el ritmo marcado por la MBFW.
Pero a veces, todo sucede por algo. Meses más tarde, Josep Font sería fichado por Delpozo en su resurgir como marca tras el fallecimiento de su creador, convirtiéndola en la marca española con mayor proyección internacional de Nueva York.
Helmut Lang
Otra de las estrategias de mercado que acompañaron al Grupo Prada y no llegaron a buen puerto. Reseñado por Raf Simons o Phoebe Philo como uno de los nombres más influyente de la moda, el diseñador austriaco vendió el 51 por ciento de su compañía con la intención de centrarse en su papel creativo. Con un margen de beneficio de 100 millones anuales, el grupo de Bertelli asumió la manufactura y distribución del ready to wear mientras GTR se encargaba de la división de denim. La mala gestión de esta línea desembocó en un mal entendimiento entre los grupos, unidos a graves pérdidas, cuantiosos despedidos y la pérdida de interés hacia el minimalismo de un público embelesado por el nuevo barroco de Dolce & Gabbana, Cavalli o Dior.
La falta de inversión en la firma y creación de tiendas propias, aumentaron las tensiones entre el diseñador y Bertelli con la posterior marcha del diseñador en octubre de 2005. Meses más tarde, la firma sería vendida al grupo de inversión Link Theory de Japón. Su presidente, Chikara Sasaki siempre mostró su admiración por el diseñador: “Si Lang quiere volver, siempre tendrá las puertas abiertas”. Algo que de momento, no ha ocurrido. En mayo de 2006, Michael y Nicole Colovos asumieron la dirección creativa.
Hervé Leger
En 1998, el diseñador Hervé Peugnet perdió los derechos de su propia a favor del grupo BCBG Max Azria. Creada en 1985, Peugnet se transformó en Leger por consejo de Karl Lagerfeld, para hacer más fácil la pronunciación de su apellido en América. El creador del vestido “bandage” caracterizado por su efecto envolvente, vendió la firma a la división del grupo Seagram que sería relanzada en 2007 como la primera marca francesa adquirida por un grupo americano. El diseñador no cesó su labor creativa y lanzó en el 2000 una nueva marca bajo el nombre de Hervé L. Leroux.
Calvin Klein
El referente del minimalismo en la moda, y por lo tanto, de los primeros 90, fundó su propia compañía en 1968. En tan sólo un año, logró alcanzar el millón de dólares de beneficios, algo que se multiplicaría consecutivamente los siguientes años gracias a las nuevas licencias de cosméticos, jeans y moda masculina. Pocos imaginarían que tras el boom que supuso el lanzamiento de su línea de ropa interior, la firma fuera adquirida por los fabricantes de camisas Phillips-Van Heusen en 2003. La venta vino acompañada de una suculenta compensación; 400 millones de dólares en metálico para el diseñador neoyorquino y 30 millones en acciones.
Ese mismo año, Francisco Costa sería nombrado director creativo de la división de mujer hasta la fecha, si no se cumplen los rumores que apuntan a Raf Simons como su próximo sucesor.
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